Capítulo 14: «Tienes la capacidad emocional de un ladrillo.»

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Lilibeth corría como si le fuera la vida en ello, sin mirar atrás y bajo el sol caliente, que le abrasaba la piel

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Lilibeth corría como si le fuera la vida en ello, sin mirar atrás y bajo el sol caliente, que le abrasaba la piel. Estaba sudada y se sentía pegajosa, pero poco le importaba. De igual manera, había tratado de recoger su cabello en una especie de coleta, pero estaba más que segura que, a esas alturas, ya debía estar despeinada; más bien debía parecer que llevaba un nido de pájaros en la cabeza. Pero lo importante para ella, era la supervivencia, no la apariencia que diese.

Se había delimitado el terreno de juego al mismo patio del palacio; a pesar de que era extenso y ancho, al ser llano, no era muy complicado ubicar a las otras participantes.

Las cuarenta participantes que quedaban habían sido llamadas por la reina Flora y habían recibido instrucciones para vestirse de forma cómoda; es decir, con pantalones. Nada hacía más feliz a la bruja que vestir con ellos; a pesar de que en palacio había optado por llevar vestidos sencillos, en casa, solía llevarlos la mayoría del tiempo. Y se sentía mucho más cómoda con ellos.

Para su fortuna, la reina había dispuesto diferentes conjuntos para las damas que pudieran necesitarlos. Lilibeth se había decantado por uno rojo; ya sentía ese color como suyo propio, casi como si fuera su sello de identidad. No había podido evitar sonreír al observar a la princesa Dagmar, escogiendo uno de terciopelo azul. Su elección la hizo viajar en el tiempo y recordar su primera riña en el baile.

El juego le parecía estimulante: las concursantes debían anudar un pañuelo a su cintura y perseguirse, las unas a las otras, para conseguir robárselos. La estrategia de la bruja se había centrado sobre todo en protegerse; si lograba hacerse con algún pañuelo, pero se descuidaba y robaban el suyo, iba a perder de todas formas. Así que había decidido que eso sería lo más inteligente: cubrirse a toda costa y aprovechar algún descuido ajeno para ganar puntos.

El juego iba a detenerse cuando quedaran la mitad de las participantes en pie.

Lilibeth se alarmó al darse cuenta de que otra participante iba tras ella; aumentó la velocidad y pasó corriendo por una estatua de Maximiliano. Ni siquiera le prestó mucha atención, solo pudo repasar brevemente con la mirada que se trataba de una escultura de gran tamaño. En otro momento, le habría encantado pararse a recorrerla con la mirada, sin prisas y con atención, pero en aquel momento, no podía permitirse distracciones.

Aún centrada completamente en el juego, lo que pasó a continuación, no lo vio venir; ni siquiera notó su presencia, solamente vio a alguien salir de entre las sombras y saltar encima de la dama que la estaba persiguiendo. Aquello propició que, tanto su perseguidora, como la otra persona, rodaran por el suelo en un intenso forcejeo. Fue entonces cuando la divisó, enredada a la otra dama; la princesa Dagmar había interceptado el camino de la otra joven y acababa de hacerse con su pañuelo. Rápidamente, se levantó orgullosa y con aires de superioridad.

—¡Chúpate esa! —exclamó sacándole la lengua a su derrotada compañera. Esta, incluso, dejó escapar un gruñido ante tal descarada ofensa, pero la princesa ni se inmutó.

Érase una vez: una bruja buena [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora