Prologue: Un policía, un criminal y un barman

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{Tw: Mención de tortura}
¡Leer con precaución!

El castaño oscuro esperaba fuera del establecimiento mirando constantemente su móvil. Si bien ni siquiera lo conocía porque era una cita a ciegas organizada por sus padres, los nervios lo carcomían por dentro.

Decidió por fin entrar y esperar dentro refugiándose del frío de otoño.
El local era bastante normal: mesas con amigos y parejas que disfrutaban de la noche, una barra en la que resonaban carcajadas y un pequeño escenario en el que estaba montada una batería, un teclado y demás instrumentos, seguramente para una banda que tocaría más tarde.
Eligió una mesa para dos cerca del ventanal y el escenario y se volvió a sumergir en su teléfono, esta vez percatándose del mensaje de su cita a ciegas, diciendo que ya estaba fuera y le respondió indicándole donde estaba sentado.

-Perdón por la tardanza, no encontraba donde aparcar- se disculpó con una sonrisa nerviosa, sentándose con el castaño.

-No te preocupes, no estuve esperando tanto- comentó mientras lo analizaba.

El chico podía medir fácilmente 1'80, tenía pelo negro, ojos verdes y una ropa cómoda y a la vez lo necesariamente formal para la ocasión que tapaba algún que otro tatuaje en su piel.

-No sabía que tenías tatuajes... bueno- se interrumpió avergonzado y con una sonrisa tímida-. No sabía cómo te veías igual, mis padres no quisieron decirme nada sobre vos para hacerlo más "dinámico".

-No te preocupes, mi hermana tiene un estudio de tatuajes y se puede decir que soy su conejillo de indias- río el pelinegro a la vez que se quitaba la chaqueta dejando ver su brazo derecho, enseñándole un tatuaje de un fénix-. Este es uno de mis favoritos, aunque no se vea tanto ahora mismo.

El grabado del ave se veía opacado por un arañazo bastante peculiar pero familiar a los ojos del más bajo, quién se quedó helado al verlo. Volvió a analizar mejor al contrario.
De todos los chicos de su edad que conocían sus padres, tenían que ponerle a un delincuente como cita a ciegas. Y mejor aún, el delincuente que persiguió en su coche patrulla con dos compañeros más, que salieron tras él cuando se estrelló con el coche robado y haber echado a correr después de cortarse con una reja.

-B-bueno, igual está bonito- comentó intentando disimular a pesar de la repentina situación-. Escuchá, voy al baño un momento, ¿para cuándo vuelva querés algo?

-No gracias, podés ir tranqui

El castaño asintió y, con una velocidad moderadamente rápida, entró al baño, cerrando la puerta con fechillo por si lo venía a buscar o alguien más quería entrar.
Velozmente sacó su teléfono de nuevo, percatándose de que desafortunadamente en ese lugar no había conexión ni datos, por lo que no podría avisar a sus compañeros.

-La re puta madre- miró a todos lados buscando una solución cuando su mirada se fijó en un cartel pegado a la puerta de uno de los baños.

"¿Tu cita no es quien decían que era en su perfil?
¿Te sientes inseguro o incluso un poco raro?

Estamos aquí para ayudarte, solo ve a la barra y pide un angel shot"

Ese cartel era la solución que buscaba: un código secreto que ayudaba a la gente en situaciones de peligro. No recordaba que esto estuviera en algún bar al que haya ido alguna vez en su vida, pero si le llamaba la atención la última frase con código.

"Angel shot con Bloody Mary: El personal se ocupará de la situación discretamente (usar solamente con el barman híbrido de ojos verdes)".

-Con qué el barman de ojos verdes...- susurró intrigado.

No tardó mucho en divisar al barman indicado puesto que estaba en una punta hablando con un cliente. Decidió esperar a que se desocupara y se acercó disimuladamente hacia él.

-Hola, buenas noches- dijo con una sonrisa amable y nerviosa.

Las pupilas filosas del felino se posaron en él a la vez que apoyaba los brazos en la barra formando una amable sonrisa en sus labios.

-Buenas noches, ¿qué le puedo servir?

-Quería pedir un angel shot... con Bloody Mary- susurró cerca del castaño, observando como sus pupilas se afilaban más-. Verá, soy policía y resulta que tengo una cita a ciegas con el criminal sentado en el ventanal al lado del escenario, pero no puedo avisar a mis compañeros.

El híbrido hizo el amago de mirar disimuladamente hacia donde le habían indicado y volvió a mirar fijamente al castaño oscuro, de nuevo con una sonrisa.

-De acuerdo, gracias por avisarme, nos ocuparemos de la situación- comentó para salir y acercarse al susodicho.

El policía observó como los dos se encaminaban hacia detrás del escenario pasando la cortina y desaparecer tras ella. Todavía seguía sorprendido con el manejo del bar. Es una buena medida para situaciones comprometedoras o peligrosas, pensó para sí.
No obstante, la sorpresa y el alivio se convirtió en duda y confusión pues ya habían pasado 10 minutos y no escuchó ni vio ninguna sirena del coche patrulla. Sacó su teléfono y mandó un mensaje a su compañero como iba a hacer anteriormente. Ahora sí le había llegado y fue leído al instante.

No pasaron ni cinco minutos después del aviso que aparecieron dos motos patrulla fuera del local, que se quedaron aparcadas mientras los conductores entraban y se acercaban al castaño oscuro.

-Por fin, boludo, les tengo que avisar para que vengan porque sino no hay manera- dijo serio para ver como las expresiones contrarias se convertían en confusas.

-¿Qué hablas, wey? Recién nos avisaste, ni modo que supiéramos por telepatía- obvió el de bandana mientras miraba confundido a su compañero.

-¿Qué decís? El barman de este establecimiento les tuvo que llamar, yo le dije porque no tenía cobertura.

-Rob, no hemos recibido ni una sola llamada esta tarde y menos de un barman alertando sobre un criminal- comentó esta vez un castaño con un pin de mandarina en el pelo.

Los tres se miraron en silencio. De repente, el castaño oscuro decidió mirar por todo el local, percatándose que no había ya nadie en la barra y casi nadie sentado disfrutando de la tarde. Algo andaba mal.

Guió a sus compañeros a través del escenario donde había visto pasar al híbrido junto al pelinegro. Él yendo delante, vigilado por detrás de los dos hombres portando sus pistolas, apuntando a cualquier lado desprotegido.

Llegó al final del pasillo de detrás del escenario y giró su cabeza hacia el backstage, quedándose aterrorizado y traumatizado ante la imagen que se le presentaba ante sus ojos.

El chico con el que iba a tener su cita a ciegas. Inconsciente. Maniatado y amordazado. Con quemaduras y cicatrices donde aún se podía apreciar sangre caer de ellas.


Torturado y casi asesinado.

[-𝐹𝑖𝑛 𝑑𝑒𝑙 𝑝𝑟𝑜́𝑙𝑜𝑔𝑜-]

Aɴɢᴇʟ sʜᴏᴛWhere stories live. Discover now