Los amaneceres en la Ciudad Escondida eran tan tristes como los sueños que se evaporaban al despertar. El mar estaba siempre tranquilo, pintando su gris de rojos. Angelie se levantaba a la misma hora cada día, temiendo que en un instante le arrebataran su libertad, despertaba con la intención de recolectar miles de recuerdos con los cuales después soñar.
Le gustaban los amaneceres de ahí, porque era como si de pronto pudiera sentir. En Inverna, el sol salía cada cinco años y parecía que los corazones de todos se encendían sólo en esa ocasión. Ella había estado apagada mucho tiempo, en el castillo del rey, paseando entre los corredores de piedra llenos de pinturas a las que les creaba una historia nueva cada vez.
Era difícil salir, recordaba que cuando era niña veía por la ventana altísima del comedor, pisando de puntitas en un taburete que había encontrado en un ático lleno de objetos rotos. Lo más emocionante que había visto eran los caballeros de su padre volver montando sobre las bestias peludas a las que no se podía acercar. Lo demás era nieve, nieve tan congelada con la que no se podía jugar.
Le gustaba la Ciudad Escondida porque era fría, pero podía pasar el día entero mirando desde el balcón, viendo a los niños correr, a los caballeros brindar. A veces encontraba al señor de la ciudad caminando por la orilla del mar.
...
La dama de invierno era un misterio para los habitantes de la Ciudad Escondida, no salía del castillo y los rumores decían que estaba enferma. Había llegado tres semanas atrás, con las manos cruzadas sobre el regazo y un vestido con los colores de su casa real, había entrado al castillo, al lado del príncipe, para no salir jamás.
Las leyendas sobre ella se propagaban en cada baile y cada reunión, algunos contaban que se había convertido en hielo como los habitantes de Inverna y la miraban en el balcón hasta que los ojos de la chica bajaban hacia ellos y se iban asustados, otros pensaban que simplemente era demasiado refinada para estar entre el pueblo y a los niños se les decía que era una bruja, que había llegado a robarse la vida del señor de la ciudad, pues desde que ella había llegado él se veía cada día más infeliz.
...
En el gran continente de Silenia, pocos podían contar haber visto la belleza de la Ciudad Escondida: la cascada más allá del mar, el bosque gris, las llanuras de tierra roja y los valles verdes que se extendían hasta donde nadie jamás volvía; el cielo gris y los amaneceres rojos: la Ciudad Escondida era el sueño en el que todos querían vivir.
Excepto los que sabían la verdad, porque cada piedra contaba la historia de una muerte y una caída y las olas que lamían los pies recordaban historias a las que no se podía volver.
Miraba aquel hombre el horizonte, a veces volvía los ojos al castillo, a aquel balcón, para ver la tela blanca del vestido de su futura esposa moverse contra el aire. Y seguía caminando, metido en los pensamientos de un príncipe sin rumbo.
...
Angelie dio la vuelta delicadamente, como si cada parte de ella se uniera en el movimiento del viento y la gracia se extendía hasta las mangas de su vestido, su cabello rojizo atado en media coleta caía libremente por su espalda y las cejas pobladas sobre los ojos grises le enmarcaban los rasgos redondeados. Acababan de tocar la puerta por lo que asintió a su dama de compañía y esta se apresuró a abrir.
Mantenía las manos unidas sobre el regazo cuando el príncipe heredero entró. Angelie sintió como el viento frío corría por la habitación y los rodeaba como en una esfera. Sonrió, aunque el príncipe nunca le sonreía de vuelta, ella demostraba siempre lo encantada que se encontraba en ese sitio.
—Mi señora —saludó con una inclinación de cabeza, con la voz ronca que nunca se elevaba demasiado.
—Su alteza. —respondió Angelie haciendo una reverencia, con su voz que parecía provenir de muy lejos. El príncipe heredero levantó la vista hacia ella cuando la escuchó, la dulzura que derramaba en cada palabra siempre le hería el corazón. La miró con una tristeza alojada en los ojos, una tristeza que iba más allá de su saber. Angelie se encogió un poco sobre sí misma, aguantando las ganas de ir a conciliarlo. Durando un segundo aquel acto, el príncipe se recompuso.
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La Ciudad Escondida (Yoongi x OC)
FantasyLa guerra se avecina. La pelea entre el sur y el norte está cerca. Y el príncipe Yoongi deberá enfrentar a su mayor enemigo. El rey Jungkook ha sido coronado muy joven y su avaricia lo llevará a iniciar una guerra que nadie está preparado para vi...