carro

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Jaehyun era un conductor muy responsable, cuando quería.

Usaba el cinturón de seguridad, priorizaba al peatón y nunca excedía los límites de velocidad permitidos ni manejaba ebrio o drogado. A pesar de tener muy buena educación vial; en estos momentos, tirando la decencia por la borda, Jaehyun estaba siendo un conductor bastante irresponsable: Ocupando una de sus manos para maniobrar el volante y la otra para guiar el subibaja que hacía la cabeza de Juyeon mientras ocultaba el pene erecto del conductor en su garganta.

Ventanas cerradas, música trap en el estéreo y una larga carretera a la luz de la luna con ocasionales faroles de cuchilla que daban el toque necesario para que Juyeon se sintiera tan ansioso por guardar toda la verga de su hombre en su garganta apenas se daba rato para jalar aire.

Se las sabía todas: Solo el glande, a la mitad, solo lamer los costados, masturbar, recorrer de base a glande, aguantar la respiración y tragar mientras la tenía golpeándole la úvula; terminar con los ojos aguados. Juyeon estaba haciendo todo lo que se le ocurría para asegurarse de que Jaehyun estuviera pasando un muy buen rato.

Un hilo de saliva separaba la boca del pelinegro del recién descubierto miembro de Jaehyun que observaba a un jadeante Juyeon lamerse los labios y levantar una mirada iluminada que lo miraba con devoción, en espera de aprobación.

– ¿Te está gustando? – Pregunta Juyeon mientras vuelve a rodear el pene aún erecto de su conductor y lo aprieta antes de empezar a recorrer todo el cuerpo cavernoso con sus manos apretando levemente

Las percusiones de la canción retumbaban en las bocinas del carro, Jaehyun solo pudo soltar una breve risa mientras elevaba la pelvis y contraía los glúteos; con su mano derecha acariciaba la espalda de Juyeon hasta que dio dos golpecitos e indicó que era momento de que dejara de hablar y volviera a su tarea anterior.

– O sea que sí – Soltó antes de volver a colocar el pito de su hombre de nuevo dentro de su boca.

Jaehyun soltaba breves frases e intentos fallidos de gemidos semi-ahogados de vez en cuando cada que Juyeon tocaba algún punto sensible que inundaban el coche mientras atravesaba una autopista que parecía llegar a ningún lado; las cuchillas de luz desapareciendo de poco en poco hasta topar con la completa oscuridad de la noche. El conductor empezó a bajar la velocidad.  

Cuando por fin dejaron de moverse, el ocupado hombre con la boca aún llena empezó a encender su sentido de alerta y alzó la mirada para encontrarse con un extasiado Jaehyun que jugaba con las finas hebras negras del cabello lacio de Juyeon.

Cerró sus ojos y sintió como el hombre en el conductor empujó su pelvis hacia su rostro, así que abrió más la mandíbula y tragó, un gemido escapó de los labios de Jaehyun.

Arcadas y sorbidas, el sonido de la saliva escapando de la boca de Juyeon cada que  se desocupaba la garganta para dar paso al aire inundaba el automóvil.

Jaehyun levantó el mentón de Juyeon, su mirada fija en aquellos labios carnosos entintados y húmedos que sorbían un hilo de saliva y se relamían el labio inferior. 

– Eh – tuvo que tomar su pito y volver a levantar la cabeza de Juyeon antes de que se volviera a entretener – ¿No quieres pasar al asiento de atrás?

El pelinegro cerró sus ojos y cuando los abrió de nuevo, mordió su labio antes de reincorporarse en su asiento, negando con la cabeza. Tomó la verga de Jaehyun y lo volvió a ver con determinación.

– No me da tiempo para nada más. Perdón. – Soltó con una mirada de pena y apretó la mano que envolvía el pene de Hyunjae para continuar con lo que hacía hasta hace unos segundos.

Jaehyun suspiró y solo pegó su cabeza al cabezal del asiento, retorciendo su cadera para explorar espacios de la garganta del pelinegro. El bailarín estaba fascinado con lo profunda que podía llegar a ser la garganta de Juyeon.

Con la música tan fuerte retumbando en las bocinas del carro, Juyeon no escuchaba el timbre de su celular, y aunque Jaehyun sí notaba el teléfono vibrando e iluminándose; no quería que nada ni nadie lo distrajera de lo que estaba haciendo tan bien. Solo por este momento lo quería solo para él.

Cuando por fin sintió estar por ver la luz al final del túnel, Jaehyun separó la boca de Juyeon y, apachurrándole los cachetes susurró:

— ¿Los quieres?

Juyeon, aunque no tan fascinado con la idea, solo pudo tragar saliva y verlo con mirada de ciervo desahuciado cuando asintió mordiendo su labio inferior desde adentro. La mano de Jaehyun comenzó entonces a recorrer de arriba a abajo su propio pene mientras Juyeon lengüeteaba el escroto del conductor. Una escena de película erótica barata. Y sucia.

— Oh bebé, lo haces bien.

Jaehyun se electrizaba de vez en cuando mientras seguía con su sube y baja hasta que, de nuevo, tomó la sien de Juyeon y lo obligó a mirar como, gota a gota primero y luego a chorros comenzaba a brotar un líquido blancuzco que acabó salpicándole la comisura de los labios y la nariz. Jaehyun rió.

— Eres guapo.

Cuando terminó de venirse en el rostro del pelinegro, reclinó su asiento y sacó de la guantera unos kleenex para que Juyeon se limpiara el infanticidio que acababa de derramar sobre su piel.

A pesar de que la música no había terminado de retumbar en el carro, el silencio entre los dos comenzaba a abochornar el lugar. Juyeon revisa su celular.

Cuatro llamadas de Lee Ma

Si no terminaba lo que estaba haciendo y tomaba el siguiente autobús, era asunto perdido.

— Me tengo que ir — dice mientras termina de limpiarse y envuelve el kleenex en otro.

— Déjalo ahí, luego limpio. ¿Tienes cómo regresarte? — Pregunta Jaehyun, ahora interesado en su teléfono celular.

— El autobús no tarda en pasar. Si me voy ahorita igual y llego.

Juyeon sabía que no tenía que esperar nada de los hombres pues estaba acostumbrado a recibir tratos fríos después del sexo y él mismo estaba dispuesto a tolerarlos, después de todo, solo era sexo casual. Sin embargo, algo muy dentro de él esperaba que Jaehyun tuviera el gesto de cuando menos acercarlo.

— Va, me escribes cuando llegues.

Jaehyun aparta la mirada de su celular y sonríe esperando a que Juyeon abra la puerta.

Cuando cierra la puerta detrás de él y presiona play en su teléfono, Juyeon se siente indignado y harto al mismo tiempo. Imbéciles al fin de cuentas, piensa para sí.

Cuando salió del callejón oscuro de mala muerte al que lo metió Jaehyun, tuvo que tragarse la pena de que alguien oliera su boca y reconozca el olor a sexo y se subió al siguiente camión que encontró sobre la avenida, muy a pesar de que no cabía ningún alma más. Sabía que, si ya estaba muerto, con un segundo más que se tardara, hacía más grande el hoyo sobre el que enterraría su cuerpo. Su mamá ya estaba enojada.

shut up | JUJAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora