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                                  Noviembre, 2023

             Si bien el calor del trópico le recomfortaba, Isabela Sileno sentía que hoy era demasiado sofocante para su gusto. Se doblaba las mangas de su camiseta terracota, mientras en la televisión aparecían ocho figuras enmascaradas junto al gobernador del país en lo que aparentaba ser una conferencia de prensa de emergencia que el líder del país decidió convocar

           — ¡Mira, Isa, son animales!- le decía su hermano menor Ulises, apuntando hacia el aparato electrónico.

           El gobernador actual no merece mención alguna, pues su labor ha sido igual de mediocre que sus trece predecesores. Con voz baja presentaba al grupo como L.Á.G.R.I.M.A.S.

           La persona que se posicionaba frente al podio llevaba puesta la máscara del Lobo. De sí mismo irradiaba tanta seguridad que Isabela podía sentirla incluso a través de la pantalla transmisora.

           —Saludos, pueblo de- no había manera de que esta persona fuese local. Incluso Ulises miraba a su hermana reconociendo que el portavoz del grupo era extranjero. Luego de un minuto de introducciones, presentó el prototipo de algo que llamaban Si-grong. Prometía ser el adelanto del siglo. Isabela observaba cómo a Ulises se le llenaban los ojos de ilusión al escuchar todas las posibilidades que ofrecía el dispositivo. Posibilidades y oportunidades que nunca habrían imaginado viviendo en Sector Bajo.

       —Todo esto se lo debemos en gran parte a nuestro compañero afiliado el doctor Federico Suárez, quien es la cabeza tras esta ingeniosa herramienta que pretendemos implementar este próximo año.

       —Verifiquen sus correos electrónicos- el doctor hablaba con firmeza, pero no se hallaba demasiada emoción en su voz,-allí estarán recibiendo información pertinente referente al día de su cita para someterle a la cirugía que le dará acceso a Si-grong; a un mar de posibilidades.

       Esta fue la primera vez que Isabela vio al creador de Si-grong. Pero a toda honestidad, entre el cansancio y la preocupación de que el estado no supiese manejar tal tecnología, no pudo escuchar más. Se despidió de su hermano y se dirigió a su cuarto. Una vez allí, prendió un fili que había dejado enrolado, y pensó para sí misma que aquel sentimiento de desasosiego que la incitaba a la revolución lo gestionaría otro día, sin saber que otro día ya sería demasiado tarde.

                                              ***

Catalina Sommer procuraba evitar escenarios que descarrilaran su impecable temple, pero tras escuchar cómo el gobierno pretendía operar los cuerpos de la población sin su consentimiento no podría exonerarse a sí misma si se quedaba de brazos cruzados. Con una gracia divina se levantó de su asiento y se aproximó al podio central. Un ujier intentó detenerle con una mano, haciendo presión sobre su hombro.

—Primero que todo, no me toques- le advirtió Catalina, mientras mostraba su identificación y removía la mano del hombre de su hombro- en segundo lugar, Kettenreaktion, prensa.

De repente, el silencio en la sala de conferencias del capitolio se asentó. Catalina podía sentir cómo ahora todos los presentes le observaban minuciosamente. El ujier se echó a un lado y Federico rompió el silencio.

—¿Cómo le podemos ayudar, señorita?

—Me parece una deshonra a la cultura y a la patria que el público presente haya recibido la información que se nos acaba de proveer con un carácter tan sumiso y doblegado. No pude haber sido a la única a la que escuchar cómo se nos van a operar los cuerpos en meses le ocasionó una inquietud perenne. ¿Quién les da potestad a ustedes para hacer lo que deseen con los cuerpos de otros individuos?

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