Mordidas

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Entrando a la cocina, Shoto se encontró con su marido cocinando el almuerzo.

Izuku le hacía prohibido entrar a la cocina cuando se está cocinando después de casi incendiar la casa al poner aluminio en el microondas, pero le hace caso omiso.

El pelirizado ya estaba sirviendo el arroz cuando Shoto entró.

Se acercó al otro, y lo abrazó por atrás inclinándose un poco para recostar su cabeza en el hombro del más bajo.

-*- Zuzu.

-*- Hmm?

Poco a poco una de las manos que abrazaban el abdomen del pecoso fué bajando hacia su muslo interior.

Ante aquello Midoriya tembló.

-*- Shoto, para..

-*- Porfavor?

-*- Ya lo hicimos ayer, recuerda la regla de una semana.

Esa maldita regla.

Una que crearon a finales de su adolescencia cuando Shoto tenía 17 y empezaba a descubrir sus gustos sexuales junto a Izuku. Cuando notó lo exitante que era ser mordido, entumecido, restringido y herido.

Izuku le da todo lo que desea, pero aún así hay una condición.

"Solo tendremos sexo una vez a la semana."

Fueron las palabras de Izuku.

"Almenos que sea sexo vainilla, no habrá mas. Se que te gusta, pero tu cuerpo debe reposar, y hasta una semana me parece poco, Sho."

De hecho, después de haberle delocado el hombro una vez, estuvieron dos meses sin hacer nada. Izuku estuvo completamente en contra de la idea después de haberle herido a tal extremo.

Tardó un poco para que volviese a complacerlo como solía hacerlo entre las sábanas, pero se logró.

Aún así, la regla de una semana que antes solía romperse con facilidad, ahora era seguida a pie de la letra por el peliverde después de aquel evento.

Y como le jodía.

-*- Además, acabo de terminar la comida, se va a enfriar.

-*- Preferiría comerte a antes, Izu.

Respondió el bicolor antes de dar pequeños besos en el cuello de el otro.

Izuku se tensó, y Shoto lo sintió.

-*- Shoto.. ya.

La voz de su esposo cambió levemente, siendo más suave y callada. Obviamente se está conteniendo.

Empezó a subir su mano de el muslo interior hacia el interior del pantalón del pecoso, asegurándose de pasar su mano sobre el miembro del otro sobre la tela antes de adentrarse.

Izuku tomó el brazo de Shoto con rapidez cuando notó que la situación está escalando.

-*- No seas así amor..

Suplicó el bicolor.

-*- Llename.

El peliverde tembló, empezando a perderse entre el cálido aliento en su cuello y la mano cerca de sus partes íntimas que está a pocos centímetros de tocarlo.

-*- Las heridas siguen frescas, Shoto..

-*- Pero solo en mi pecho, todavía hay espacio para más.

MasoquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora