|Cap. 2 (B.H)|

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-ADIÓS CALIFORNIA-

Billy estaba furioso. Iracundo. Y más que nada, con mucho odio. Casi parecía que tiraba espuma por la boca.
Ya había empezado a guardar sus cosas. No quería perder más el tiempo.

Ya era definitivo. El 8 de Octubre iba a ser la fecha en que irían rumbo a un alejado pueblo ubicado en Indiana. Ese pueblo era Hawkins. Completamente distinto a California, Hawkins era un lugar repleto de bosques y monotonía. Hermoso lugar para meditar. Un pueblucho simplón y sin relleno.

Billy no se esforzaba mucho en separar las cosas mientras hacía el equipaje. En una mochila tenía dos musculosas y una camisa, un Jean, unas revistas, cigarros, posters doblados, etc. El ponía lo que encontraba. Más que nada, porque tenía su mente concentrada en los 101 métodos de tortura planeados para su padre. No le tomó mucho tiempo darse cuenta que viajarían en auto. Eso significaba estar mínimamente 8 horas en silencio viajando en el medio de la nada.

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El día había llegado. Todos estaban listos para irse. Pero nadie estaba listo para estar cerca uno del otro en un auto (no muy grande) por unas cuantas horas. Billy le dió una última mirada a su habitación. Paredes de un amarillo medio grisáceo, restos de cinta por los pósters anteriormente pegados, algunas revistas un poco destrozadas en la esquina de la pared. Estaba prácticamente vacío, al contrario de su conciencia. Su mente era un tren de emociones a punto de estrellarse contra una pared. Todo iba muy rápido, y pronto iba a chocar y explotar en mil pedazos. Max intentaba no llorar. También le echó un último vistazo a su habitación. Las paredes con un viejo empapelado de flores, unos papeles tirados en el suelo y unos marcos de cuadros en donde alguna vez hubieron fotos de Max y su madre.

— ¡APÚRENSE O NO VAMOS A LLEGAR!— gritaba Neil desde afuera mientras tocaba repetidas veces la bocina.
Susan ya estaba adentro del auto en el asiento de copiloto. No había terminado de procesar lo que estaba pasando. Se quedaba en silencio, admirando el día por la ventana. Max recogió su vieja patineta que llevaba a todos lados y Billy agarró apresuradamente su mochila llena de cosas aleatorias. Se subieron al auto velozmente y en cuestión de segundos, ya estaban rumbo a Hawkins. Lo último que quedó de esa vida en California fue un suspiro.

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— ¿Cuánto nos falta para llegar?— se escuchaba.
— Ni siquiera llegamos a la primera estación de servicio...— alguien respondía.

El silencio mataba. Todos miraban para otro lado. Max tenía su walkman con sus auriculares puestos. Estaba metida en sus pensamientos. Billy miraba hacia afuera en silencio. Movía la pierna en un ciclo repetitivo. En algún momento, se perdía en el paisaje y dejaba de estar tan enojado. Susan miraba su agenda con tristeza. Ella tenía un montón de planes y reuniones para hacer con sus amigas de California. También escribía cosas que no se podían llegar a entender. Neil manejaba a gran velocidad. Cada dos por tres lanzaba un comentario innecesario y nadie lo escuchaba.

— Yo sabía que ese amigo tuyo era raro. Nunca me terminó de convencer...— decía.

Billy lo miraba de reojo, Max no escuchaba nada y Susan le ponía la mano en el brazo a su esposo, indicando que debería dejar de hacer enojar a su hijo.
La primera estación de servicio estaba cerca. Un alivio se sintió en el auto. Nadie soportaba estar cerca del otro por mucho tiempo más. Al llegar a la estación, todos se bajaron apuradamente. Billy se alejó bastante. Sacó un encendedor y sus cigarrillos y empezó a fumar detrás de unos arbustos para que no lo vieran. Susan no le permitía fumar. A Neil le importaba poco y nada. Max acompañó a su madre a la tienda al lado de la estación para comprar algo. O por lo menos, para fingir que hacían algo. Neil recargaba gasolina y se quejaba de los precios tan altos que tenía.
Una vez terminado todo el trámite de recargar y comprar y tomar aire, se subieron todos de vuelta. Todos menos Billy.

— ¡EY MARICA, SÚBETE DE UNA MALDITA VEZ!— Gritaba su padre desde el auto.

Billy corrió hacia este y se subió tan rápido como pudo. Murmuraba fastidiosamente insultos hacia su padre.

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Estaban a nada de llegar a su nuevo hogar. Neil les iba contando que, como en algún momento de su vida el había vivido ahí, tenia ya una casa más o menos establecida. El también les intentaba introducir a los chicos un poco del pueblo y de su nuevo ambiente.

— Miren, esto no es como California. Aquí no hay playas, ni costas ni nada por el estilo. Tampoco creo que hayan parques de skate o esas cosas...—
— Sí, nos dimos cuenta hace ya varios kilómetros atrás.—
— Chicos, ¡vamos! Denle una oportunidad al pueblo. Conocerán lugares nuevos, amigos nuevos, gente nueva, trabajo nuevo...— decía Susan mientras se perdía en sus pensamientos.
— Obviamente, habrán muchos desconocidos en la nueva escuela que van a estar ansiosos por conocerlos. Quiero que pongan sus mejores caras y actitudes, ¿me escucharon?— Neil seguía —Supongo que no habrán problemas para hacer 'amiguitos' nuevos, ¿o no Billy?— reía maliciosamente.
— Ajá... como digas.— respondía él con un resoplido.

Por fin, llegaron al pueblo. Iban paseando por las distintas calles del centro para tener más o menos una idea de lo que era el lugar. No era gran cosa, solo unas tiendas, un cine, varios callejones, una librería, etc. Nada fuera de lo común. Pasaron al frente de la escuela. Estaba dividida en primaria y secundaria. Tenía una (muy gastada) cerca de metal para que los alumnos no escaparan con facilidad. También habían grandes patios de pasto y una muy pequeña cancha de cemento con aros de básquet en terribles condiciones.
Finalmente, la casa en la que vivirían estaba ante ellos. Un solo piso, el frente estaba tapado por unas paredes con vidrios y una puerta en medio. Un patio un poco descuidado, pero que cumplía su función. Las tejas estaban gastadas también y la pared parecía que le vendría bien ser reparada.
Pero ahora, esta era la residencia de los Hargrove (y los Mayfield).

 Pero ahora, esta era la residencia de los Hargrove (y los Mayfield)

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Hawkins de vuelta - Stranger ThingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora