Sabía bien el padre cuando le dijo que el era un trastornado, ese pobre niño que creció careciendo de amor, la consecuencia sería grave, la penitencia mortal y el deseo infinito. Gordi, así le decían sus compañeros, todos los de ese pequeño campamento donde siempre solía jugar a que era un soldado, su supuesto lugar seguro, su suspiro mañanero.
Gordi tenía un placer mortal, el padre siempre invitaba al que se convertiría en su primer gran amor, parece que la vida pone desafíos muy grandes, y justo para él, este era bastante corto. El joven le gustaba curiosear las cosas de Coco, le gustaba mucho ver sus periódicos viejos, los recortes en las fotos viejas donde se miraba su ex esposa y ese característico olor a tabaco. Era su ritual, hasta ahora.
- Sabes, nunca me gustaron los fisgones.
Menciono, tal vez le perdonaría al chico ser tan metiche o quizás no. Retiraría al chico con una brusquedad y cerraría su maletín, con un ceño fruncido le dijo.
- Eres demasiado infantil. No sé porqué tu padre te quiso tener aquí, eres todo un estorbo.
El pequeño solo contenía sus lágrimas, era bastante ridículo que le dijera eso, era normal que fuera así de curioso. No lo quiso pensar, dejó que sus impulsos más escondidos hicieran lo suyo, se avalanzo sobre el y ambos terminaron cayendo al suelo.
Ambos, uno sobre el otro ¿alguna vez se imaginaron a un adulto teniendo una erección con el cuerpo de un chico? Yo creo que no. Las manos de Coco dejaban salir lo que en su mente era una fantasía lúcida, sus palmas yacían en los pequeños y delgados muslos de Gordi.
- Mhm..
Coco sabía que estaría mal, demasiado mal, lo suficiente para que su peor enemigo, y este lo asesinara frente a su hermano, jamás iba a ser perdonado si desvirgaba a su hermano. Pero que más daba, el estaba en todo su derecho, el era un simple fisgón que merecía un castigo.
- Lindo, tu sabes como seducir a un viejo como yo.
Una fuerte punzada en la parte más baja de su cuerpo, sudor corriendo por su mejilla y un lienzo en blanco para mancillar. Sin mirar atrás beso con brusquedad la delgada piel de aquel cuello virgen, sus manos continuaban el trabajo despojandolo por completo de sus prendas. No había vuelta atrás, su lengua recorría su pecho, tórax y entrepierna.
Tal y como quedaron, sucios y llenos de vergüenza, el solo bajaría el cierre de su pantalón, dejando ver la enorme erección. No quiso juego previo, su mano izquierda se poso en el cuello del menor, su miembro estaba justo en la entrada a la gloria, y su mente, esa se encontraba en el infierno más grande de placeres afrodisíacos.
Pov Gordi.
¿Por qué? Así se sentía el sufrimiento, el dolor o el placer. Sus entrañas eran manchadas con un curioso líquido, que iba llenándolo con cada movimiento de Coco. El joven no sabía cómo actuar. Acaso eres virgen, tienes 8 años, ya debiste ser tocado por alguna mujer ¿o no? Patético.
Su mente estaba siendo arrastrada hacia un vacío, los jugos de sus memorias placenteras eran opacados por los bruscos movimientos, su boca no emitía ningún sonido, eran gritos ahogados, sus manos aferradas a la espalda del deudor, ahora este le debía algo muy grande, y su libertad estaba siendo ensuciada.
- ¿Qué sucede? Tienes miedo. Debiste considerarlo antes de existir.
Esas palabras tan crueles hicieron brotar lágrimas, sus mejillas estaban empapadas y su cuerpo ahora era cautivo de algo que el padre siempre consideró de putas. Un olor tan desagradable, que siempre hizo un disgusto en la nariz de el padre. Estando boca abajo no podría hacer nada, igual nunca intento safarse, esa iba a ser su nueva aventura, ser violado continuamente hasta que su mente fuera rota.
- Vamos niño, eres toda una estatua.
Sus dedos estaban penetrando la boca del pequeño, su lengua se había rasgado por las uñas y sus labios estabas rotos también. Pasó bastante tiempo hasta que Coco terminó llenándolo de su espesa semilla, parece que nunca iba a olvidar ser un estatua para el.
- Vas a tener que largarte de aquí, y fingiremos que jamás ocurrio.
Pov. Azulin
Parece una mentira que durante la guerra se enamoraría obsesivamente de Pompom, su segundo al mando y el segundo en su corazón, luego de su querido hermano. Su mente sólo estaba dispuesta a pensar en ellos dos, era algo impresionante, no quería dejar su enamoramiento por Gordi, pero tampoco quería dejar atrás a su querido osito amarillo.
- Gordi. ¿Donde estás? Sabes que no me gusta jugar a las escondidas.
Buscaba a su hermano por todas las camas. Tocó su cama y estaba fría, parece que nadie estuvo dormido en ella ni tampoco descansando. ¿Donde se metió el gordo? Camino hasta el baño donde quiso abrir, estaba con seguro el picaporte.
- Gordi ¿Estas aquí?
No le respondió, siguió moviendo la perilla, le molestaba tanto que el se quedara solo, y estaba dispuesto a derribar la puerta. Tocaba la puerta de forma agresiva, su mente maquinaba tantos posibles futuros, y si el estaba lastimado o quizás alguien lo lastimó.
- ¡Gordi! Abre la puerta. ABRELA YA.
Por fin, luego de ese grito, alguien abrió la puerta, un olor a humo lo asfixio, su rostro se frunció totalmente, ya sabía quién estaba ahí.
- ¿Por qué haces tanto escándalo? No ves que tu hermano se cayó y necesitaba ayuda. Cierto Gordi.
Miro a su hermano, sus ojos estaban algo cristalinos, su mirada se encontraba perdida, parece que todo estaba bien, pero la boca de este parecía roja, como si algo la hubiera estado presionando. Todo se miraba sospechoso, desde cuando Coco era amigo de él, el único amigo, amante o amor que podía tener era el.
- Gordi. ¿Estas bien? Tu boca está algo roja.
Parece que la paciencia deja de ser una virtud cuando llega alguien inesperado, su querido hermano parecía una estatua, desde pequeños Gordi nunca volvió a pronunciar alguna palabra desde la muerte de su madre. Todos piensan que el culpable del repentino fallecimiento de ella era su ex esposo, pero el asesino estaba tan cerca de ellos que podían compartir el mismo oxígeno, cama o comida. Todo le preocupaba a Azulin, su ansiedad por ver a su hermano ser solo un robot que sigue órdenes era asqueroso, y es curioso, bastante curioso, el único que ha escuchado decir algo y no muy coherente fue Coco.
- Bueno. Luego de este conmovedor encuentro de hermanos, me iré a fumar. Hasta luego, Gordi.
Coco salió de la habitación, dejó salir un suspiro aliviado, muchas partes de él estaban cansadas, dar lo mejor de él en una violación no era lo suyo. Pensó ¿acaso fue una infidelidad? Era mejor no hablarlo con nadie. Jamás se sabría que el abuso del querido juguete de Azulin.
- Gordi. ¿Te hizo algo ese idiota? Dímelo ahora, yo me encargare.
Se quedo unos pocos segundos pensando si decirle o no, desde hace un tiempo se había demostrado que Coco era más fuerte que su hermano, tenía miedo, miedo de que si perdía a lo único valioso que le quedaba de su familia iba a quedarse sin una protección, y vaya que si, Azulin lo defendía bastante, pero tampoco era de mucha ayuda, siempre tenía tiempo para burlarse de él o tocarlo en lugares donde no le gustaba.
- Mm.. n-no paso nada.
Azulin no se quedaba contento con esa pequeña respuesta, algo estaba terriblemente mal, el tierno aura que emanaba Gordi estaba siendo opacado por algo tormentoso. Para no parecer sospechoso solo entrelazo su mano con la de el y caminaron fuera de ahí a tomar aire fresco, ya le preguntaría más adelante que sucedió.
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Estatua.
FanfictionSer una pieza de arte era lo peor, todo mundo admiraba lo que yo no podía ver. Quisiera salir de este infierno, mi cuerpo duele y mi corazón estallará. Adiós querida madre, nos vemos en el infierno.