III

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– Oye ¿ Y si vamos a la playa ?

– ¿Desde esta hora ?– aún yo tirado en mi cama ella abrió la ventana para que todo el sol me diera en el rostro.

Preparábamos todo lo necesario para que el viaje fuera lo suficientemente bueno, teníamos toda la comida como para alimentar a un oso, los dos éramos unos exagerados, desde el desayuno hasta tres meriendas y un a comida. Ya en el coche, baje el cristal para que el sol me diera directo, el cielo estaba despejado que le daba ganas a uno de ser una nube para estar flotando allá arriba. Llegamos al sitio y aunque  estaba con un poco de personas más de lo habitual, la playa estaba hermosa, de siempre el mar fue mi lugar favorito, siempre que tenía algún problema, las aguas limpiaban mi mente dejando mis problemas atrás y dejándome más sereno, la arena blanca se pegaba en los pies y la brisa era suave pero nos hacía disfrutar del sonido y del espectáculo de las olas chocar con la orilla. En lo que Johanne aparcaba yo fui hasta donde el agua tocaba mis pies y me quedé mirando el horizonte, ese el que unía en un fraterno abrazo el cielo del mar, y camine un poco, no había mejor remedio para un corazón herido y un alma rota que sanar sus heridas en el mar.

– Mario venga para acá– me dijo Johanne mientras hablaba con un hombre que nunca había visto.

– Hola mucho gusto Mario, soy Mariano y soy terapeuta en un grupo de apoyo y en contra la depresión, hoy precisamente mis chicos están aquí disfrutando de un día bellísimo igual que ustedes dos.

Lo saludé y mire hacia mi amiga, ya sabía yo que tantas ganas de ir a la playa así de la nada normal no era, ella me aparto un momento para hablar conmigo a solas, ella me explicaba que una compañera de ella del trabajo que sufrió de violencia doméstica estuvo en ese grupo y mejoro de manera totalmente efectiva y que realmente no era necesario ver el grupo como una terapia grupal, sino como un grupo de personas que quizás tengas muchas cosas en común. Apesar de que no me había gustado la manera de haberme enterado la razón inicial de este viaje, no perdía nada con intentarlo, Mariano nos había explicado que antes de que anocheciera harían una fogata donde tendremos la oportunidad de hablar mediante una actividad de las que normalmente realizan, el en cuestión de segundos había llamado a todos sus muchachos haciendo un círculo alrededor nuestro.

– Mi gente bella espero que la estén pasando excelente este día soleado y con esta vista tan hermosa, aquí les presento a un nuevo integrante, tratemos de que nos vea como una familia.

Eso sí era tener fe en su ejercicio, pero bueno estaba que no me oponía a nada, además quien podría sentirse mal el día de hoy, pero en realidad todos los que estaban juntos con el se veían alegres y al igual que yo estaban disfrutando su estancia aquí.

– Hola, soy Alan, no te preocupes aquí todos estamos mejor y sé que al principio todo esto parece un circo, pero no lo es, al igual que tú te enteraste ahora de la existencia de este grupo aquí en la playa, yo supe de él en una obra de teatro, así que no me pude oponer a formar parte de él– el extendió su mano hacia mi como para que siguiera sus pasos.

Y fuimos dentro del agua, y comenzamos a jugar como si aquellos años de niñez volvieran, comenzamos a correr, a nadar, hicimos una competencia de natación haber quien llegaba hasta más lejos, yo me quite ya mi camisa ya mojada dejando al descubierto mi cuerpo, tan solo sentí el silbato sonar y comencé a nadar como sino hubiera un mañana y mientras lo hacía me imaginaba que Johanne debe estar disfrutando verme así, la verdad todo esto era muy bueno, no recuerdo la última vez que había llegado a socializar con alguien y lo estaba haciendo muy bien, cuando ya no pude más levante mi cabeza del agua y mire hacia atrás todos gritaban que había sido el ganador y me aplaudían, en lo que me dispuse a regresar hacia la orillame quedé mirando la puesta del sol y en ese momento me di cuenta que quizás podría todo mejorar si me lo proponía, definitivamente quería más días como estos.

Esa noche y a la luz de una fogata gigantesca todos nos presentamos y contamos nuestras historias, dándonos total apoyo, nadie crítico a nadie, no había ninguna voz más alta que la otra, yo solo podía fijarme en la sonrisa de mi amiga al verme a mí por primera vez hablando de todo lo que me había pasado.

– Cuentas con nosotros Mario– todos dijeron al unísono al terminar de hablar y por primera vez sentí esa frase sincera.

Sin duda alguna fue hermoso ese día, Mariano y Johanne hablaron para la posibilidad de yo asistir a todos sus encuentros en la ciudad y así lo hice, a medida que avanzaba el tiempo fui mejorando y ese equipo ya era como mi familia, todos tenemos derecho a cambiar, tanto así que la terapia en grupo me ayudó acercarme nuevamente a la familia de Johanne, las ideas de morir ya poco a poco se habían borrado de mi cabeza, me di cuenta que era posible soñar con un mañana mejor. Todo si me lo proponía podía volverse realidad y desde ya sabía que no había imposibles sino mentes que establecían sus límites y ya era hora de romper, de derriba mis límites. Con el paso del tiempo también me aventure nuevamente a volver a trabajar y aunque fue dificil acostumbrarse de nuevo, no fue imposible, la redacción de varios artículos sobre el arte en el periódico local se había convertido en mi labor, una que me llenaba de orgullo, quizás algún día podía volver a las tablas.

– Gracias Johanne.

– Gracias Johanne

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Si muero mañana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora