Etiquetas: Severus Snape/Harry Potter, Harry Omega, Severus Alpha, los Omega son tomados como criaturas.
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Severus Snape siempre se denominó como una persona perspicaz, la mayoría del tiempo las cosas eran claras en cuanto la pista caía sobre su periferia; su vista, oído e inferencias eran agudas, afiladas de una forma que pocas veces se le escapaba algo y cuando lo hacía, se trataba del mocoso Potter.
Potter parecía escapar de sus sentidos todo el tiempo, por mucho que se esforzara por desentrañar lo que el chico pensaba jamás lo lograba a menos, claro, que usara Legeremancia pero ese era un nivel de destrucción a la privacidad que él no cometió hasta hacía dos años y solo por órdenes del psicópata del director.
Dicho director, parecía estar preocupado por el mocoso que vivió otra vez, no es que Severus no notara como Potter parecía diferente, es decir, no podía captar del todo los pensamientos del chico pero era obvio que estaba pasando por algo en específico que lo hizo caer en algo peor que cualquiera de las cosas que le pasaron anteriormente: depresión.
Snape no era conocido por mimar a sus alumnos y mucho menos al hijo bastardo de Potter, pero comprendía la sensación de la depresión, él conocía el término porque él mismo lo estaba pasando, en el mundo mágico, la depresión se conocía por otro término: desvinculación, esto solo pasaba en dos situaciones, cuando el destinado de una criatura lo rechaza o cuando tu alma gemela moría.
El profesor de pociones sabía con certeza que Potter no podía ser una criatura, si ese fuera el caso, alrededor del año pasado habría pasado por su herencia, ¿tal vez junto a los caídos la llama de la felicidad de Potter se había desvanecido? Su alma gemela falleció y así, la verdadera futura dicha que rodearía la vida del chico no pasaría jamás.
Un rayo de compasión y comprensión aturdió el pecho del hombre.
El alma gemela no necesariamente tendría que ser romántica, a diferencia del destinado de las criaturas, podría ser un hermano —el ejemplo de los gemelos Weasley—, un amigo —como lo eran él y Lily— o un amante —como el chucho y el hombre lobo—, Potter había perdido la mayoría de las personas especiales en su vida por culpa de Voldemort.
Al igual que él, que George Weasley o Remus Lupin, no solo perdieron familia sino el vínculo más especial que podrías encontrar en el mundo mágico, pero Severus sabía que Potter era más sentimental, tenía un gran y odioso corazón, ¿qué decían los Muggles? Ah, si. "Mientras más grande más fuerte es la caída." Aunque no estaba seguro de que se usara en este sentido.
Sus pensamientos eran invadidos por Potter, por una necesidad enfermiza de poder consolar al chico, de hacerle saber que dolía pero no era el fin del mundo, que la desvinculación no sería el final de su vida y que habría personas que lo amarían tanto que pronto no notaría la falta de ese vínculo, Snape lo encontró en el mentorado de Albus Dumbledore, en la amistad de Minerva McGonagall, en los abrazos atosigantes de la matriarca Weasley y la preocupación de su ahijado Draco Malfoy.
Cuando menos se lo esperó, estaba subiendo las escaleras de la torre de astronomía, el olor del viento de madrugada llenó sus fosas nasales, estaban a mediados de octubre, cuando era fresco pero no del todo frío, sus pasos no se detuvieron hasta que la forma de un chico que estaba sentado en el barandal con las piernas hacia el vacío, su pulso se aceleró.
Evitó asustar al chico pero tan silencioso como pudo agarró el hombro del pequeño idiota y lo jaló hacia atrás, la mirada vacía de unos apantallantes ojos verdes lo aturdió, ¿tan afectado estaba que ni siquiera reaccionó al maltrato de Snape? El chico se enderezó y sacudió un poco su ropa, no se excusó por estar fuera del horario de queda solo esperó su castigo como era debido.