|Cap. 4 (E.M., B.H.)|

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-CAMARO AZUL-

Eddie se sentaba en el rincón más oscuro y alejado del aula, al lado de una ventana. Mientras, Billy estaba en la fila al lado de la puerta, justo en la mitad de esta. Eddie observaba a Billy desde su rincón. Mientras lo hacía, se intentaba convencer de que quizás el 'verdadero chico nuevo' iba a aparecer en la puerta del aula en cualquier momento. Pero eso, jamás pasó.
Billy jamás notó la presencia del joven que desde las sombras lo observaba. Es más, ni siquiera había notado la presciencia de más de la mitad de toda la escuela. Para él, todos eran peones en su juego de ajedrez (Aunque él no sabía jugar ajedrez).

— No puedo creerlo...— decía Munson desilusionado.
— Oh vamos Eddie, ¿no crees que Billy es muy genial?— respondía uno de sus amigos. — Tiene un Camaro Eddie, ¡un maldito Camaro azul!—
— Si...creo que lo más notable es su auto...— citaba el joven mientras dibujaba en el banco.

Billy por su parte, conversaba con los chicos que tenía atrás o al lado. Usualmente eran tipos como él, pero no le llegaban ni a los talones. Él escuchaba a los pueblerinos hablarle con una admiración y asombro que no se esperaba. Se sentía como un alienígena recién llegado a la tierra.

— ¿Y cómo es California, Billy?— le preguntaban ansiosos, como si California fuese un planeta desconocido.
— Ehh...bueno... es caluroso...— balbuceaba el recién llegado mientras se intentaba inventar algún adjetivo que no fuera 'caluroso'. — Es caluroso y...hay un montón de lugares en donde puedes pasarla bien. Además, hay millones de playas en las que puedes surfear y divertirte...y puedes- —

Antes de que terminara su frase, una pregunta inesperada lo interrumpió.

— ¿Es verdad que mataste a alguien?—
— ¡¿Qué!? — se indignó. Pero rápidamente recuperó su posición — Quiero decir...¿qué crees tú?— respondía con una sonrisa maliciosa.
Todos se empezaban a mirar. Algunos aterrados, otros intrigados. Y algunas, perdidamente enamoradas.

— ¿¡Oíste Eddie!?— codeaba un amigo.
— ¿Eh?.. ah..si..— el respondía desanimado mientras intentaba resolver sus ejercicios matemáticos.

Antes de que se pudiera seguir la conversación sobre el antiguo hogar de Billy, el profesor se interpuso firmemente para recordarles a los alumnos que tenían trabajo para hacer.

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El timbre ensordeció a los estudiantes. Era señal de un recreo.
Eddie se dirigió sigilosamente hacia su locker. En cuanto llegó notó al rubio alto dejando vagamente sus cosas al lado de su casillero. Eddie se acerco lentamente a su cuadrado metálico. Bajó la cabeza y evitó todo contacto con Billy. Intentaba guardar apresuradamente sus cuadernos para alejarse de él lo antes posible. Mientras Eddie guardaba sus cuadernos torpemente, Hargrove sacaba un cigarrillo y lo escondía. No estaba permitido fumar en la escuela. Procedió a cerrar su locker e intentó irse rápidamente hacia afuera, pero no notó a su compañero de menor estatura. Choque de realidades.

— ¡Ey! ¡Mira por donde vas! — reprochaba Billy.

Eddie casi se había caído al piso. Alcanzó a sostenerse de la puerta de su casillero.

— ¿Disculpa?— dijo mientras se recomponía — ¡Tu deberías ver por donde vas!—
— Lo siento no te vi desde aquí arriba, enano— le respondía el nuevo.
— Quizás tu pelo no te dejó ver, muñeca—

En un abrir y cerrar de ojos, Eddie estaba alzado de la remera contra los lockers. No tocaba el piso.
Billy era quien lo sostenía.

— ¡¿Cómo me llamaste, idiota!?—

Una mirada intensa salía del rubio. Una mirada capaz de petrificar a cualquier alma viviente, que dejaba en claro que Billy no era un cualquiera. A Eddie se le vino a la cabeza el rumor del supuesto asesinato que cometió la persona delante de él. Tenía miedo.
Antes de que una respuesta saliera de la boca del pobre Munson, Hargrove ya lo había soltado. Lo que menos se había imaginado Eddie, era que el atacante soltara una raspante risa burlona.

— ¡Ja!, la próxima fíjate por donde vas y con quien te metes.—

Eso fue todo. Eddie quedo parado duramente en el pasillo, admirando cómo se alejaba su 'nuevo amigo'.

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La hora de salida había llegado. Todos estaban en el estacionamiento esperando el bus o yéndose en sus propios autos.
Billy fumaba mientras se apoyaba en su auto. Miraba flojamente su alrededor. Había unas (en realidad varias) chicas dirigiéndole la mirada mientras cuchicheaban. Algunos chicos reían en grupos. Otros iban subiendo a sus autos. Y, entre toda la gente, aparecía una chica de cabellos rojizos. Max. Traía su patineta y venía con una cara desanimada.

— Al fin llegas. — las palabras salían entre nubes de humo.
— Ya vámonos, ¿quieres?—

Billy terminaba su cigarrillo y Max se acomodaba en el lujoso Camaro. Antes de que se subiera, Billy cruzó miradas con alguien a lo lejos. Eddie. Este ya lo estaba observando discretamente, pero tarde o temprano, cruzaron miradas. Incómodo.
El auto arrancaba con furia. El motor rugía estrepitosamente, anunciando su salida. En un par de segundos, el Camaro azul se había ido.

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— ¿¡De verdad te cruzaste con él!? — le preguntaba uno de sus 'amigos'.
— Si, lo hice. No es precisamente un 'encanto'— respondía Munson entre suspiros.
— Y...no sé. ¡Cuéntanos algo!— decía otro integrante de su grupo.
— ¡Si! ¿Que te dijo? ¿Cómo se ve de cerca? ¿Es verdad que peleó con tiburones?—
— Déjenme decirles que lo único que hizo fue empujarme y amenazarme. Además, huele a colonia mezclada con cigarros y sudor.— la paciencia de Eddie se iba acortando.
— Que suerte tienes Edd. Hablar con el debió haber sido un privilegio...—

¿Un privilegio? ¿Es en serio?

El autobús había llegado al destino final. El barrio de Eddie. Él era el último que había quedado dentro del bus en el que viajaba siempre que volvía de la secundaria. Se bajó apresurado y caminaba hacia su hogar. De lejos, se escuchaba como el bus se iba alejando.
Al entrar a su caravana, vió a su tío sentado en la mesa del comedor.
— Ah, ¡Edds! Te estaba esperando. ¿Y? ¿El nuevo es como lo esperabas? — decía Wayne con entusiasmo.
Eddie lo miró y suspiró. Dejo sus cosas y se sentó a su lado. Reposó su cuerpo sobre la mesa, estirando sus brazos.
— Tiene un Camaro azul tío. Un. maldito. Camaro. azul.—
— Entonces... ¿No era lo que-? — antes de que terminara, Wayne fue interrumpido con un rotundo "No".
Un poco desilusionado, el tío suspiraba. Pero no tardó en volver a la carga con su emoción.
— Bueno, con Camaro o sin Camaro, aún puede ser tu amigo — dirigió una sonrisa llena de ilusión a su sobrino.
— ¿No es así Edds?...—
La única respuesta fue una mirada decepcionada. La conversación terminó y Eddie se dirigió a su santuario entre suspiros.

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⏰ Última actualización: Jul 19 ⏰

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