|UNO|

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El chico de cabellos rubios no podía dormir, la conversación con su novia continuaba dándole vueltas en la cabeza. Sabía que era relación tenía fecha de caducidad al no ser suficiente para ella pero aún así dolía.

Agarró el móvil de la mesita junto a su cama deslizándose por la pantalla en busca de alguna llamada o mensaje dejado por ella, pero no había ninguna notificación de la llegada de alguno de estos. La decepción lo embargó por completo y una sensación amarga explotó en el interior de su boca.

—¿Qué demonios estás haciendo?—exclamó para sí mismo mientras suspiraba con enojo hacia él.

Pensaba en lo ridículo que se estaba viendo en esos instantes, un completo desastre.

—Y Vicky no acaba de llegar, maldita sea—dijo al darse cuenta que no había escuchado a su hermana llegar a casa.

Eso ocurría con frecuencia estos días, le comenzaba a preocupar. Su hermana no frecuentaba las mejores compañías desde que se habían quedado solos en el pueblo.

Pensó que para ella sería suficiente su compañía, al parecer se equivocaba.

El rugido de su estómago detuvo el hilo de sus pensamientos. El hambre no era buen compañero para la soledad y menos para dormir. Se levantó de la cama con pesar suspirando por las dos mujeres que más amaba pero que se alejaban de él cuanto más se aferraba.
Antes de ser consciente ya había llegado al frente del refrigerador, abrió la puerta de este con la intención de comer algo liviano antes de irse a dormir pero el sonido de unos toques en su puerta le detuvieron.

—¿Quién será a estas horas?—murmuró Matt dirigiéndose a la entrada de su casa.

Eran alrededor de las tres de la mañana, una hora rara para recibir visitas. Se sorprendió al encontrarse con dos mujeres al otro lado de la puerta. La mayor le miraba con evidente tensión mientras que la más joven mostraba una expresión impasible.

—Elena—dijo sorprendido de encontrarse allí a la persona que sostenía su corazón.
—¿Qué haces aquí?—preguntó confundido de encontrarla delante de su casa después de la discusión que habían tenido por teléfono.
—¿Dónde está Vicky?—lastimosamente Elena no tenía intención de contestar a ninguna de las preguntas de Matt.
—Fue a una fiesta en los bosques. ¿Por qué la buscas?—no entendía la preocupación de su novia por su hermana. Algo raro estaba pasando.
—Tía, vámonos. Después hablamos, Matt—sin siquiera despedirse se volteó y caminó en dirección al auto.

Matt solo pudo observar como se alejaba de él con una expresión en blanco que nunca había visto antes. Jenna solo pudo seguir a su sobrina asustada de que cometiera alguna locura en su estado. Ni siqueia se despidió del rubio que fruncía el ceño sin entender lo qué acababa de pasar.

El camino se hizo largo en la quietud del silencio lleno de tensión. Jenna algunas veces admiraba los rasgos pétreos de su sobrina a través del espejo retrovisor buscando alguna señal de malestar o dolor. Fue inútil, Elena adormeció todas las penas para continuar adelante sin mirar atrás. Ahora mismo lo que detenía las lágrimas era llevar a Jeremy a casa. Se detuvieron al costado de la carretera, en la entrada al bosque que estaba cerca del cementerio. Las tumbas esa noche parecían más solitarias para Elena que acababa de perder a sus padres.
Ambas salieron del coche dando un ligero portazo al cerrar las puertas. Elena caminó delante guiando a Jenna por el estrecho y oscuro sendero adentrándose entre la maleza.
El crujir de las ramitas caídas y hojas cafés era el único sonido que se escuchaba en la quietud de la noche. La luz de luna que atravesaba las copas de los árboles ayudaban a ambas a guiarse en el laberinto que parecía ser el bosque cuando caía la oscuridad.

—Creo que será mejor regresar. Tal vez Jeremy nos esté esperando en casa—dijo Jenna después de deambular por lo que parecía una eternidad aunque sólo habían pasado cinco minutos.

Elena se detuvo de pronto al escuchar las palabras tan optimistas de su tía y se volteó para mirarle. Jenna se estremeció un poco bajo el peso de la mirada dura de su sobrina, la desconocía.

—¿En serio crees....
La oración llena de molestia fue interrumpida al escuchar risas acercándose a ellas. Pronto aparecieron a la vista un pequeño grupo de adolescentes riéndose de forma escandalosa y con la mirada ligeramente nublada. Jeremy estaba entre ellos siendo sostenido por Vicky que lideraba el camino.

—Como era de esperar, estabas aquí con ella—la rabia la inundó en ese instante.

Sus padres todavía no habían entrado a sus tumbas y ya estaba drogándose cayendo en ese vicio que casi destruye la relación entre ambos.
Las risas se detuvieron al encontrarse con dos invitados no deseados. Jeremy a pesar de su condición reconoció a su hermana y a su tía. Se soltó con rudeza del brazo de Vicky y fue consciente de lo que acababa de hacer.
La mirada de asombro y desconcierto de Jenna junto a la de Elena con enojo y decepción lo dejaron inmóvil en el lugar.

—Lo siento, yo..
Las palabras no salían de su garganta, no sabía cómo disculparse o siquiera era capaz de verles las caras.
—Nuestros padres estarían tan decepcionados de ti, Jeremy—las palabras enojadas de Elena fueron como un golpe asestado en su estomago que no lo dejaba respirar.
—No mereces llamarte su hijo. Supongo que es mejor que estén muertos antes de ver como tú te conviertes en drogadicto—las lágrimas estallaron en sus ojos.
—Elena—habló sorprendida Jenna al ver la crueldad de su sobrina.

 Jamás la vio tratar con tanta rudeza a alguien, menos a Jeremy.
Jeremy se tambaleó ante su comentario lleno de veracidad y veneno. Su mente nublada fue esclarecida, el dolor que adormeció bajo los efectos de los narcóticos volvió como un tsunami. Sintió que no podía respirar en esos instantes. Sus padres estaban muertos.

—Los esperaré en el auto. No quiero ver este espectáculo tan decepcionante—soltó Elena impenetrable viendo como su hermano caía arrodillado en el suelo.

Ella se volteó y caminó de vuelta a la salida sin mirar atrás. Las personas que vieron su espalda pensaron en lo cruel y horrible que era pero nadie sabía que estaba llorando en silencio.

—¿Estás bien, Jer?—preguntó Vicky arrodillándose a su lado pero fue alejada por Jeremy.
Sus ojos ahora rojos por las lágrimas y las drogas la miraron con odio en ellos, ya no era la misma mirada inocente con la que siempre la miraba.
—No quiero verte nunca más, Vicky—dijo mientras se incorporaba con dificultad y se alejaba de allí.

Jenna lo siguió pensando en el efecto que tuvieron las palabras duras de Elena en él.

Vicky solo pudo observar en silencio arrodillada en el suelo como se marchaba pidiendo que volteara alguna vez, pero nunca lo hizo.

Esa noche Elena comenzó a cambiar el futuro que vio en sus sueños porque Jeremy y Vicky jamás volverían a cruzar palabras.

WATHEVER IT TAKESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora