Quiero aprenderte / BTS novela / Jin / One Shot

That little cupcake

Acompañado de su paseo diario, una suave brisa hacía ondular su ligero vestido, dando la sensación de que ni ella ni él pesaban, que caminaban simplemente para juntarse con el mundo de los mortales. Su pelo ondeaba ligeramente debido al aire y hacía que se viera de una forma natural.

Young Mi miraba con ojos vivos hacia el mar, su gran amigo y guardián de sus secretos. Pensaba en la cantidad de cosas que le había contado, y se preguntaba si algún día alguien conseguiría quitarle ese puesto, si conseguiría amar a alguien más que al mar.

Cerca del mediodía, quizá un poco pasado ya, Young Mi llegó a esa pastelería tan particular. Como siempre, como cada mañana, se paraba ante el gran escaparate y observaba la variedad de pasteles que tenían expuestos. Pero no podía evitarlo, sus ojos siempre iban hacia ese pastel de color azul cielo, con tonos más claros y una flor que lo adornaba. Se preguntaba cómo sería probarlo, el tacto que tendría en su boca, si estaría bueno o no, si sabría a cielo o a nube, mordía ligeramente su labio inferior de las ganas que tenía de probarlo alguna vez. Young Mi cerró los ojos al pensarlo y al imaginárselo como siempre, y, al abrirlos, se encontró con él. Sonreía amablemente al niño y su madre que estaban comprando en ese momento, debido a la sonrisa sus ojos rasgados se achicaban, levantando sus pómulos y dando luz a cada persona que miraba. Tocó ligeramente la cabeza del niño revolviéndole el pelo, a lo que este respondió con una risa y la madre sonrió. A Young Mi se le aceleró el corazón, esa persona le daba...tanta paz.

Cuando el niño y la madre se disponían a salir de la pastelería, los ojos de él encontraron los de ella. Por un momento parecía que el mundo se había quedado mudo, que no hablaba, no había ruido, ni voces, ni música, simplemente, ellos y esa mirada. Young Mi estaba acostumbrada a él, a mirarlo cada día y encontrarse con sus ojos y su cara que le devolvían una amable y bonita sonrisa que Young Mi solo podía contestar con una ligera subida de sus comisura y una leve reverencia con su cabeza. A veces, cuando sabía que la pastelería estaba llena, Young Mi se paraba en el escaparate y lo miraba trabajar, atendiendo a cada cliente como si fueran las únicas personas que compraban en la tienda. A menudo se preguntaba si ella tendría el valor de entrar alguna vez. El chico se dispuso a salir de detrás del mostrador, lo que hizo que la joven se tensara y agarrara con fuerza el asa de su bolso. Y, de pronto, lo vio allí, a su lado, mitad fuera y mitad dentro de la pastelería, sin perder su sonrisa. Young Mi se puso recta, sin apartar la vista de él, quizá porque no podía, quizá porque no quería, quizá porque quería seguir viéndolo en persona desde tan cerca, sin un cristal de por medio.

-Hola -le dijo amablemente él. Los oídos de Young Mi bailaron al escuchar su voz, pero, sin saber por qué, sin tener una razón, sus pies se movían solos, estaba caminando en dirección a su casa sin siquiera haberle dicho nada, ojalá, pudiera decirle algo, pensó mientras caminaba cabizbaja hacia su casa.

Cuando llegó, al poco, en un pueblo pequeño no tardas mucho en llegar a tu casa, pensó, punto para ella en ese aspecto. No podía estarse quieta, el bolso estaba en el sillón tirado de cuando había venido, y paseaba de un sitio para otro en el salón. Nunca había mantenido una conversación con él, siempre, habían sido él, ella y el cristal. Pero esta vez...oh, esta vez estuvo tan cerca...

El timbre de su puerta la sacó de sus pensamientos, sin pensar mucho se dirigió para abrirla y encontrarse al chico de la pastelería parado en su puerta.

-Yo...lo siento si te asusté, realmente no quería. -una reverencia perfecta salió de su cuerpo, acompañada de su voz dulce y amable. Young Mi no dijo nada, el asombro pudo con ella- he...he visto como lo mirabas así que...bueno, te lo quise traer a modo de disculpa si te molesté-dijo nervioso mientras extendía su brazo y le daba una caja de color violeta. Young Mi no supo que hacer, se apartó de la puerta para que él pasara mientras cogía el regalo.