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PARTE 2
HUSTON, Texas
Una semana pasó desde lo ocurrido en Miami con Lionel. Me trataba más cortante que antes, y súper distante. Nada más que un hola y un chau. Cuando salíamos a comer con papá y su familia, él ni me dirigía la palabra. Claro, no nos podíamos olvidar del detalle de que es un hombre casado y con hijos; no lo juzgo por actuar así. Pero lo peor de todo es que me gusta cada vez más. Que no me preste atención, que sea tan prohibido para mí y que aun así haya podido darle aunque sea una probadita.
Camino por el hall del hotel donde me estoy hospedando. Más tarde será el partido de Argentina contra Ecuador, así que tengo que prepararme para ir al estadio. He estado casi todo el día disfrutando de los amenities del Hilton Hotel. El bronceado que tengo es solo de tomar sol en la zona de la pileta. Llevaba unas tres copas de daikiri de maracuyá encima así que andaba medio risueña. Pico el botón y espero el ascensor. Me subo me ojeo en el espejo un poco mientras las puertas se cierran. Aunque me había bronceado, las mejillas las tenía rojas, corro un poco la tira de mi bikini para revelar la marca que había quedado. Me encantaba, finalmente el vestido blanco de hilo se lucia con el bronceado.
Las puertas se abren en un piso que no es el mío y alzo ambas cejas cuando al que veo entrar es a Scaloni. Me mira brevemente de pies a cabeza y justo las puertas se cierran detrás de él.
—Hola —sonrío elevando solo la comisura de mi boca, solo hace un gesto con la cabeza y aprieta el botón de planta baja. Se para al lado mío sin mirarme ni un poco.
Hago una mini mueca y cuando el ascensor da con mi piso estiro mi brazo para cerrar nuevamente la puerta, y a su vez aprieto el botón para frenar el ascensor. Lo hago casi desde la inconsciencia, ni yo entendía por qué hice eso.
—¿Qué hacés? —chista amagando en revertir lo que acababa de hacer pero lo freno, agarrándolo del brazo y haciendo que finalmente me mire.
—¿Por qué sos así conmigo? —susurro la pregunta, ladeando la cabeza y mirándole la boca.
Se siente la tensión. Siento su piel quemando bajo mi tacto. Apuesto a que él tampoco puede evitar sentirse así conmigo.
Lionel respira profundamente, como si estuviera luchando contra sus propios sentimientos. Me mira a los ojos y aprieta la boca.
—Está mal esto, vos lo sabes —murmura con cautela, serio todavía, pero en sus ojos noto que está al borde de la línea.
—Ya sé —asiento aflojando mi agarre en su brazo, pero sin soltarlo del todo. Apenas me doy cuenta que estamos más cercas frente a frente y tengo que levantar la vista porque es más alto que yo—, Pero no puedo dejar de pensarte, no puedo evitar pensar en lo que pasó el otro día.
