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Bajé del avión abrazada a Tom, estábamos jugando a ver si nos caíamos aunque era una tontería. Había enredado mi pierna con la suya y caminábamos como dos tontos que estaban en pedo, varias personas nos grababan o nos saludaban. Al parecer no era tan normal tener a dos famosos haciendo el tonto al frente tuyo.

Tom cayó y me hizo caer encima de él, soltó un grito de dolor cuando mi rodilla se hundió en su estómago y empezamos a carcajearnos cuando nos acomodamos. Éramos dos nenes chiquitos sin supervisión, se sentía increíble no tener a Matt retandonos todo el tiempo.

—¡Nicki! —escuché la dulce voz de una amiga y me levanté rápido.

Busqué por todos lados hasta encontrarla, tenía un cartel rosado que llevaba escrito en grande "Bienvenida Ni", la letra se iba haciendo cada vez más pequeñas y no había entrado mi nombre completo.

Corrió a abrazarme así que me ví obligada empujar a Tom, quien cayó de nuevo en el piso. De un solo salto, terminó encima mío mientras que las dos reíamos y yo la hacía dar vuelta por los aires.

—Mi Martu hermosa —sonreí cuando la bajé, me dió el cartel y enredó su brazo con el mío después de saludar a Tom con un besito en el cachete.

—Ay, te extrañé muchísimo. Que bueno que te vas a quedar —sonrió contenta y besó mis cachetes—. Cuando me enteré que habías venido y yo no estaba, me quise matar.

—No pensaba perderme tu cumpleaños, Tinita —solté con obviedad y Tom agarró mi otro brazo, parecíamos tres viejitos.

—Nuestro cumpleaños —corrigió divertida—. Es obvio que te vamos a hacer una fiesta gigante, encima van a estar todos los chicos en Argentina para ese tiempo.

—No quiero un cumpleaños —arrugué mi nariz negando con la cabeza, quería algo más tranquilo y esa palabra no iba a juego con Martina.

—Lástima porque ya te lo estoy planeando, va a ser todo rojo porque el rojo es tu color —tocó la punta de mi nariz y reí, era un caso perdido.

—Somos el rojo y el rosa —me burlé y ella asintió contenta.

—Y Nicki dos es el celeste.

—Yo quiero ser el verde —pidió Tom con una sonrisa.

Viajamos hasta una cafetería, tenía bastante pinta de ser vintage y me pareció preciosa la forma en la que decoraban las cosas. Descubrí que también era un vivero cuando ví a varias personas comprando bolsitas de semillas.

—Es hora de tu medicamento, Nicole —informó Tom sacando dos pastillas de su riñonera, a esto me refería cuando dije guardaespaldas personal.

Me habían recetado más de cinco pastillas diferentes gracias a mi accidente y sabía que la razón por la que Tom había venido conmigo era para vigilar que las tomara, no lo haría si no fuera por él.

Martina se levantó para ir a pedirnos la merienda y Tom me pasó las pastillas con una botella de agua, tenían un sabor asqueroso y odiaba tomarlas. Pero si no lo hacía, me harían irme o me internarían, según Matt había dicho.

—Te pedí un red velvet porque sé que es tu favorita, y té verde —me informó Tini, causando una sonrisa en mi cara—. A Tom le pedí una cheesecake con café.

—¿Y vos?

—Chocolatada con medialunas —hizo un bailecito y negué con la cabeza divertida, la amaba.

—Me compré un departamento en capital, no quiero vivir con mi mamá así que digamos que me independizo —le guiñé un ojo y enarcó una ceja de forma incrédula.

MIDNIGHT RAIN-Paulo Dybala ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora