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Te mirabas en el espejo y te aseguraba de no tener alguna imperfección, en unos momentos te casarias, tu estómago daba vueltas y creías que te iba a dar un infarto en cualquier momento. Mordiste tu labio, y tomaste un montón de aire, intentando calmar los nervios que sentías
Viste a Lola pasar por allí, y no podías evitar preguntar nuevamente lo mismo
—¿Crees qué esto salga bien?
Te miró un poco mal, ya era como la milésima vez que le preguntabas lo mismo
—Me lo preguntaste un millón de veces, ya sabes mi respuesta... Relajate, el te ama demasiado, osea, sino, no estarías aquí —se dirigió hacia ti y te abrazó el cual no dudaste en corresponder—
—Es que... Sigo sin creer que me voy a casar
—Será un cambio notable en tu vida, pero tu relajate —rompió el abrazo para darte una palmada en el hombro
—Gracias —un pequeño silencio invadió la habitación— ¿Cómo crees que se encuentra Fang?
—Posiblemente estee peor que nunca de los nervios, sabes como es el
Soltaron pequeñas risas, no sabias que habías hecho para merecer una amistad como la de Lola
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Fang se miraba en el espejo, fingia y afirmaba que se encontraba bien, pero todos sabian que estaba mintiendo, estaba a nada de morir, sus emociones lo iban a matar en cualquier momento
Su hermano, que pasaba por allí, lo miró feo
—¿Cuándo me vas a pagar? Mis servicios como maquillista no son gratuitos, bobo —reclamó Edgar
—Que Dios te lo pague —respondió Fang de forma sarcástica
