Daemon [kookmin]

02.

El ángel fue dejado en la entrada al infierno y los cuatro arcángeles regresaron al cielo. Una gran puerta color marrón apareció ante sus ojos, tenía dos orificios por los que corría lava y a su lado una figura monstruosa hacía presencia.

Un demonio tres veces más grande que el ángel custodiaba la entrada, su apariencia era hostil, nada parecida a la apariencia de los angeles con los que compartía en el paraíso. El pequeño ya no se sentía tan valiente, quiso pedir ayuda y ser liberado de aquella pesadilla.

El demonio estaba enterado de la llegada del ángel, a decir verdad, todos en el infierno sabían que un cordero descendería.

El ángel fue valiente y dió dos pasos al frente, intentó dar el tercero, pero fue imposible, una hiriente cadena se enrolló en su cuerpo y sus alas ardieron. Gritó por el dolor en sus entrañas, sentía que le estaban descargando el alma y quedó inmovilizado en el lugar.

Perdió el conocimiento después de luchar en vano.

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Lucifer se mantia ansioso, sentado en su trono con el tridente entre sus manos. Pasaba el objeto por el rocoso suelo produciendo horribles sonidos que vibraban por todo el recinto.

La puerta que daba con su aposento se abrió, dejando al descubierto el cuerpo de pequeño un hombrecillo, demonio de primer nivel, su subordinado.

ㅡSeñor, el ángel está aquí.ㅡ pronunció y se hizo a un lado, dando entrada al demonio guardian. Arrastrando sus cadenas, tiro de ellas y estrelló contra el suelo el pequeño cuerpo que se mantia cubierto entre sus alas blancas brillantes.

Lucifer observó con cuidado la escena y al plantar sus ojos en el el cuerpo doblegado, no pudo diferenciar sus emociones. Sintió irá y asco, ¿cómo su padre podía jugar con él de aquella forma?

Seguramente eligió a su peor creación y la mando al inframundo, era muy lógico, su padre jamás enviaría algún querubín y menos, a un serafín.

ㅡSueltalo.ㅡ ordenó con voz demandante.

El demonio guardián retiró las cadenas y dejó el cuerpo del ángel en libertad. El pequeño respiró profundamente, pero la impureza del aire le hizo toser sangre. Se agarró su estómago y sintió que probablemente no sobreviviría ni siquiera al primer día.

Los ojos de Lucifer brillaron en un rojo intenso y empezó a reír con locura. Desenfrenado y en un acto de perdición total.

ㅡVaya, vaya.ㅡ Pronunció entre risas.

El ángel intentó recuperarse y se puso de pie, extendió su alas para tocarlas con sus manos y sanar las heridas ocasionadas. Tocó con cuidado una y otra vez hasta que sus alas se recuperaron y volvieron a su color natural.

Revisó que su cuerpo estuviera bien, se percató de una pequeña mancha en la parte inferior de su vestuario y de inmediato la limpió.

Lucifer lo veía desde su trono, cada movimiento, cada acto era entretenido.

Miró a detalle cada pequeña cosa, empezó por su cabello. Era tan amarillo como el trigo y se veia suave como la seda, su piel era blanca como las nubes del paraíso y su rostro había sido tallado de forma delicada, cada pequeño detalle había sido calculado y puesto en el lugar correcto, muestra de ello era la pequeña nariz y sus ojos azulados, aquellos ojos que eran azules cómo las aguas cristalinas al lado del trono de su padre.