La mañana había sido un asco.
Menuda resaca,joder. Creo que jamás bebí tanto, no recordaba la última vez que disfrutaba tanto.
Bajé a desayunar, ni me molesté en mirarme al espejo, tenía que estar hecha un asco. En la mesa me esperaban todos sentados. Robert parecía un oso panda, bueno, yo debía estar peor.
-Bueno, cariño me he enterado que vas a cantar con los chicos de la banda.
Mierda.
-Este... yo- intenté formular.
-Mi vida, no te preocupes -agregó con una sonrisa-No estoy enfadada, de hecho estoy feliz de que hagas amigos.Mi primo no pudo contener la risa. Dios... ¿ en qué me había metido? Si se ve de lejos que los de la banda son un poco idiotas. Estar con ellos, soportarlos, debe ser un puto infierno.
Valeeee, estaba de mal humor.
Más tarde, cuando dibujaba con Owen, luego de ordenar mi nueva habitación para que no pareciera tan vacía -la decoración ya estaba - Alexa me llamó para invitarme a salir. Acepté.
Me dí una ducha y comencé a arreglarme. Unos jeans desgastados y una blusa de rayas fue lo que me puse, me dejé el pelo suelto, no tenía cabeza para arreglarme de verdad.
Estaba cogiendo mi cartera cuando Owen me avisó que habían llegado. Suprimiendo mis deseos de quedarme en la cama y dormir doce horas más, bajé las escaleras.
Alexa me esperaba sentada en el sofá del salón con una expresión de cansancio.
-¡Hey!- saludó- ¿cómo vas?
No tuve que contestarle a eso.
Salimos y Daniel nos esperaba afuera, en su auto. Su saludo fue un asentimiento de cabeza. Parecía cansado.
Odiaba haberle dicho que si a Dylan, había venido aquí para estar en paz,y, tenía la certeza, que con esos chicos no la tendré.
Yo amaba cantar, para mi era la octava maravilla del mundo, me relajaba, pero aún así... no lo sabía.
-Pensaba que no llegábais- exclamó Marcos- ¿dónde está Robert?
-Robert está fatal de la resaca, no pudo venir hoy.Nos sentamos, ordenamos y pasamos toda la tarde charlando sobre cualquier cosa que se nos ocurriera. Todo iba bien hasta que Simon me preguntó:
-¿Y qué tal tus nuevos compis?
-Oh no quiero hablar de eso- !Dios¡ ¿Cómo pude meterme en esto?
-No puede ser tan malo- me animó Alexa.
-!No, es malísimo¡- chillé- No es por nada, pero ese Dylan...De pronto todos estaban mirándome raro. Oh no, no podía ser.
-¿Está detrás de mi, verdad?
No dijeron nada, pero con sus miradas me respondieron.
Me dí la vuelta, y, efectivamente ahí estaba.
Y muy guapo por cierto.
Basta.
Tenía puesta una camiseta color caqui y unos vaqueros. Vamos, que estaba para comérselo con ese pelo castaño y esos ojos azules.
-Eh... hola- dijo un poco serio- Emma,¿ puedo hablar contigo?
-Claro- musité.Lo acompañé fuera del café.
-¿Tu nombre era Emma? - asentí, un poco decepcionada de que no supiera mi nombre- Bueno, Emma yo me llamo Dylan.
Me ofreció su mano.
-Eh...¿encantada? - murmuré y acepté su mano con duda.
Sonrió y casi me derrito.
-Bueno Dylan- intenté parecer amigable- Yo quería decirte...
-Se lo que quieres decirme- interrumpió-Sin embargo te pido que lo pienses.Eso me tomó desprevenida.
-¿Pensarmelo?- dudé- ¿Cómo...?
Si me permites una sugerencia- me miró directamente a los ojos- Lo puedes pensar hoy, a las 9:00, en el bar. Conmigo.
¿Qué acaba de decir?
Creo que he oído mal.
-¿ Invitas a todas las chicas que cantan contigo a salir? - pregunté, medianamente interesada
¿Medianamente?
-No,- me dedicó una sonrisa tan sexy que podría haber derretido el puto Polo Norte- solo a las que me gustan.
Oh Dios.
Paren todo.
Inmediatamente sentí mis mejillas arder, tenía que estar sonrojada hasta las cejas.
-Está bien, iré- afirmé con una sonrisa.
-Pues nos vemos esta noche.Y me besó la mejilla.
Me. Besó. La. Mejilla.
Y así, sin más, me dejó delante de aquella cafetería con mil dudas de que debía hacer o no.