IV

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– Voy a trabajar Mario, yo te recojo por la tarde al salir del grupo de apoyo, no demores en levantarte, recuerdas que hoy trabajas– me dijo Johanne dándome un beso en la frente.

Hoy el día apesar de no estar soleado como me gusta, está hermoso, me levanté de la cama y en lo que me preparaba un buen café, fui directo a la ducha, las gotas de agua caliente limpiaban mi cuerpo como si de un purificador se tratara, hoy sería un gran día en la redacción hoy tenía que escribir sobre el espectáculo de la compañía Vientos del mar que había hecho el Cascanueces, después de eso tendría que ir al grupo hoy con un dia de lectura de los libros que más nos gustan y al final del día teníamos cena en la casa de los padres de Johanne. El día en la oficina avanzaba, todos me habían felicitado por los artículos escritos la semana pasada, siendo la sección de arte una de las más leídas por todos.

– Mario el jefe te llama a la oficina.

– Gracias Lilibeth.

Don Gonzalo me había llamado para felicitarme por mi trabajo y que quería proponerme un viaje dentro de dos semanas, en Villa del Sol se realizaría uno de los espectáculos más esperados del año que iba desde la música, la pintura y el teatro y querian que yo fuera quien cubriera las noticias sobre esa noche tan esperada y que mi artículo no solo estaría en el periódico de la localidad sino también en otros medios informativos.

Ya era de tarde e iba caminando por las calles directo a ver a los chicos del grupo, era increíble cómo todo va cambiando poco a poco, en lo que iba de camino Mariano me llamaria para decirme que habían tenido una idea mejor para el día de hoy y que me olvidará del libro para llevar y que nos esperaba dentro de quince minutos en el salón. Ya llegando comenzó a llover a cántaros sin parar, era suerte realmente no haberme mojado y en lo que nos explicaban el porque no sería tarde de libros, le mandaba un SMS a Johanne para que supiera lo que me habían dicho en el trabajo hoy y que no se olvidará venir a recogerme para ir a comer con sus padres.

– Bueno, chicos hoy hemos cambiado la temática de la tarde, así que prepárate hombre y mujer de los pies izquierdos porque hoy toca baile.

Apesar de no bailar hace ya algunos años, creo que aún tenía el ritmo en mis piernas y es que apenas que pusieron la música, nos dimos cuenta que no sería cualquier baile, era tango.

– ¿Mario bailarias conmigo esta pieza ?– dijo Alan extendiendo su mano hacia mi.

Acepte su invitación al baile más sensual del mundo y al compás de la música nos volvimos uno solo, éramos la pareja de baile  perfecta, éramos la sensualidad personificada, todos lo éramos en el salón, pero entre nosotros había una conexión, en el baile parecíamos dos almas viejas que se conocían desde hace años atrás, su mano en mi cintura en algunos movimientos y su mirada hacia mi eran bombas para mi corazón y cuando la música acabo nuestros rostros estaban tan juntos que podíamos sentir la respiración del otro, todos se nos quedaron mirando dándonos una ovación. Ya estábamos arreglando las cosas para irnos, Johanne había mandado un mensaje hace veinte minutos que ya iba en camino, pero que era difícil moverse en el auto con la lluvia tan fuerte y en lo que los chicos y yo organizabamos una segunda ocasión para un encuentro de baile, Mariano entro por la puerta con su rostro pálido, el se me quedó mirando fijo y con lágrimas en los ojos me pidió que lo acompañará.

– Johanne tuvo un accidente, un camión de carga se fue por el lado contrario y choco el carro de ella.

Mi mente se nublo y mis ojos se llenaron de lágrimas junto con ese nudo en la garganta que me hizo acordar a fono era antes, le suplique al profe que me diera la dirección y apesar de que todos trataron de tranquilizarme, comencé a correr bajo la lluvia, no podía admitir que algo le había pasado a mi alma gemela, mis piernas corrían por si solas mientras mi alma estaba fría como lo estaba mi ropa y mi cuerpo con cada gota de aquella lluvia torrencial, hasta que me detuve en seco al ver el carro de ella totalmente destruido y la policía chequeando toda la situación, mis ojos miraron con terror un cuerpo cubierto con una manta y mi corazón se detuvo, y fui hacia esa manta tirada en la calle y la descubri, era ella y mientras la policía me apartaba de la escena del crimen, mis brazos no se separaban del cuerpo de ella, mis ojos no dejaban de mirar hacia todos los lados, me preguntaba si esto era real o simplemente una pesadilla, grité, grité su nombre.

– Dios ayudame porfavor no la apartes de mi.

Todos los del grupo de apoyo habían llegado al lugar, Alan y Mariano trataron de apartarme de la escena, no podía creer que esto era cierto. No deje de llorar ni de gritar esa noche, Johanne se había ido. En su funeral, estaban todos, al frente sus padres y yo.

– Hijo te toca decir las palabras– me dijo su padre.

Siempre pensé que era ella quién diría unas palabras en mi honor cuando uno de los planes para quitarme la vida hubiera dado resultado, hoy soy yo quien se dirige hacia al altar donde se encuentra pálida en un ataúd.

– Hay personas que llegan a este mundo para hacernos la vida más fácil, más pasajera e incluso menos complicada, siempre imaginé que ella sería quien acabaría dándome unas palabras de despedida a mi, pero ella se aferró a la idea de que mi vida cambiaría y así fue. Un día me comentó que si moría lo único que deseaba es que yo hubiera podido volver amar la vida. Aquí estoy Johanne, hoy estoy aquí, quizás te fuiste físicamente, pero gracias a ti soy otra persona, amo la vida gracias a ti. Si muero mañana estaré seguro que allí estarás para volverte a ver, pero hasta que eso ocurra aquí estaré, viviendo como tú misma me enseñaste. Gracias Johanne.

 Gracias Johanne

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Si muero mañana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora