—Jungkook, tienes que venir. Ahora.
Yoongi sonaba realmente serio, y eso nunca era buena señal. Jungkook miró a Taehyung, que descansaba plácidamente sobre su pecho y frunció el ceño. Lo último que quería en aquellos momentos era separarse de su recién estrenado compañero.
—¿Qué pasa, Min?
—La manada sabe lo de Taehyung.
El color desapareció del rostro de Jungkook mientras el móvil resbalaba de entre sus dedos. Cayó sobre el colchón, la voz de Yoongi aún se escuchaba al otro lado de la línea, pero Jungkook no podía contestar. Su mente parecía haberse apagado, mientras un centenar de escenarios catastróficos iban sucediéndose en su cabeza. En todos ellos, Taehyung resultaba herido. Gruñó, no lo permitiría. Nunca. Jeon se levantó de un salto de la cama, despertando a Tae.
—¿Jungkook? ¿Qué pasa? —pregurntó confundido y adormilado, frotándose un ojo con la mano en puño.
En otro momento, Jungkook se habría detenido a apreciar lo jodidamente adorable que era su compañero así, con el aspecto desaliñado propio de las personas bien folladas, pero no tenía tiempo para eso.
—Taehyung, levántate y vistete.
—Pero, ¿qué pasa?
—Solo hazlo. Voy a hablar con tu madre, se van.
Jungkook salió de la habitación sin esperar respuesta de su compañero, sintiendo su corazón latir a mil por hora y la ansiedad creciendo en su interior. Sus manos temblaban y sus ojos ardían. ¿Cómo se habrían enterado? La rabia invadió su cuerpo, alguien le había seguido. Se encargaría de eso en cuanto se asegurase de que Taehyung y su madre estarían a salvo.
Por suerte, la mujer no se había marchado, estaba sentada tranquilamente en el sofá, leyendo un libro de páginas amarillentas que parecía bastante desgastado por el uso. Quizá se habría dignado a avergonzarse por haber reducido a su hijo a un manojo de gemidos con ella aún en la casa si el nudo en su estómago no hubiera crecido, ella también estaba en peligro.
La mujer era sorprendentemente parecida a Tae, con el cabello negro como la noche cayendo suelto sobre su delgado hombro, los pómulos levantados y las mejillas algo rellenas, haciéndola ver más joven de lo que era. Sus pestañas eran largas y sus ojos menudos y del color del café recién tostado. En una ocasión, Taehyung le dijo que se llamaba Yerin.
La mujer alzó la vista del libro en cuanto escuchó los apresurados pasos de Jeon bajar las escalera. Cuando vio el rostro descompuesto en preocupación del chico, supo que algo iba mal.
—Señora Kim, tiene que llevarse a Taehyung lejos de aquí. —anunció Jungkook apresuradamente, nada más puso un pie en el salón.
La mujer se levantó automáticamente del asiento y le miró con el ceño fruncido.
—¿Qué ha pasado?
—Mi manada ha descubierto que mi compañero es un humano. Tiene huir con Taehyung lo más lejos posible. Tomen lo imprescindible y marchense cuanto antes.
—Se acaban de enlazar, eso los destrozará.
—Necesito ponerlo a salvo.
Yerin asintió ante el afligido tono de Jungkook. Sin decir nada más, salió del salón dispuesta a hacer las maletas.
Jungkook también se puso en marcha, corrió hasta su moto y arrancó, sintiendo una gran bola de plomo instaurándose en su pecho. Se estaba separando de Taehyung, y dolía, dolía como si le estuvieran arrancando una extremidad de cuajo. Se obligó a retener las lágrimas, no era momento de llorar.
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𝗮𝗹𝗽𝗵𝗮'𝘀 𝗼𝘄𝗻𝗲𝗿 | 𝗸𝗼𝗼𝗸𝘁𝗮𝗲
Fanfiction¿puede un humano entender los sentimientos de un lobo que ha encontrado a su alma gemela? ¿puede una manada aceptar una unión poco convencional? quizá no todo es lo que parece y el pasado siempre vuelve para mordernos. ⋆ adaptación. créditos a @...