♡~¡Quackity My Love!~♡

☾︎ 29 ☽︎

Pov:
El grito del joven híbrido dejo a todos en un silencio muy pesado y algo incómodo a decir verdad pues ya sabían de ante mano que esto tarde o temprano algo así pasaría entre alguno de los que fueron o eran los hijos del azabache, ya que Tubbo tenía un carácter fuerte y sabían que no se iba a quedar con los brazos cruzados ante esto.

Sin saber que había algo mas que entre todo esto, debido a que Tubbo se sentía demasiado molesto consigo mismo por haber dejado a Quackity, aunque hubiera sido por una buena razón para él seguía sintiéndose mal, el saber que ya no estuvo para el que fue como su figura paterna le consumía rápidamente,

También sabía que estaba de más reclamarle a Fundy por algo que él no había hecho pero quería buscar algún culpable, sin darse cuenta de que solo crearía un problema más.
Pero simplemente ya no podía guardar todo lo que sentía.

Tubbo: --¡Créeme que cuando salgamos de aquí te romperé la cara!, ¡Eres un maldito bastardo! --.

Grito con bastante cólera en su voz viendo a los ojos del contrario que le devolvía la mirada completamente serio, el híbrido de zorro también tenía muchas cosas que decirle al otro y él si que no se iba a quedar callado para nada.

Fundy: --¿Que ocurre Tubbo..? --.

Le pregunto en un tono inocente, uno del cual escondía la gran sonrisa que quería salir, su pregunta solo molesto más al híbrido de cabra que tomo los barrotes con extremada fuerza tanto así que parecía que los rompería en cualquier momento.

Fundy: --¿Acaso estas molesto por que Quackity ya no te vea como hijo..? O ¿Porqué yo estoy conviviendo más con él que tu..? --.

Le dijo con un tono un poco burlón viendo con una sonrisa en su cara al contrario, teniendo un mirar oscuro puesto en el contrario que sólo molesto más a este, las miradas de odio que tenían demostraban que no se llevarían bien en un buen tiempo.
Parecía que querían matarse.

El ambiente era tenso para todos los demás, nadie quería meterse en esa pelea pues sabían que no serviría de nada y no llegarían a nada, pero cierto par de hombres castaños veían a sus hijos con una pequeña sonrisa orgullosa en sus caras.
Se parecían tanto a ellos.