Capítulo 1

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Juliet

Despierto en mi habitación, mi estómago hormiguea. 

No entiendo cuál es la causa de mis nervios, pero desde anoche ese sentimiento extraño no me ha dejado dormir bien. 

Decido ignorar aquella sensación, me levanto y llamo a mi dama de compañía para qué me prepare un baño. 


- Buenos días señorita Juliet.

- Buenos días, Emilda. ¿Mis padres están ya despiertos?

- Sí, señorita. La señora se está preparando para bajar a desayunar en el jardín. ¿Desea acompañarla?

- Eso estaría bien. Prepárame la tina, por favor. 

- Enseguida, permiso.


Me pongo mis zapatillas y me dirijo al armario, anoche mi madre dijo qué tenía que darme una noticia. Elijo un vestido un vestido largo blanco con flores rosas, la tela es fresca ya qué estamos en primavera y el calor de verano se acerca.

Tomo mi baño y Emilda me ayuda a vestirme y peinarme. Camino por el pasillo y los guardias hacen una reverencia, extrañada quedo al ver a tantos guardias con un uniforme diferente al nuestro. Bajo los escaleras hacia la oficina de mi padre, estoy segura qué ya se encuentra trabajando.

Llamo dos veces a la puerta y recibo un "adelante" por parte de mi padre, al abrir la puerta veo a un  hombre de espaldas a la puerta y mi padre me hace un gesto con la mano para que me acerque. 

- Buenos días.- Saludo.

 El hombre se da la vuelta y me mira a los ojos. Es joven, alrededor de 24-26 años. Su cabello es un castaño oscuro, casi negro. Sus ojos son color marrones claros, con tonos verdes en ellos. Me inspecciona de pies a cabeza, no logro descifrar su mirada. 

Su acto me incomoda, ¿Quién es este hombre?

- Buenos días, hija. Déjame presentarte al duque Llarantino. Duque, esta es mi hija Juliet.

El hombre se pone en pie de frente a mi, es bastante alto. Podría apostar que mide alrededor de 1,90 cm.

Estiro mi mano, él la toma y deja un beso encima de ella. 

- Un placer, señorita Juliet. - Dice mirándome a los ojos.

- El placer es mío, señor Llarantino. 

Suelta mi mano y se queda de pie al lado del escritorio de mi padre.

- Hija, estábamos haciendo negocios. El duque estará por la ciudad un par de días, así qué recibiremos sus visitas durante esta semana.

- Espero qué eso no resulte ninguna molestia, señorita.

La belleza de este hombre es impresionante, nunca había visto a un hombre tan imponente y hermoso.

- No lo será, señor Llarantino, con vuestro permiso me retiro. Me gustaría desayunar con madre. 

- Claro hija, adelante.

Lanzo una ultima mirada al duque, mi estómago está revuelto después de esa interacción.

Bajo por las escaleras y me dirijo hacia el jardín, en donde mi madre se encuentra leyendo lo qué parece ser un periódico. Junto a ella se encuentra Mir, mi hermana mayor.

- Buenos días. - Saludo alegre

- Buenos días, cariño. ¿Cómo has dormido?- responde mi madre

- Hola.- saluda Mir

My BelovedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora