Su Mirada

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Era un poco difícil para Kazuki recordar cómo su vida se volvió de ese modo. Siendo secuestrado a mitad del pasillo de la mansión Suwa hasta el baño en medio de toques indecentes y besos robados.

El pálpito de su corazón era lo único que tenía en mente, golpe tras golpe en su pecho como si se fuera a escapar. Rei tomó su boca, saboreando profundamente cada parte de ella.

Entonces los sintió.

Aquellas piezas tan afiladas como un cuchillo, tan afiladas como la mirada que lo mantenía en su lugar.

—Rei... —dijo entre suspiros y jadeos antes de siguieran devorando sus labios hasta que uno de sus colmillos lo rozó.

El corte fue pequeño, apenas perceptible, pero hasta la más ínfima gota de su sangre le pertenecía él, así que su lengua saboreó con éxtasis.

Rei se separó de Kazuki y le dio la vuelta para que quedara de frente al lavamanos, usándolo de soporte.

—¡Ten cuidado! —le advirtió con palabras ahogadas, recibiendo apenas un “Mnh” como respuesta.

Kazuki no recordaba en ese momento cómo terminó en tal relación con un hombre de tan vagas respuestas.

Le daba igual al momento de sentir su pecho siendo acariciado por las frías manos ajenas. Seguía estremeciéndolo al igual que la primera vez.

Esta mano que recorrió su cuerpo a su antojo dejando tras de sí la ardiente sensación de pertenencia de la manera en que a Kazuki le debilitaba tanto.

Un chillido más que un gemido escapó de su garganta. Ni siquiera pudo reclamar por eso cuando un segundo dedo se unió al primero.

—Bien hecho —Rei susurró complacido en su oído.

Escuchar la profunda voz de Rei lo volvía loco, una corriente eléctrica desde el interior de su vientre bajo. Kazuki hizo su mejor esfuerzo por arquear su espalda hasta que chocó con el pecho de Rei, echando una de sus manos hacia atrás y sostenerse de la nuca del pelinegro.

—Hazlo de una vez —suplicó con la voz entrecortada y casi adormecida por el placer.

—¿No querías que tuviera cuidado? —cuestionó, casi perezoso, sin interés real en hacer lo que le decían.

Los movimientos de Rei con sus manos eran firmes y constantes, empujando en su interior sin reparo alguno. Estaba ansioso por continuar incluso si su voz no reflejaba lo mismo.

Sin embargo, sabía que debía tomar su tiempo en hacer las cosas de manera correcta. Kazuki, como cualquier humano, le parecía demasiado débil. Efímero, pensaba con amargura. Quería hacer que le perteneciera todo el tiempo posible.

—Vamos... Solo hazlo...

Kazuki resopló con fastidio, pero se rindió de inmediato ante la pequeña, muy pequeña, risa burlona de Rei y los golpes que sus dedos fríos provocaban en su interior.

—¡Idiota! —gritó. Su cuerpo volvió a caer hacia adelante, sus antebrazos apoyándose en el lavamanos y la cabeza gacha.

Rei se inclinó y murmuró en su oído:

Sirviendo a la Sangre [ReiKazu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora