The Blonde

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Alex estaba tumbada en su cama. Era una chica de cabello marrón castaño. Sus ojos no eran nada del otro mundo, un simple marrón que acbaba en dorado. De pronto miró al techo de su habitación. Hacía tiempo que no recogía la ropa sucia del suelo, lo que hacía que oliera a sudor. Era un cuarto bastante pequeño pero tenía suficiente espacio como para guardar todos los discos de vinilo que tenía.

Cerró los ojos tranquila y respiró profundo, estaba escuchando su canción favorita, The Blonde por TV Girl. Alejandra amaba como el grupo expresaba sus emociones a través de la música. No quería salir de esa sensación nunca. De pronto se levantó. Con una mueca de asco miro su celular.

-¡Otra vez ese anuncio!

Alex no tenía Spotify premiun por lo que cada dos o tres canciones le aparecía publicidad.

Aprovechando que tenía el celular en la mano decidió mirar la hora. ¡Las 8:57! Iba a llegar tarde al colegio otra vez. Cogió rápido su mochila y fue corriendo hasta la puerta de su casa. No hizo falta que se despidiera de su madre ya que se habío ido a trabajar dos horas antes. Se ganaba la vida en una panadería de la ciudad.

Alex abrió y cerró la puerta de un golpe y bajó los cinco pisos de su edificio. Su colegio estaba solo a tres manzanas. Fue corriendo hasta la entrada de su colegio. Todavía no había sonado la sirena de entrada.

-¡Uf! Menos mal, pensaba que iba a retrasarme de nuevo.- Dijo aliviada.

De pronto sintió como una mano le tocaba el hombro. Antes de poder reaccionar, Alex ya estaba tirada en el suelo. Sofía; la típica niña mimada de turno. Era una chica alta, morena, con un pelo que le llegaba hasta los codos. Siempre iba con sus seguidoras humillando a la gente, y sin embargo todo el mundo la amaba. ¿¡Cómo es posible!?

-Uy, lo siento Alexa, no te había visto. Será porque eres invisible en este instituto.- Dijo entre risas y murmullos.

De repente, apareció una chica que se interpuso entre Alex y Sofía. Tenía el pelo rubio y ondulado, con unas mechas moradas en las puntas. Miró a Alex que estaba en el suelo. En ese mismo instante, Alex vio como los ojos eran marrones, tornandose verdes.

-¡Eh, tú! ¡La del pelo largo! ¿Quién te crees que eres empujando a esta chica? ¡Déjala en paz ahora mismo!- Le dijo a Sofía. Ésta se marchó enfadada con sus amigas.

-Esto no ha acabado Alejandra, que lo sepas.- Dijo la morena con furia.

-¿Estás bien eh...?

-Puedes llamarme Alex. Gracias por enfrentarte a ella. Siempre me hace lo mismo. ¿Cómo te llamas tú?

-Me llamo Amathist pero prefiero que me llamen Amy o Am.¿Por qué no le has dicho algo?- Preguntó mientras le ayudaba a incorporarse.

-Al principio lo intentaba, pero siempre me acababa humillando más y todo el mundo se reía de mi. Al final ella siempre gana. Si te intentas defender, miente y hace cosas horribles para que todo el mundo se ponga en tu contra. Por eso me quedé sin amigos.

-Vaya... Esa niñata se merece una lección.- Dijo Amy con seguridad.

De prontó sonó la campana. Debían de irse a clase. Am se despidió con un poco de melancolía de Alex y ambas se fueron por el pasillo.

Alejandra miró su horario. Le tocaba matemáticas, la asignatura que mas odiaba. Entró a clase mirando al sueloy se sentó en su pupitre. Aunque odiara a sus compañeros, por lo menos Sofía se encontraba en la otra clase.

Todo el mundo se calló cuando la profesora empesó a gritar la lista de clase.

-¡Juanjo, Sergio, Paula..! ¡Alejandra! ¡Alejandra! ¡ALEJANDRA!

-¡S- si! ¡Presente!- Dijo Alex asustada.

-Alejandra, ¡quítate los cascos ahora mismo! ¿No ves que estamos pasando lista? A la próxima te los quito para siempre.

-Está bien...- Dijo la alumna resignada. Aunque sabía que no era verdad, Ana, la profesora le había dicho eso muchas más veces y aún así nunca hizo nada.

-Bueno, hoy me gustaría presentaros a una nueva alumna. Pasa, pasa cariño. Ésta es Amathist. Es de Galicia. Espero que todos y todas le deis una amable bienvenida. Ala, siéntate ahí mismo.- Dijo la Ana apuntando hacia un pupitre libre que había al final de la clase.

Amy se sentó y colocó todos sus libros y cuadernos debajo de su cajón. Ella se había dado cuenta de que Alex estaba en esa misma clase. La miró de reojo y como vio que la chica también la estaba mirando, la saludó. Alejandra le devolvió el saludo sorprendida. Hacía tiempo desde la última vez que alguien le sonreía de esa manera.

Faltaban dos horas antes del recreo. Alex estaba emocionada por hablar con su nueva compañera. ¿Será que le caía bien? ¿De qué conversarían? Esos pensamientos la atormentaban cuando una vez más, la profesora le llamó la atenciñon.

-¡Alejandra! Te repito: ¿Cuál es el valor de x en x+2x·(-2)=12?

Alex sabía perfectamente que la respuesta era -2 pero hizo como si no lo supiera. Con cara de pena, Amy levantó la mano.

-x=-2 profesora.

-¡Muy bien Amathist! Alejandra, a la siguiente estate más atenta.

Alex miró por un segundo a Amy. Lo que no sabía era que ella también la estaba mirando. Ese momento fue interminable. Era como si todo su alrededor desapareciera, y solo estuvieran ellas dos en la clase. NO, ni siquiera en la clase, si no en el vacío. Sus caras lo decían todo. En ese instante podrían haber pensado lo qie quisieran, la otra lo hubiera sabido. Fue como si estuvieran en un trance en el que solo le importaba la una a la otra. En cuanto se dieron cuenta de que se estaban mirando, retrocedieron sus caras. Ninguna sabía qué era lo que había pasado pero no le dieron importancia. Un simple contacto visual.

Pasó otra larga y aburrida hora escuchando también a su profesor de biología hablar sobre las propiedades del agua. Por fin dieron las 11.00. La hora del recreo.

-Chicos/as, no os olvideis de los esquemas de hoy. ¡Pasad un buen día!

Alex seguía pensando sobre lo sucedido una hora atras cuando derrepente, alguien le dio dos toque en la espalda.

- Ehh... Alex? Se te ha caído esto.- Alejandra se volteó y para su sorpresa se encontró cara a cara con Amy.

-¡Oh! Ejem... Gracias Amy. Muy buena la de matemáticas.

-Gracias. ¿Nos vemos en el patio? Voy a dejar mi material nuevo en mi taquilla. ¡Adiós!

Alex vio como Amathist se marchba. ¿Cómo podría ser una chica tan guapa? En ese momento Alejandra decidió que iba a hacer todo lo posible para ser su amiga.




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