¿Qué quieres de mí?

805 77 10
                                    

Hannibal abre la puerta antes de que Will llame, sonriendo. Lleva puesto uno de los trajes que más le gustan, azul marino, de tres piezas. Lo mejor para recibir al bueno de Will Graham. Sujeta la puerta abierta del todo mientras mira de arriba a abajo al hombre que tiene ante él, maravillado.

Pelo revoltoso, camiseta gris ajustada, boxers de color semejante. 

- Veo que me has hecho caso, Will - le dice sin mirarle en absoluto a la cara.

Porque la mirada de Hannibal es hambrienta, y cuando tiene hambre se convierte en un depredador. Will Graham le lleva dando hambre desde que le conoce, y ahora lo tiene ante él, vulnerable. O eso cree Hannibal.

- Hola, Dr. Lecter - responde Will.

- Hannibal. Las formalidades han dejado de tener sentido. ¿Quieres pasar, Will?

- ¿Quieres que pase? - Will se muerde el labio de abajo.

- Quiero muchas cosas. Adelante - se aparta a un lado para que Will pase -. ¿Eres consciente de lo que me provocas, cierto?

- Muy consciente. Digamos que soy tan consciente que, de camino aquí, me he ido preparando.

Will se pone la mano en su polla, a la que Hannibal no ha dejado de mirar casi en ningún momento desde que ha abierto la puerta - esos boxers son maravillosos, marcandolo todo - y, acariciándose, continúa hablando.

- ¿Cuántas veces has fantaseado conmigo, doctor? Apuesto a que todas las que estaba en consulta - se acaricia, Hannibal se relame -. ¿Qué imaginabas? Dime. ¿Me imaginabas sobre ese carísimo escritorio? ¿Encima de ti, sobre tu sillón?

- Te he follado de todas las formas que conozco, Will. En el suelo. En el escritorio. En el sillón. En la escalera, apoyado. De pie. La sexualidad contigo fluye en mi mente de una forma bastante curiosa.

- ¿Curiosa? Dime qué me harías, Hannibal. 

Se acerca al doctor y Hannibal coloca sus manos en la cadera, atrayéndolo a él, acercando sus labios a los de Will.

- No pierdes, el tiempo. Tan...caliente.

- Los dos sabemos a lo que he venido, Hannibal. 

Hannibal sonríe. Todavía no se han besado, sus respiraciones compartidas, semejante a un beso que los dos son reticentes a dar.

- ¿Qué me harías? - repite Will.

Su mano sigue masajeándose su pene, ya duro, mientras Hannibal mira hacia abajo deseando ser él el que ocupa la mano de Will.

- Aquí arriba, doctor - Will le levanta la barbilla con la otra mano -. Estoy esperando.

Hannibal se arrodilla directamente en el suelo. No dice nada, baja la ropa interior de Will y deja al descubierto la polla del joven, húmeda, deseando ser escuchada. 

- ¿Me permites?

- Así, no, Hannibal. Te quiero sucio. Dímelo...grosero.

- Quiero que me folles la boca - jadea - quiero que te corras dentro de mí y que, después de hacerlo, sigas follándote mi boca sólo porque puedes.

- Bien, pero no sé si eres lo que busco....habían tantos hombres en la aplicación. Seguro que los has visto. Muchos hombres apuestos - acaricia el pelo de Hannibal, arrodillado -. Dime, ¿por qué debería elegirte a ti esta noche?

- Porque todos esos no son más que alimañas. Sombras. Nada. No son capaces ni de darse placer a sí mismos en condiciones.

Will acerca su polla a la mejilla de Hannibal, tentándole. Mueve su cadera hacia adelante, Hannibal gira la cabeza para lamerla, lo detiene.

La aplicación de citasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora