ladies nigth

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Era complicado decirlo en voz alta sin sentir vergüenza de sus deseos internos. Es decir, en medio de la calle, sosteniendo en una de sus manos un café helado y en la otra, una servilleta medio arrugada. No sabría con exactitud qué hacer, ¿correr hacia su principal destino? ¿continuar viendo como boba a la chica frente suya?

Bajo sus cinco sentidos, y lo que la mayoría haría, seria caminar serenamente por donde se supone debería ir, pero vaya que no deseaba hacerlo; sonriendo tímidamente, mientras evitaba caer en los charcos bajos sus pies y ensuciar sus zapatillas blancas, saludó a la figura dominante que recién la vio.

Recibiendo un asentimiento de cabeza como respuesta, suspiró por lo bajo: - Me alegra que hayas regresado. - dio un paso adelante, emocionada. - Pero esperaba un poco más de emoción en tu rostro al verme. - realizó una mueca, bebiendo de su café. Soltando un chasquido al último, saboreando lo que restaba de este.

La contraria rodo sus ojos ante tal comentario, conociendo perfectamente la forma en cómo debería cuidar sus palabras, ya que, la chica frente a ella parecía estar en un estado de dudosa estabilidad emocional.

- Yo también.

Fue lo único que dijo antes de girar su cuerpo y colocar su casco.

La mirada indignada de la chica no se hizo esperar y, a punto de abrir la boca para quejarse, fue detenida por un objeto que acaparó su atención. Tocando su pecho se encontraba el otro casco a juego, parpadeo algo confusa pero no dudo en tomarlo, abrazándolo levemente. Fijo su vista en la conductora, quien mantenía su atención al horizonte, aquello no hizo más que acelerar sus latidos debido a lo hermosa que lucía de perfil; su corazón desemboco como loco, desconocía si era debido a que tomó cafeína cuando lo tenía perfectamente estricto, pero no le tomo importancia.

Su entera atención ahora estaba sobre la calidez que embriagaba su cuerpo.

Recostada sobre la espalda de la que anteriormente pensó en degollar con sus propias manos, sonrió. Pegó su mejilla con fuerza, esperando callar con el chirriante sonido de las llantas contra el cemento, su joven corazón emocionado; quien, con solo el pensamiento de poder sentir que le importaba a aquella joven de mirada inexpresiva, le hacía brincar de un lado a otro.

Aunque realmente.

- Quiero besarte, Hyunjin.

Susurró contra el viento.

Rojo.

- Disculpa ¿dijiste algo? - la susodicha preguntó una vez detuvo la moto, sin poder girar más que mantener su mirada en la carretera. - Perdona Chaewon, no puedo escucharte bien con el casco. - señaló su cabeza, aun sin mirarla.

Verde.

Chaewon negó con su cabeza y aspiro aire por la boca, cerrando sus ojos a la par que ceñía por completo sus manos sobre la cintura de su mayor.

- No, ¡vamos avanza! - gritó alentándole.

Obviamente, sabía que no valía la pena perder esa complicada amistad, por un simple capricho de media noche.

¿O quizás sí?

- Gracias por traerme. - agradeció una vez se bajó del pequeño vehículo. - ¿Te quedaras muchos días? Mh.

Espero alguna palabra de la contraria, pero como lo supuso, no recibió nada más que un asentimiento de cabeza; y esos grandes ojos de aquella cachorrita que perturbaba de vez en cuando sus más íntimos sueños, mirándole sin ninguna pizca de querer irse. Kim Hyunjin juega con su mente. Ambas lo saben. Pero realmente no piensan de la misma manera. Tal vez la pelinegra quiera una aventura amistosa, de esas divertidas que suele disfrutar cada fin de semana y donde suele ser invitada; pero Chaewon no, no está dentro de la misma sintonía.

aguardiente y limón | Hyunwon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora