CAPITULO 1

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Toda Metrociudad estaba atenta a un solo espectáculo en específico, todos miraban atentos a su héroe volar por el cielo esquivando los lacers provenientes de las máquinas del villano azul. Metroman volaba haciendo acrobacias para evitar ser tocado por los rayos, si bien su invulnerabilidad era suficiente para no ser lastimado por éstos eso lo hacía menos divertido, por lo que para hacer todo más duradero y entretenido le seguía el juego al cabezón.

Y no solo por lo divertido de la batalla, también por otra razón más íntima.


"En vivo con las últimas noticias de hoy, Megamente ha intentado robar el banco local de Metrociudad y Metroman ha llegado a impedirlo"

Decía la reportera de cabello corto a la cámara que era cargada por su compañero pelirrojo y algo torpe, los raitings del programa de noticias conducido por la señorita Richie estaban por los cielos, a todos les interesaba ver cómo su héroe le volvía a patear el trasero a ese fenómeno azul que solo servía para molestar.

–¡Nunca me vencerás!– dijo Metroman destruyendo uno de los robots de Megamente con su visión laser.

–¡Come tierra Metro-tonto!– exclamó el azul disparando con más furia.

El cielo se tenía de rojo y azul por los colores de los lásers, Metroman hacía increíbles acrobacias en el aire dejando a todos los Metrociudadanos impresionados por la destreza del hombre al que tanto idolatraban y amaban.

Es increíble! Metroman ya ha destruido casi todas las máquinas de Megamente!"

El pelirrojo veía como su compañera hablaba del super heroe con un brillo especial en sus ojos, una punzada pinchó su corazón, si tan solo supiera que a la castaña no le atrae para nada el héroe y el brillo en sus ojos no es otra cosa que admiración.

Metroman destruyó el último de los robots del cabeza azul, la ciudad entera celebró y alabó al de capa blanca por su heroica azaña, una victoria más para Metroman y otra derrota para ese fenómeno calvo.

– ¡No celebren nada! ¡Algún día la ciudad será mía!– dijo Megamente huyendo de la escena.

El héroe lo alcanzó sin ningún problema, aterrizando justo frente al azul sacándole un susto.

– Yo no estaría tan seguro Bro – hablo el castaño con su voz estúpidamente seductora que al azul le sacaba de quicio.

– ¡Algún día te mataré!–

Megamente es muy expresivo y dramático, al soltar esa amenaza se puso a menos de 3 centímetros del rostro del super hombre, solo Metroman se dió cuenta de que si corazón comenzó a latir con más fuerza.

– Eso nunca pasará enano, solamente en tus sueños –

Megamente frunció los labios en señal de berrinche ante la palabras del super heroe, gesto que no pasó desapercibido por éste guardando esa adorable imagen en lo más profundo de su memoria. Cómo ya era costumbre lo tomó de la capa y lo alzó ante todos para que toda la ciudad viera y fuera testigo de su derrota, todos abuchearon a Megamente y celebraron su derrota, cada insulto y tomate lanzado se clavaba en su corazón y en su memoria, jurando venganza ante todos aquellos malditos que se han burlado de él.

Odiaba que Metroman ganará siempre, pero sabe que algún día lo vencerá, solo es cuestión de tiempo y de un mejor plan.

El castaño lo entregó a la policía y por milésima vez fue arrestado, solo sería cuestión de tiempo para que volviera a salir de ahí, ya se estaba comunicando con servil por medio de su reloj para comenzar con el siguiente plan de escape.

Metroman se quedó un rato a escuchar la ovación de los Metrociudadanos y todos sus halagos, volvió a su fortaleza lo más rápido que pudo pues no quería que nadie notara la sonrisa de tarado que tenía. Al llegar lo primero que hizo fue entrar a una de las habitaciones secretas, pero ésta era diferente a la anterior... Era la más secreta de todas.

Abrió la puerta para entrar a lo que alguna vez fue el salón de matemáticas de la escuela, o como él azulito la llamaba incorrectamente "Eshcuela" Jamás admitiría en voz alta lo mucho que ama oír esa palabra salir de su boca. El antiguo salón de matemáticas era ahora un cuarto secreto color blanco adornado con fotos y recortes del cabeza azul, las paredes estaban adornadas con recortes del periódico enmarcados, todos sobre las batallas de Metroman con Megamente, pero en su mayoría eran los recortes dónde aparecía Megamente.

La foto principal era una de cuando Megamente era niño, ambos en cuarto grado, pero él había recortado la foto y dejado solo a Megamente. También habían algunas prendas que el azulado llegó a perder en batalla, como un guante perfectamente guardado en una cúpula de cristal o una capa perfectamente planchada y colgada.

El castaño se acercó al sillón en medio de la habitación y tomó un marco, sacó de su bolsillo el recorte de la pelea de hoy dónde se veía a él alzando a Megamente, el azul tenía una mueca de enfado en su rostro y el adorable gesto de puchero en los labios. Enmarcó y colgó la foto, una estúpida sonrisa volvió a adornar su estúpida cara.

– Me gustaría poder decirte lo que siento – dijo a la foto.

Pero no podía, porque el héroe no se queda con el villano.

Él es el héroe, él salva a la ciudad, él vuela hacia el atardecer y él es salva a la chica... Pero no sé queda con el villano.


























Continuará.













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