11.(Final-Relleno)

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Las olas chocaban contra las rocas, provocando que se escuchase un gran estruendo. La mano de Jimin se sentía tibia contra la mía que estaba helada. Sonrío con emoción mientras siento la arena entre mis pies y escucho el sonido que las gaviotas emiten.

-¿Vamos por helado?- Escucho la voz de Jimin preguntarme. Volteo a verlo y sonrío asintiendo. Él sonríe y me atrae hacia él, provocando que choque contra su pecho. Me sonrojo mientras me alejo unos centímetros. Escucho su risa y me toma de la mano para ambos alejarnos de allí.

A decir verdad, me agradaba la cercanía que ambos teníamos, solo que a veces me avergonzaba, no porque fuese malo, sino porque era algo nuevo para mí. Me agradaba lo tierno que puede llegar a ser Jimin, era una faceta que no mostraba nunca en la escuela y me agradaba que me mostrase esa faceta solo a mí.

Era sábado y los días anteriores habíamos asistido a las clases de reforzamiento. Solo teníamos libres los días miércoles, sábados y domingos, por lo que aprovechamos al máximo esos días.

-Un helado de menta y otro de chocolate, por favor.- Pide Jimin a la chica encargada de la caja, quien lo mira con una mirada coqueta. Frunzo el ceño mientras veo como ella se apoya más adelante, provocando que se vean sus grandes pechos. Y allí me sentí pequeña, por mi altura y por mi cuerpo.

-Claro.- Le da un guiño y se aleja de allí.

-Deja de apretarme tanto la mano.-Dice Jimin sacándome de mis pensamientos. Doy un pequeño salto y suelto su mano, provocando que él riese.

-L-lo siento.-Me disculpo con él. Me había enojado tanto que sin darme había apretado mis puños, y también su mano.

-No te preocupes, princesa.-Sonríe y cuando se va a acercar, la chica de la caja llega con los helados. Con una sonrisa se los entrega y mi ceño se frunce.

-¿Y cómo te llamas? ¿Es tu hermanita?-Pregunta apuntando desinteresadamente su cabeza hacia mi.

-Tu maldi...-No puedo continuar gracias a que la mano de Jimin tapó mi boca.

-En primer lugar, estas aquí para trabajar y no coquetear con clientes. Segundo, eres una perra. Tercera, ya no queremos helados, quédate con el cambio.-Los helados que él había tomado los da vuelta y los deja aplastados en la mesa. Mi boca se abre al ver aquello y, tomando mi mano, nos alejamos de allí.

-¿Qué acabas de hacer?-Pregunto sorprendida, mirando hacia atrás en donde la chica tenia su rostro descompuesto, pues tal vez no se esperaba aquello.

-Nada.-Responde simplemente. Río al escuchar aquello y él también lo hace.

-Oye, vamos al parque de diversiones.-Digo sonriendo con emoción mientras doy pequeños saltitos delante de él. Él ríe y asiente.

Minutos después, la entrada del parque de diversiones nos da la bienvenida. Pagamos nuestras entradas, o más bien Jimin paga las entradas pues se negó a que yo pagase la mía, y nos quedamos en medio del parque.

-¿A cuál quieres subir?-Pregunta sonriendo Jimin, provocando que sus ojos se vuelvan una línea recta, como si los tuviera cerrados.

-Vamos a la casa embrujada.-Digo arrastrándolo hasta la fila. Su mirada va desde la entrada hacia las ventanas de la casa, las cuales estaban cerradas y de vez en cuando se abrían para mostrar a un muñeco salir y luego entrar.

-Esto es tan cliché.-Dice mirando la casa.

-Igual te va a dar miedo.-Le digo con una sonrisa.

-No.-Niega él mientras me abraza.

-Te apuesto cinco dólares a que vas a salir corriendo.-Digo sonriendo mientras avanzo en la fila.

-Bien. Yo apuesto cinco dólares a que tu saldrás corriendo.-Dice riendo.

Amargo » Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora