El ruido constante de la ciudad se desvanecía mientras Shaky caminaba por las concurridas calles. Con una mirada indiferente, observaba a las personas pasar, sumergido en sus propios pensamientos. Al cruzar una esquina, chocó accidentalmente con alguien."¡Lo siento mucho!" se disculpó, sin levantar la vista.
"No te preocupes," respondió una voz suave y amable.
Shaky alzó la mirada y se encontró con los ojos de Tae, un joven de aspecto tranquilo y sereno. Aunque Shaky notó que algo en Tae le resultaba intrigante, intentó ignorar esa sensación y continuó su camino.
Más tarde, en una cafetería cercana, Shaky se sentó en una esquina solitaria mientras sostenía un libro. Sin embargo, su mente divagaba y apenas prestaba atención a la lectura.
En ese momento, Tae ingresó en el establecimiento y, al notar a Shaky, decidió acercarse. "¿Puedo sentarme contigo?", preguntó cortésmente.
Shaky no tenía motivos para negarse, así que asintió. "Haz lo que quieras", dijo con indiferencia.
Tae se sentó frente a él, manteniendo su sonrisa tranquila. "¿Qué estás leyendo?", preguntó por mera curiosidad.
"Un libro sobre historia", respondió Shaky sin mucho entusiasmo.
"Es un tema interesante", comentó Tae, tratando de entablar una conversación.
Shaky simplemente asintió con desgano, no mostrando interés en prolongar el diálogo. Sin embargo, Tae no se desanimó y siguió intentando hablar sobre diversos temas.
A pesar de la aparente falta de interés de Shaky, Tae parecía no rendirse, encontrando alguna manera de entablar una charla breve en cada ocasión. Poco a poco, Tae empezaba a descubrir que detrás de esa fachada de indiferencia, Shaky ocultaba algo más, una especie de barrera que lo alejaba de los demás.
Mientras tanto, Shaky también notaba que a pesar de su constante negativa a establecer una conexión más profunda, Tae parecía genuinamente preocupado por él. Aunque no podía negar que la presencia de Tae ejercía un extraño efecto sobre él, Shaky estaba decidido a no permitir que la amabilidad de alguien más lo afectara.
La tarde continuó transcurriendo, y Shaky y Tae se encontraron en una exposición de arte que casualmente visitaron al mismo tiempo. Nuevamente, sus miradas se cruzaron, y esta vez, Tae decidió acercarse a Shaky para compartir sus impresiones sobre las obras.
"¿Qué te parece esta pintura?", preguntó Tae señalando un cuadro abstracto.
Shaky observó la obra por un momento antes de encogerse de hombros. "No entiendo mucho de arte", respondió, tratando de desviar la conversación.
"No hace falta ser un experto para apreciar el arte", dijo Tae con una sonrisa. "Cada persona puede tener una interpretación única."
Aunque Shaky no quería admitirlo, esa simple observación le hizo reflexionar. Quizás había más en la vida de lo que había dejado que los demás vieran. Sin embargo, no estaba listo para abrirse por completo.
Conversaron un poco más sobre la exposición y otros temas triviales. Aunque Shaky continuaba mostrando su indiferencia, Tae parecía disfrutar de la compañía, sin esperar nada más a cambio.
Mientras caminaban fuera del lugar, la lluvia repentina los sorprendió sin un paraguas. Shaky maldijo su mala suerte, pero Tae, sin inmutarse, sugirió que se refugiaran en una pequeña cafetería cercana.
El aroma a café llenó el lugar mientras Shaky y Tae se sentaban en una mesa junto a la ventana. El sonido de la lluvia en el cristal creaba un ambiente acogedor.
"Creo que voy a pedir un café caliente", dijo Tae.
"No sé cómo puedes beber algo tan caliente en un día así", comentó Shaky, aunque en su interior, sentía cierta curiosidad por la elección de Tae.
"Me gusta el contraste entre el frío exterior y el calor de la bebida", explicó Tae con calma.
Shaky asintió, sin saber bien qué decir. La indiferencia que tanto había cultivado en su vida se estaba resquebrajando poco a poco, y la compañía de Tae lo estaba afectando más de lo que estaba dispuesto a admitir.
"¿Y tú? ¿Qué vas a pedir?", preguntó Tae cortésmente.
"Un té helado, supongo", respondió Shaky, sin darle demasiada importancia.
La charla continuó entre sorbos de café caliente y té helado. Shaky aprendió que Tae tenía una pasión por la fotografía y que le gustaba pasear por la ciudad en busca de escenas interesantes.
Aunque Shaky intentó mantenerse en su papel de indiferencia, no pudo evitar sentirse intrigado por la personalidad tranquila y genuina de Tae. Sin embargo, también se dio cuenta de que no podía permitirse bajar sus defensas. Había vivido mucho tiempo bajo el manto protector de la indiferencia, y cambiar eso significaría enfrentar sus propios miedos y vulnerabilidades.
Al finalizar la tarde, Shaky y Tae se despidieron con una sonrisa y un intercambio de números de teléfono. Aunque se despedían, era evidente que sus vidas volverían a cruzarse en algún momento.
El día que comenzó con un encuentro casual entre dos personas con actitudes opuestas llegaba a su fin. Shaky continuaba negándose a reconocer la química que surgía entre ellos, mientras Tae respetaba su deseo de mantener la distancia.
Así, el primer capítulo de su historia aún no había llegado a su conclusión definitiva. Sus caminos se separaron por el momento, pero el destino tenía otros planes para ellos. En algún lugar del futuro, las barreras de la indiferencia se enfrentarían al desafío de la verdadera conexión. Pero eso, solo el tiempo lo sabría.