Un sudor frio recorre mi cabeza, la poca luz que entra por la ventana me da un aire nostálgico, decidí darme un respiro. Dentro del laboratorio, la soledad pesa un poco mas, el sueño me va ganando, el reloj marca las 7:23 de la mañana. Sin darme cuenta pase toda la noche en el laboratorio analizando diferentes mutaciones de varios virus, haciendo ensayos y comparando muestras, me serví un café de esos de las maquinas expendedoras que uno le pone 100 y te da un café con leche pero siempre me olvido de seleccionar el azucar antes de marcar. Resignado a tomarme el café amargo recordé que en el locker del laboratorio, había dejado algo de azucar en sobrecitos, mientras tomaba mi café antes de irme empecé a revisar las muestras. Pasó algo muy extraño, decidí volverlo a examinar y otra vez... y otra vez. No podía creer lo que veía, estaba fascinado y al mismo tiempo aterrado.
Coloqué todo en su lugar y cerré el laboratorio, mientras caminaba a la parada del subte me prendí un cigarrillo, el cansancio me ganaba, el subte todos apretados como siempre a estas horas, luego de un par de estaciones conseguí asiento, con la música puesta me quedé dormido... Al despertar hice una combinación con el tren y pude llegar a mi casa.
Dormí profundamente, Ana apareció en mis sueños, ella se veía feliz. Susana me despertó para que comiera algo, luego fui a ver al padre de Ana.
Esta casa me trae muchos recuerdos, vine muchas veces a buscarla aquí, sus padres aún me aprecian mucho, se veían muy contentos al ver a su hija saliendo con un médico, Ana salió a abrirme la puerta, estaba desaliñada, me dió un beso en el cachete y me invitó a pasar.
—¿Te preparo algo para tomar?
—No gracias Ana, no pienso quedarme mucho tiempo ¿Dónde está tu papá?
Ella me hizo señas para que pasara a la habitación de sus padres. Oscar a pesar de estar con un respirador al verme esbozó una sonrisa y extendió su mano para que la tomará, la sujete con fuerza y sentí un nudo en el pecho. Me dispuse a examinarlo, quizas por la emoción no me di cuenta pero su mano estaba caliente, tenía fiebre, no mucha, pero sabía que aquello era algo infeccioso y que no podíamos dejarlo ganar. Luego de bajarle la fiebre con paños de agua fría y darle las instrucciones a Ana y su madre tomé una muestra de su sangre.
—Te vas a poner bien, viejo...
A el le costaba hablar...
—Cla.. Claro que si campeón... Y te venis y nos echamos unas partidas de ajedrez.
—Sí viejito, aprovecha y descansa, te dejo solo con las chicas.
El viejo sonrió nuevamente y se acomodó para seguir descansando.
Ana me miraba con temor. Nunca fui muy bueno para fingir que todo estaba bien. Ella se arrojó en mis brazos y la abracé fuerte... Me miró a los ojos e intentó besarme. Corrí la cara... Sabía que ella no estaba bien, ella ya no me amaba, se encontraba débil y necesitaba un apoyo, sabía que si la besaba ella se hubiera molestado conmigo luego por aprovechar las cosas y yo solo hubiera hecho mas lastimaduras a mi corazón o hacerme ideas que no eran. La verdad yo no la amo pero me importa, fue especial en mi vida, volví a casa, era tarde.
No puedo dormir, estoy preocupado, quiero ir al laboratorio e ir a investigar ahora pero debo descansar.
Logré dormirme... 2:03 de la madrugada suena mi celular, era Ana.
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Historias
Teen FictionEs una historia narrada en primera persona de un virólogo que debe enfrentarse a varias circunstancias donde debe poner a prueba su ingenio mientras resuelve los fantasmas de su pasado.