Bueno, había metido la pata.
No.
Había metido las cuatro ¡Y lo que le sigue!
Sakura caminaba por la orilla de la carretera con el corazón en un hilo, con sus mejillas arreboladas y la respiración agitada a pesar de haber dejado de correr ya hace un rato. La jaula con su canario dentro se balanceaba de un lado a otro conforme ella movía su mano firmemente tomando la argolla.
Había golpeado a un alfa.
No estaba mal ¿Verdad? Según su tía, si algún alfa, hombre o mujer, sobrepasaba sus límites o la tocaba de alguna manera sin su concentimiento, estaba en todo su derecho de librarse del agarre a como le diera a entender su instinto "¿Y tu primer instinto fue romperle de un puñetazo la boca a ese bombón? " Le pregunto esa vocecilla traidora de su mente.
"Cállate, omega" deseo poder decirle, pero sabía que los deseos de su loba interna y ella no estaban muy bien sincronizados cuando su ciclo de celo se acercaba, era normal que la pelirosa tuviese ese tipo de "discusiones" consigo misma.
- ¡Ay carajo! - mascullo la chica pasando su mano libre por su rostro, hasta su cabello y jalarlo un poco con desesperación. Bajo la vista al suelo, a ver la punta de sus tenis como si fuesen lo más interesantes del mundo y suspiro - si ese Alfa se queda aquí más tiempo del que haría un simple turista, puedo darme por jodida - susurro con resignación.
Su tía se lo había dicho siempre, los Alfas son orgullosos, demasiado.
Sin querer pensar de nuevo en el rostro sorprendido del azabache una vez lo derribo de un puñetazo, reanudó su caminata hasta casa de su tía, no estaba muy lejos, ya podía distinguir la cerca que separaba la propiedad de su tía de otras propiedades. Avanzo con calma, cruzo la cerca pasando por un hueco en medio de las maderas y alzó el rostro tratando de borrar todo rastro de molestia o preocupación de su rostro.
Si su tía Tsunade averiguaba lo que había pasado, posiblemente iría a buscar al azabache hasta el fin del mundo para amenazarlo con matarlo si se acercaba a su sobrina, la chica prefería evitar problemas.
Pero su intento de máscara de tranquilidad se trunco cuando vio un auto plateado estacionado frente a la casa, uno que se veía costoso, un auto que Sakura no reconocía ¿Quién era el dueño de ese auto? ¿El viejo Jiraya? Lo dudaba, el viejo alfa que visitaba a Tsunade de vez en cuando jamás cambiaria su carcacha ruidosa por nada ¿Quién podría ser entonces?
La joven decidió no pensarlo más y camino hasta llegar a los escalones de madera que la guiaba a la puerta principal. El canario canto en su jaula y Sakura se quedó de pie tras la puerta, con la mano en la manija, atónita.
- ¡Ya se que es tu hija pero no significa que sea justo que de buenas a primeras vengas por ella sin avisar! - había gritado Tsunade - Habrás traído al mundo a Sakura pero eso no te hace padre.
¿Su padre?
¿Su padre se encontraba aquí? ¿Que?
Sakura recordaba muy escasamente a sus padres, casi nunca estaban en casa cuando ella estaba con ellos, siempre de viaje, siempre visitando a sus hermanos mayores en un internado de Alfas, porque si, tenía hermanos. 2 para ser exacta y ambos eran Alfa, dos hermanos a los cuales ciertamente no recordaba en lo absoluto. Sakura supuso que cuando su despertar se diera, ella sería enviada al mismo internado con ellos, sus padres tenían la esperanza de que fuese Alfa como ellos, su padre, un Alfa recesivo y su madre, una Alfa dominante, sus hermanos de la misma casta y luego estaba ella. La simple Omega.
Con toda la razón la enviaron lejos de casa cuando tuvo su despertar.
Ninguno de sus padres la había visitado en todos esos años que estuvo viviendo con su tía, no llamaban para hablar con ella, a lo mucho llamaban a Tsunade para preguntarle por ella, casualmente su tía le daba los "saludos" de parte de sus padres y con eso bastaba. Sakura llegó a pensar, y con mucha razón, que sus padres simplemente no la querían, sus padres simplemente se avergonzaban de que su hija menor fuese una Omega.
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La marca. SASUSAKU/Omegaverse
RomanceSu vida era totalmente común y corriente, su naturaleza jamás le había dado problemas mayores a lo común y jamás se había sentido afligida por sus ciclos de celos naturales... entonces ¿que era distinto ahora? Su instinto siempre había sido más fue...