•Capítulo 1 - Lara•

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Me siento cansada, más que de costumbre. Siento que nada vale lo suficiente como para evitar que me derrumbe cada noche de los 365 días del año.
Cada anochecer, lo único que hago es llorar y gritar internamente, porque no tengo ni fuerzas como para chillar en voz alta. Porque cada día me ahogo, reprimo mis sentimientos y los dejó en segundo plano. Siempre me pongo a mí misma por detrás de la gente, dando prioridad a los demás y nunca a mí. Pero supongo que eso es lo mejor, ya que yo no valgo nada. Me comparo y vuelvo a comparar con la gente, una y otra vez, pero nunca salgo yo como primera opción. 

Me estoy rompiendo por momentos, hasta que llegue el derrumbe definitivo y me haga caer. Cada vez los temblores de mis manos se hacen más notorios, hasta el punto de no poder agarrar ni un maldito lápiz sin tener que temblar. Me miro al espejo y solo siento vergüenza hacia mí misma, incompetencia de que nadie pueda dedicarme unas bellas palabras sin tener que haber sentido lástima antes, o por compromiso. Ponga lo que me ponga, siempre me veo mal, no tengo un estilo que me defina. He probado diferentes tipos, estilos y combinaciones de ropa, pero nunca ninguna me llega a convencer del todo y usualmente acabo deprimida al ver que todo me queda mal.

Todo el mundo conoce a la Lara risueña, la aman y la adoran.
Pero dentro de ella hay una Lara que se siente pequeña, insignificante, con pánico al conocer personas nuevas, con trust issues y que siente que la vida no es más que un juego del cual ella ya hizo 'game over', o al menos le quedará poco para hacerlo.
Y es que me siento mal, horrible.
Nunca seré lo suficientemente buena en algo, ni lograré ser alguien. Porque si ya no lo soy, en un futuro menos.

Tengo muchos miedos que me atormentan y me dejan intranquila por las noches, pero los mayores son la soledad y el fracaso. Quizás es el miedo a nunca ser recordada por nadie cuando ya no esté en este "precioso" mundo, o quizás es el constante pensamiento de que, si no consigues trabajo ni carrera universitaria, no eres nada.
Mis expectativas sobre mí misma son siempre altas: me exijo lo máximo para un cuerpo que está en su más mínimo. Tengo miedo de no llegar a ser nada en la vida, más que nada porque la vida adulta me asusta un poco. 

Siempre te dicen:  "Si no tienes un trabajo estable, no podrás ser nada en esta vida". Y en eso no se equivocan, al revés, tienen toda la razón, pero en vez de desanimar a los jóvenes cómo yo, podrían simplemente decir un: "El mundo adulto es muy complicado, pero te ayudaremos a adaptarte"

La soledad...me atemoriza a la vez que me gusta. A veces sólo necesitamos estar solos y aislados de la sociedad, o de nuestros amigos, para poder descansar la mente y ordenar los pensamientos en nuestras mentes. Pero la diferencia entre conceptos es demasiada: me gusta estar sola, pero no sentirme sola.                                                         
La soledad es un arma de doble filo, porque habrá situaciones en las que sea tu mayor aliada, pero en otras te jugará una muy mala pasada.
Puedo afirmarlo por la experiencia.  

Y ni hablemos de mis sueños frustrados...a mi corta edad de 19, ya tengo sueños inalcanzables e imposibles de cumplir. Aquel destello de luz que me hacía luchar por ellos se apagó hace bastante tiempo, donde ahora es remplazada por una luz tenue que sólo está encendida para luchar contra la pobreza e intentar encontrar trabajo en el duro mundo laboral.
Ni siquiera quería estudiar medicina, y sigo sin quererlo, pero la presión familiar me pudo más. Me deshice de esos alegres pensamientos y me olvidé de ser actriz, modelo o escritora, unos de mis tantos sueños que fueron tirados a la basura como una piel de plátano.

Y el amor, otra de las muchas farsas en las que se puede caer como el ratón en la trampa...  Odio ese sentimiento de fragilidad ante otra persona. El hecho de que tu corazón sea destinado a otra persona y solo tengan ojos para ambos. Simplemente me parece un poco curioso y extraño, a la vez que me disgusta. Es un hechizo del cuál no puedes desencantarte, porque si alguno lo hace, acabará mal. Y sí, digo esto por experiencia propia...

Porque fui pisoteada, destrozada y humillada. Pero no humillada por la otra persona, sino humillada por mí misma. Por haber entregado todo de mí y no haber recibido lo mismo, por haber intentado encajar unas piezas de un puzle que todos me decían que jamás podrían ir juntas; y, efectivamente, así fue y así sucedió.                                                                                   
Dejándome con el autoestima por los suelos, más de lo que ya estaba realmente, dejándome en un estado vulnerable ( cosa que no me gusta demostrar ni dejar ver a otras personas ) y dejándome en un estado mental deplorable: llorando, sobre pensando en el porqué de las cosas, el porqué terminaron de esta forma y no de otra.                                                                               
Las segundas oportunidades son algo difícil de dar a cualquier persona, y fui tan estúpida de otorga una segunda y tercera oportunidad a alguien que ni me miraba.
Y, pese a eso, seguí entregando todo, aunque por dentro me estaba doliendo.  

Y aquí estoy, llorando sola en mi oscura habitación como de costumbre.
Diría que se ha vuelto una rutina para mí.
Con las sábanas y mantas hasta arriba, me encontraba llorando desconsoladamente. En mi mesita de noche, tenía un vaso de agua templada y dos pastillas: una para la depresión y otra para la ansiedad.
Cómo si una no fuera suficiente...
Me moví un poquito y miré la hora en la pantalla de mi ordenador, el cual se había quedado encendido, ya que tenía que hacer y  entregar un trabajo de anatomía para mañana. Eran las 03:25.
El tiempo pasa muy rápido, si recuerdo haberme tumbado en mi cama a las 22:22, en hora espejo, mientras escuchaba "Silent Cry" de mi grupo favorito. Llorando todo pasa volando, jaja rima y todo.
Mi sentido de la ironía siempre se despierta cuando estoy en lo más bajo...

Con cuidado de que el aparato eléctrico no se cayera, me levanté de mi cama y fui hacia el baño. Cuando llegué a allí, me lavé los dientes y me desmaquillé. Tardé un poco, pero antes de salir del cuarto, agarré una goma de pelo y me lo recogí en una trenza, ya que si no lo hacía, al día siguiente amanecería con unos pelos que parecería un león en estado salvaje.

Salí de allí y volví a mi lugar seguro: mi habitación. Antes de nada, guardé mi trabajo en un Pendrive para que esté no se perdiera o se borrará, y después apagué el dispositivo y lo dejé en el escritorio. Agarré mi peluche favorito, un pollito amarillo, y me quedé dormida mientras lo abrazaba.

No sé cómo poner un separador, pero bueno JAJAJAJA
Holaaaaa^^ espero que la historia sea de su agrado. Ya sé que solo es el primer capítulo, pero ojalá les guste y esperen la siguiente actualización 🌷
Gracias por el apoyo☆

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