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Ninshi

Pasaron varias horas para que por fin llegáramos a a ese sitio del que hablaron durante el viaje, una bodega, nunca vi exactamente cómo era por fuera pero si tuve la mala suerte de conocer su interior, era oscuro y frío.
Recuerdo el momento en que llegue, me bajaron cargando y yo no podía hacer nada más que un inútil intento de salvarme a mi mismo, ya había oscurecido más, no tenía salida para este punto, cuando entramos las luces estaban apagadas casi no podía ver nada pero si distinguía tenues siluetas en lo que parecían ser grandes jaulas, me asuste mucho, no era estupido era definitivo que nunca mas volvería a mi vida normal pero tenía la esperanza de que quizá alguien llegaría a salvarme de lo que el destino tenía preparado para mi.

Con mucha fuerza fui lanzado dentro de una de esas celdas, me quejé por el golpe había sido demasiado brusco, nunca estuve equivocado cuando dije que los alfas eran los más horrible que podía existir desde siempre me costo creer que en algún punto llegaría uno que me trataría con cariño porque toda mi vida los he visto actuar como unas bestias.
—Desátalo.— Vi a un chico acercarse a mi para hacer lo que le habían ordenado, era un omega como yo y al parecer estábamos en la misma situación, él se veía demasiado mal parecía que no había comido en semanas además de su ropa que estaba un poco desgastada.
—Muy bien, escúchame omega... Por ahora te quedarás aquí y vas a portarte bien, si lo haces te daremos comida mientras estás con nosotros.— El alfa se dirigió a mi, yo ya no estaba amordazado, por fin podía hablar y tenía tantas cosas que decir pero las palabras no salían de mi boca, nunca antes en mi vida me había sentido así.
—¿A donde... me van a llevar? Por favor qui-quiero volver a mi casa.— Metí mis manos entre las barras de la celda para tomar de la camisa al hombre que me había capturado, estaba temblando y mis lagrimas salían sin parar, estaba indefenso.
—Tranquilo, no estarás aquí por mucho tiempo, eres un omega limpio y puro, pronto estarás en tu nueva casa...—
Sería raro decir que al menos al soltarse de mi agarre fue un poco más considerado, lo hizo con cuidado y se fue sin decir más, no había conseguido ninguna respuesta que pudiera ayudarme a resolver que pasaría conmigo de ahora en adelante, por todo lo que dijeron durante el camino no tendría una vida feliz como había planeado. No lo soporte más y llore en voz alta, llame la atención de los demás omegas que estaban ahí, mi compañero de celda se acercó a mi y me abrazo. —Tranquilo, no te pongas así... si los haces enojar pueden hacerte mucho daño.—
No sabía nada de esos chicos, seguramente habían sido traídos de la misma manera que yo, aún así ninguno pudo escapar ¿que me hacía pensar que yo sería la excepción?, todo estaba arruinado.
Cuando pude tranquilizarme un poco, supe el nombre mi acompañante, Zet, era un omega un par de años más grande que yo, me contó que por desgracia él ya no saldría de ahí nunca pues detrás de la puerta que se encontraba al fondo había un motel donde algunas veces rentaban los servicios de los omegas que tenían ahí, estaba haciéndome la idea de que ahora en adelante esa sería la manera en que viviría pero Zet dijo que yo no me quedaría ahí.
¿Entonces que van a hacerme?.— Suspiro y se alejo, lo noté un poco tenso.
—Bueno... ya deberías tener una idea, los omegas jovenes y bonitos, les son útiles en lugares como estos pero los omegas virgenes y... bueno lindos son mucho más costosos, cuando yo llegue aquí no era Virgen es por eso que sigo aquí.— Yo no supe que responder, había estado guardando mi virginidad para el alfa que me hiciera sentir que no debía temerle, era algo muy valioso para mi, ni siquiera yo había tocado mi cuerpo aún, aunque hubo momentos en que mi celo era intenso yo pude controlar mis instintos.
—Pero eso que quiere decir...? Sino me voy a quedar aquí ¿donde me van a llevar?, tienes que ayudarme a salir de aquí.—
Zet negó y veía en su mirada la pena que le daban mis súplicas, a donde yo mirara solo veía rostros llenos de miedo y algunos parecían estar destrozados por dentro, como si lo que habían vivido rebasara cualquier tortura.
—No se exactamente a donde te llevarán pero si se que será fuera de este país, tal vez al occidente, ahí las subastas dan mejores resultados.— Decidí que era momento de dejar de preguntar para no seguir dañándome emocionalmente a mi mismo, tenía que calmarme para intentar salir de este sitio, tenía que haber alguna forma y claramente estuve días buscando cómo escapar de esas rejas.

Nada dio resultado.





Agares

No podía estar más ansioso, había acordado con algunos clientes frecuentes tener un nuevo "juguetito" para el fin de semana pero los vendedores no se habían comunicado conmigo durante toda la semana pasada y a este punto seguramente no lo harían
No tenía muchas opciones, me habían comentado que llegaría un cargamento de nuevos omegas con otros proveedores, orientales, nunca había adquirido omegas de esos, para mi gusto eran demasiado frágiles y yo necesitaba empleados que fueran resistentes, no quería que a la primera noche murieran o cualquier otra cosa pero al no tener más opciones llegue al lugar donde comenzaría el evento.

Llevaba el suficiente dinero para comprar algo decente esa noche, sería exótico tener este tipo de omegas quizá llamaría la atención de nuevos alfas con dinero para malgastar, tenía que ser positivo.
Pronto las luces de lo que simulaba un teatro se encendieron y luego de un espectáculo con bailarines por fin nos invitaron a pasar a una bodega, no estaba acostumbrado a este método de venta, regularmente había una subasta pero estos chicos estaban dentro de una celda y en una placa tenían su precio, no menos de 100000 euros el menos costoso aunque para mi era más que accesible.
Eran bonitos pero muy jóvenes y frágiles.
—¿Está buscando algo en especial?—
Solía ser muy exigente con mis compras.
—Un omega masculino pero Virgen, no importa el precio siempre y cuánto sea atractivo.—
Pronto vi al indicado cuando me llevaron frente a un omega encadenando, se veía mucho más asustado que los demás.

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