Capitulo 18

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Muchos pensarían que no se notaría demasiado la muerte de Vicky el día dieciocho. Ya saben, durante toda su estadía no dijo ni una sola palabra.

Pero se sentía, y dolía como la mierda.

No dormí esa noche. Ari y yo solo fuimos a nuestra habitación, pues Nuvia dijo que quería estar a solas con el cuerpo de Vicky, el cual los hombres de blanco no habían logrado llevarse el día anterior debido a las protestas de mi mejor amiga.

Me abracé a mi esposa cuando escuché un grito proveniente del salón.

- ¡No! -Gritaba Nuvia con desesperación- ¡No pueden llevársela! ¡Ella es mía! ¡No pueden llevarse lo único que tengo! -Lloraba.

Pero creo que los hombres de blanco no la escuchaban, pues sus gritos continuaban y ellos no decían nada para intentar calmarla.

- ¡No! -Seguía llorando- ¡No se la lleven aun! -Suplicaba. Me abracé a Ari cuando la escuché. Sonaba tan rota.

Me pregunté a mi misma si yo me escucharía igual cuando Ari me dejara.

- ¡Por favor! -En esos momentos solo quería ir hasta allí y abrazarla, pero tenía miedo.

Ella probablemente estaba enojada conmigo, pues me había negado a escucharla el día anterior. La había dejado de lado cuando ella estaba perdiendo al amor de su vida.

Fue entonces cuando Ari se levantó de la cama y caminó hacia el exterior. No me dijo lo que iba a hacer, pero lo intuí.

Fui detrás de ella, y no estaba preparada para ver aquello.

Dos hombres de blanco se encontraban frente a la puerta de la habitación vacía, y Nuvia estaba frente a ellos con lágrimas resbalando por sus ojos, impidiéndoles la entrada.

- Por favor, no... -La escuché suplicar.

Su voz temblaba, y las lágrimas no se detenían. Siempre la había considerado una persona fuerte debido a sus constantes bromas, su gran tamaño y su sonrisa casi imborrable, pero en ese momento la vi tan frágil que temí que pudiera comenzar a destruirse en cualquier momento.

- Nuvia, basta... -Escuché decir a mi esposa, que lentamente se le acercaba. Mi mejor amiga se negó con lágrimas en los ojos.

- Ari. Quieren llevársela... No pueden, Ari. No pueden -Se notaba tan desesperada.

Mi esposa solo asintió. Tenía los ojos llenos de lágrimas que se negaba a soltar, y con un par de movimientos sujetó el cuerpo de Nuvia y la alejó de la puerta, permitiendo que los hombres de blanco entraran a la habitación vacía.

- ¡No! -Gritó mi amiga con fuerzas. Mis oídos dolieron con solo escucharla- ¡Suéltame, Ari! ¡No dejes que se la lleven! ¡No puedes permitir que me la quiten! ¡Por favor!

- ¡Ella está muerta, Nuvia! -Exclamó Ari, y su dolor fue el mío.

Nuvia se relajó entre sus brazos con estas palabras y lentamente se giró para mirar a mi esposa fijamente a los ojos.

Antes de que pudiera darme cuenta de lo que estaba sucediendo, Nuvia la abofeteó.

- ¡No! -Creo que dije en cuanto vi esto. No iba a permitir que nadie la hiriera de tal forma, ni siquiera Nuvia- Sé que te duele, pero no por eso tienes derecho a golpearla, Nuvia Jane.

Su respuesta fue más fría de lo que pensé.

-¿Quién te ha dicho que puedes hablarme? -Sus mejillas estaban llenas de lágrimas, pero sus ojos ahora solo me transmitían enojo.

- Soy tu mejor amiga. Yo...

Ella se negó y me escupió en la cara.

Me limpié de inmediato y la miré fijamente. En sus ojos solo había enojo, resentimiento, odio... Ella nunca me había mirado así, y me sentí muy mal.

VIRUS LETAL.  RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora