Capítulo 12: «Sigue con tu mente lo que buscas...»

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Lilibeth había salido de la biblioteca sin el libro que había ido a buscar, a pesar de que este había irrumpido el mágico momento que acababa de compartir con Maximiliano; su corazón y su pulso se habían disparado y el sudor frío bañaba su frente

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Lilibeth había salido de la biblioteca sin el libro que había ido a buscar, a pesar de que este había irrumpido el mágico momento que acababa de compartir con Maximiliano; su corazón y su pulso se habían disparado y el sudor frío bañaba su frente. Sin darle tiempo al heredero de reaccionar, la bruja había salido corriendo por la puerta y había avanzado sin rumbo por los pasillos del palacio.

Cuando se había dado cuenta, la bruja se había encontrado a sí misma frente a la habitación de su amiga, Lady Blanche. Se sentía en una nube, pero no en el buen sentido; su cuerpo se movía por inercia, sus pensamientos eran un caos y todo aquello hizo que terminara por golpear la puerta. Lo hizo tres veces antes de que se entreabriera y mostrara el rostro de Lady Blanche.

—¿Lilibeth? —preguntó somnolienta. No entendía que hacía su amiga allí.

—No importa que estés enferma —la interrumpió ella, antes de que fuera a añadir algo más. Lady Blanche la miraba confusa; se le notaba en el color de su piel que se encontraba mejor y sus mejillas volvían a irradiar vida.

—Entonces, pasa... —le murmuró en respuesta.

Lilibeth accedió a su habitación muy agitada, nerviosa y sin ser consciente de lo que estaba haciendo. En otras circunstancias, habría querido respetar los deseos de su amiga y no incordiarla; pero era un manojo de nervios. Como una bomba de relojería, se sentó a los pies de la cama de Lady Blanche mientras ella trataba de adivinar que había provocado su estado.

—¿Estás bien? —se aventuró a preguntar mientras tomaba asiento a su lado.

Lily la miró de reojo, luego se pasó las manos por el rostro y el cabello, desesperada.

—Me he topado con Maximiliano —le confesó en un hilo de voz.

Sus palabras hicieron que el rostro de su amiga pasara de la confusión a adoptar un semblante divertido y picaron.

—¿Te has encontrado con el atractivo heredero? —preguntó guiñándole un ojo. Lilibeth se puso roja de golpe—. ¿Qué? —se defendió—. Me gustan las mujeres, pero tengo ojos en la cara.

«Tiene sentido... Maximiliano es un joven muy apuesto», pensó al tiempo que se volvía a ruborizar.

—He ido a la biblioteca en busca del libro —le explicó muerta de la vergüenza—. He usado un hechizo localizador... pero mi mente estaba tan acelerada por la emoción causada por la grandeza del lugar... —Lilibeth se tapó el rostro—. Han empezado a salir disparados varios libros.

Lady Blanche tuvo que hacer un gran esfuerzo por no echarse a reír a carcajada limpia; su amiga lo estaba pasando mal y tenía que mantener la compostura. Pero lo cierto, es que ver a Lilibeth con las mejillas tan rojas y contando aquello casi sin respiración, era del todo tierno. Su amiga sospechaba que algo se cocía entre los dos, pero no se había aventurado a hablar de ello.

Érase una vez: una bruja buena [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora