Capítulo 41 final

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Ana no estaba segura de cómo sucedió, pero ahora Verónica estaba de pie frente a ella con nada más que un conjunto de ropa interior negra a juego. Era simple, sin encajes elegantes ni adornos como los conjuntos que Ana sabía que tenía Verónica, pero no hizo nada para detener el tartamudeo de su corazón en el pecho.

La ropa interior se sentaba perfectamente en sus caderas, sumergiéndose justo debajo de su ombligo. El sostén era escotado, acentuando el oleaje de los senos de Verónica.

"Dios, eres tan hermosa". susurró Ana, su mano flotando entre ellos, desesperada por tocar.

"No deberías molestarme así en el coche. Me tienes toda caliente y molesta."

"¿Yo lo hice?"

Ana apenas podía formar las palabras, su cerebro demasiado ocupado mirando con los ojos la hermosa figura de pie casi desnuda frente a ella. Por mucho que le encantara la vista del océano, no había nada que pudiera superar la escena frente a ella ahora.

La mano de Verónica se estiró y se encontró con la de Ana, guiándola hacia su pecho, dolorosamente cerca de su pecho lleno.

"¿Sientes eso?"

Ana finalmente miró hacia arriba, directamente a los ojos de Verónica, y se concentró. Podía escuchar el viento azotando afuera, el leve crujido del océano, el estruendo del refrigerador, su propia respiración fuerte en sus oídos. Pero también podía sentir el latido constante de un corazón bajo su mano bajo la cálida piel del pecho de Verónica. Fue más rápido que descansar, y una sonrisa tan amplia que le arrugó los ojos se extendió por su rostro.

"Todavía me haces esto, mi amor".

"Sí." Ana murmuró, su rostro acercándose poco a poco al de Verónica.

Un movimiento de su frente y Ana casi se cae de necesidad. La necesidad de tener a Verónica apretada contra ella, debajo de ella, aquí, como quiera que pudiera tenerla superó cualquier otro pensamiento.

"Bueno, ¿Qué vas a hacer al respecto?"

Un hambre insaciable llenó a Ana cuando finalmente cerró la distancia entre ellos, sus manos agarrando firmemente las caderas de Verónica.

Verónica le devolvió el beso con igual entusiasmo, las lenguas y los dientes chocaron mientras se presionaban entre sí. La familiar oleada de excitación cubrió las bragas de Ana, cada átomo de su cuerpo cantó mientras empujaba a Verónica. Estaba tan sensible que la fricción de la tela vaquera áspera de sus jeans cuando se movía contra ella fue suficiente para hacerla jadear. Estaba tan llena de lujuria, el momento tan lleno de urgencia que antes de darse cuenta, sus manos estaban apretando el trasero de Verónica antes de curvarse y levantarla.

Verónica gimió ante el repentino movimiento, pero continuó besándola con fervor mientras la levantaban. Su lengua se sumergió profundamente en la boca de Ana, gimiendo con deseo. Ana sintió el sonido zumbando a través de su torrente sanguíneo y penetrando profundamente en sus huesos.

Dios, ella simplemente no podía tener suficiente.

Ana colocó a Verónica sobre el frío mostrador de la cocina, presionando su mano contra su pecho para mantener la distancia. Verónica parecía tan mareada como Ana, con los ojos muy abiertos y los labios entreabiertos. Se paró entre esas piernas impecablemente hermosas, su mano empujando el pecho de Verónica. Verónica su espalda aterrizó con un ligero golpe contra el granito.

Gravity (VerAna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora