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Mi nombre es Ninshi, soy un estudiante de arte en una de las mejores universidades que existen, siempre había tenido una vida normal, iba a la universidad y luego volvía a casa para terminar tareas pendientes o ayudarle a mis padres con asuntos de sus empleos, todo estaba bien a excepción de que siempre he odiado mi condición, no se supone que deba odiar ser un omega pero lo odio, siempre era lo mismo de regreso a casa, burlas, acoso y miedo de que uno de esos alfas se tomara la atribución de tomarme en plena vía pública.
Para tener diecinueve años en ese entonces yo había podido librarme de ser usado y desechado como un objeto porque mis padres durante mi adolescencia habían sido sobre protectores conmigo, no salía a ningún lado sin ellos, no tenía permitido salir con amigos, mucho menos novio y ni hablar de las fiestas o pijamadas a las que mis compañeros de clases asistían, eso siempre me frustró, ¿porqué ser omega me limitaba tanto?.
Bueno la respuesta aún no es clara pero puedo hacerme una idea de ella.

Era un miércoles por la tarde, las clases habían terminado y yo estaba hambriento, fui a la cafetería para ordenar algo de comer pero por la hora me comentaron que ya no había nada aparte de dulces y ese tipo de cosas, me di la vuelta luego de despedirme, sabía que la cafetería de la escuela era así pero esperaba tener mas suerte, estaba empezando a oscurecer pero adoraba ver el campus de noche podría parecer un poco tétrico para algunos y para otros desolador y triste pero esa vibra me gustaba, era relajante además que me recordaba más a una de esas películas sobre vampiros y romance que a una de terror o asesinos.

Aunque disfrutaba de ese paisaje... el darme cuenta que solo quedaba yo en el lugar y un par de personas de intendencia en las que al menos yo nunca he podido confiar por la manera en que he visto cómo miran a mis compañeros, no dudaría si alguien dijera que fue acosado más allá de una mirada y por culpa de mis padres era muy asustadizo en esas cuestiones, me daban mucho miedo los alfas, no confiaba en ellos en lo absoluto llegue al punto en que estar a solas con uno me hacía temblar aún sin que hubiera una razón justificada para temerles. Bueno pues no podía quedarme más tiempo en ese sitio, me apresuré para salir del campus y comencé a caminar en dirección a mi casa, llegando probablemente mi madre me daría algo para comer y luego podría hacer mis deberes para dormir sin preocupaciones.
Caminaba rápido pero aún así parecía que no avanzaba nada, estaba en una calle sola, oscura y sombría, me había puesto una sudadera holgada para el frío pero también para ocultar mi cuerpo, siempre trato de pasar desapercibido, es un poco tonto e infantil pero esta ropa me hacía sentir seguro como si la ropa holgada me pudiera hacer invisible, ojalá hubiera sido así.

Esa noche durante el trayecto apenas a una cuadra de la universidad ocurrió algo que cambió mi vida para siempre, una camioneta blanca se detuvo en seco a un lado de mi, intente correr al escuchar el ruido particular que hacen los autos cuando frenan de golpe pero un par de hombres encapuchados me alcanzaron y a jalones me llevaron hasta la camioneta, cubrieron mi boca para que no pudiera pedir ayuda pero tampoco es como si alguien en ese solitario lugar hubiera podido escucharme, cuando me tuvieron dentro me soltaron por unos segundos, solo en lo que ellos se acomodaban y cerraban de golpe la puerta de la camioneta, mis esperanzas de escapar desaparecieron.
¡Por favor déjenme ir!.— Les dije rogando, estaba muy asustado, jamás pensé que mi peor pesadilla pudiera convertirse en realidad, me ataron y me amordazaron, no sabía a donde me llevaban y por mas que supliqué que no me llevaran con ellos solo se burlaron y me ignoraron, todo el camino fui llorando en silencio, mi pulso estaba acelerado, sabía que a este paso podría desmayarme del miedo pero eso solo empeoraría las cosas porque no podría ser consciente de lo que me fuera a suceder, miles de ideas rondaban por mi cabeza, quizá me violarían y me dejarían tirado en alguna calle en el mejor de los casos pero no quería ni pensar en el peor, podría jamás ver a mi familia de nuevo.
Tengo la sensación de que esta puta será bien pagada, en qué burdel crees que nos ofrezcan más?.— Sentí un par de grandes manos tocando mis caderas, me quejé por el contacto, jamás me habían acariciado así.
—No irá a ningún burdel, vamos a apostar mucho más alto por él... Bueno eso depende de un pequeño detalle.— En ese momento uno de ellos bajo mi pantalón y levantó un poco mi sudadera, me sentí vulnerable y expuesto pero no podía hacer más que removerme e intentar pronunciar un "no", más cuando esas manos buscaron mi entrada con la supuesta intención de revisarme.
—Es nuestra noche de suerte, míralo. Es Virgen.—
El otro hombre se acercó y me tocó de la misma manera que el otro, mientras el conductor de la camioneta se giraba para intentar ver también, sentí mucho asco de mi mismo por la manera en que miraban esa parte tan privada de mi cuerpo, todo era mi culpa por no regresar cuanto antes a casa y ahora no lo haría nunca mas.
—Podríamos desvirgarlo y solo entregarlo a un burdel, no quieren?.— Negué con la cabeza como si me hubiera preguntado a mi pero ellos no se interesaron por mi opinión en ningún momento, por suerte para mi el conductor hablo. —Cubran al chico, no vamos a perder dinero por su calentura, cada día me sorprende más su estupidez.— Me dieron una nalgada tan fuerte que me hizo llorar más, me había dolido mucho pero al menos obedecieron y me volvieron a acomodar la ropa.
Puto aburrido.— Aunque ya había recuperado la seguridad que me daba la ropa yo deseaba poder desaparecer, tal vez no me harían nada ellos pero su intención no era usarme y devolverme.
—Mierda, entonces jodelo y luego nos repartimos la miseria de dinero que nos darán.— Ellos comenzaron a gritarse y discutir sobre mi destino, las cosas se podrán peor, lo supe esa noche.

Dolor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora