Capitulo 14

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El día catorce fue uno de los mejores que viví en aquel lugar, y si no tuvo el primer lugar es solo porque mi pequeño ángel no estaba junto a nosotras.

Lo primero que pasó fue que Ari decidió llevarme el desayuno a la cama, y me despertó con un beso tan apasionado que aun puedo recordar con claridad lo que sentí cuando sus labios se encontraron con los míos.

- ¿Sabes que es lo que más me gusta de ti? -Me preguntó en cuanto comencé a abrir los ojos- Lo que más me gusta de ti es el asqueroso rostro que tienes cuando te levantas.

Reí y golpeé su brazo levemente, a lo que ella solo dejó un beso en mi mejilla y se sentó a mi lado con un plato de tostadas en la mano.

- En realidad te ves linda -Me dijo con ternura.

Sonreí débilmente, el sueño aun siendo dueño de mi cuerpo. Me abracé a su cintura y me permití suspirar.

Si el virus no me mataba lo haría el amor que le tenía. Y hablo en serio, pues mi corazón se aceleraba con sus palabras de una forma que, dudo, fuera sana.

-.Vamos, Rivers. Siéntate sobre tu enorme trasero y come algo. Hoy tenemos una boda.

Reí ante sus palabras y me senté con el corazón latiendo fuertemente contra mi pecho al recordar que ese día íbamos a "casarnos".

Me senté con un enorme bostezo y recosté mi cabeza en su hombro, lo cual amaba. Ella era mi mejor almohada. Ella me hacía sentir segura.

Con ella olvidaba el hecho de que estaba muriendo.

- ¿Tú ya has comido? -Le pregunté.

Temí que me hubiera dado su ración o algo así.

Ari era capaz de darlo todo por mí, y eso, en parte, me asustaba.

- No. Quería desayunar con mi futura esposa...

La besé en los labios con lentitud, el cansancio aun en mi cuerpo.

Comimos juntas y contamos historias que no recuerdo. Nos reímos como solo nosotras sabíamos hacerlo, y fuimos felices como solo dos enamoradas a punto de morir podían.

Fuimos tan afortunadas de tenernos...

- ¿No te gustaría lavar ese beanie? -Recuerdo que le pregunté a mi novia en medio de nuestro desayuno-. Aún tiene sangre de... ya sabes. Ama.

Recordarlo dolía, pero lo que había hecho el día anterior hacía que todo fuera más soportable. Ella se negó.

- No quiero quitármelo, ni lavarlo, ni nada por el estilo... -Me dijo con la mirada baja y una de sus manos sujetando las mías- Y así, cuando lo vea en mi último día, pensaré en todas las cosas que pasé. Será como leer un libro... Quiero pensar que este beanie está recogiendo mis últimos recuerdos.

Luego de esto creo que ambas hicimos silencio.

No era incómodo. Era solo silencio, de esos que usas para recordar y reflexionar.

- ¿Por qué hablas de "tus" últimos días? -Pregunté después de un tiempo- Son nuestros. Ambas vamos a morir.

- Tú aun tienes probabilidades. Tú padre es inmune, y se supone que tienes la mitad de su información genética. Además...

- La madre de Ama también está viva... Y ya sabes cómo terminó todo. 

Ella asintió tristemente.

- No es solo genética. Lo sabes. También depende de tu alimentación, tu propio organismo, el clima, la mutación del virus con la que te hayas contagiado... Si tenías algún tipo de enfermedad a la hora del contagio puedes correr más riesgos y toda esa mierda que nos explicaron por televisión.

VIRUS LETAL.  RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora