West coast

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Pasaron varios días desde que Amy fue a la casa de Alex. Para que la madre de Alejandra no le castigara, pusieron las excusa de que Alex vomitó, asi que se tuvo que ir a casa y como estaba mareada, Amy la tuvo que acompañar.

En los próximos días, Sofia no las molestó mucho. Aún así Amy y Alex nunca podían bajar la guardia. Siempre tenían miedo por si Sofia les hacía algo. Poco a poco Amy y Alex se hacían más cercanas. Se contaban cosas, quedaban juntas, se ayudaban con los deberes... Se hicieron mejores amigas. O tal vez... ¿Alex empezara a pensar en ella como algo mas.

-Oye, ¿cuándo vienes al centro comercial?- Le dijo Alex a Amy por teléfono.

-Eh, dame un poco de tiempo. Todavía me estoy vistiendo.

"Ayy, esta señora. Me tiene hasta los huevos" pensó Alex al escuchar la respuesta.  

Alex tenía las entradas de cine reservadas a las 18:00. A Alejandra le dolía que Amy no se lo tomara en serio. Alex lo tenía todo planeado: primero, verían la película y cuando se terminara, le pediría a Amathist quedarse un poco más en el cine. Así cuando estuvieran solas, se podrían besar. Alejandra estaba muy enamorada de Amy. Luego, irían a un restaurante cercano y cenarían juntas. ¿No era un plan perfecto? 

Eran las seis y cuarto y Amy todavía no había llegado. Alex estaba intentando contactar con ella pero no respondía. De pronto escuchó que alguien decía su nombre.

-¡Alex! ¿Alex ya estoy aquí!

Amy llevava un hermoso vestido color morado. Alex parecía hipnotizada con el vuelo de su falda.

-¡Alex! Oye que estoy aquí.

-¡Oh! Si, perdón. Es que te has puesto un vestido muy bonito.

-¡Gracias! Pensaba que estarías enfadada contigo por llegar tarde.

-¿Qu-? Oh si, y lo estoy. Habíamos quedado a en punto y has llegado veinte minutos tarde. 

-Lo siento.- Dijo Amy con tristeza.

-Está bien. Solo vayamos ya al cine, nos vamos a perder la mitad de la película.

Pero cuando llegaron a la puerta del cine, ya habían cerrado las puertas. Las chicas protestaron e hicieron todo lo que pudieron pero no les dejaron entrar a la sala. Desanimadas, volvieron a casa. Alex estaba apenada por no haber hecho el plan perfecto que organizó.

-Oye, ¿te vienes a mi casa?- Dijo Alejandra. Amy no había estado en aquel piso desde aquel día a principio de curso. Y le parecía que era el momento adecuado para volver.

-¡SI! Me parece genial.- Dijo Amathist jovialmente.

Salieron del centro comercial. Repentinamente, de camino a casa, empezó a llover. Parecía que había una inundación. Las chicas se mojaron totalmente. Así que cuando llegaron a casa,  decidieron cambiarse de ropa.

Amy se quitó el vestido, dejando ver a Amy su cuerpo casi desnudo. Alex estaba impresionada; en todos estos meses nunca la había visto con tan poca ropa puesta. Era hermosa. Tenía una cintura delgada, unas caderas curvadas y unas tetas... Amy, sabiendo lo que estaba pensando su amiga le preguntó:

-¿No te gusta?.- Amy estaba un poco triste. Hace poco, sus compañeros de clase se burlaabn de ella por su físico. Por eso se cambió de instituto. 

-¡Pero qué dices! Si tienes un cuerpo espectacular. Ya me gustaría a mi tener ese pecho.

Ambas rieron. Amy se puso una camiseta que le prestó Alex. Olía a su colonia. Olía a agua de mar. Olía al Mar de Oeste. Eso le recordaba a la famosa canción de Lana del Rey. Una casualidad que a las ods les gustara la misma música.

-Oye Alejan... Alex, ¿tú no te cambias de ropa?

-Si, si, es que no sé qué ponerme. No quiero parecer un payaso en frente de ti.

-Uf, si me vieran en pijama... ¡Ja, jas fs!.- Dieron varias carcajadas.

Alejandra se fue quitando la ropa. No estaba nada mal. Tenía pecas por alrededor de todo su cuerpo. Amy se convirtió en un tomate. ¿Cómo podía decir que no le gustaba su cuerpo?

-Bueno, me voy a poner alguna camiseta.- Alex cogió una camiseta de Lana del Rey y se la puso. 

-¡Ey! ¿A ti también te gusta Lana?

-Pues claro, ¿acaso lo dudabas?

Unos minutos más tarde se sentaron en el sofá de la sala. Decidieron que en vez de ir al cine a ver una película, verían una en casa.

-Oye Alex, ¿tu madre cuándo viene?

-Oh, mi madre vive en el piso de al lado. Este mini piso es más o menos mío, porque aquí solo vivo yo. Si necesito algo, paso a la puerta de en frente.

-Vaya qué morro. Yo vivo con mi madre y ella me controla todo lo que hago. 

-Uf, yo todo lo contrario. Por eso, cuando se pone muy pesada, escucho a Lana. Bueno, y también otros artistas.

-Uff... Música, lo mejor de la vida.

-Oye, hablando de música, algún udía tenemos que quedar para escuchar música.  

Juntas, rebuscaron por Netflix, buscando una película entretenida para ver a la noche. Lalaland. Les encantaba esa película.

-Dios, esta pelicula es genial. Me encanta el soundtrack, el ambiente, los personajes... Todo.- Dijo Amy entre lloriqueos. 

-Oye, ¿te dejan quedarte a dormir?

-No creo pero si decimos que es para estudiar seguro que me dejan. Además estamos en vacaciones.

Amy llamó a su madre para preguntarle eso. Después de estar un cuarto de hora insistiendo, su madre aceptó.

-Esto es genial, ¡nunca había invitado a alguien a dormir a mi casa!

-¿Y qué vamos a hacer?

-Ven a mi cuarto y vemos videos de casos de desapariciones.

Alex se tumbó en la cama. Amy se sentó encima de ella. Alex se puso como un tomate. Alex de verdad estaba muy enamorada. Amy era taaaan tonta.

-Oye, tú alguna vez has besado a alguien?- Preguntó Alex.

-Pues no, y tú?

-Yo tampoco. Podemos probar si quieres. -Respondió.

-Jas,jasjsh ¡qué graciosa Alex!

¿Cómo es que no capta la indirecta?

Poco más tarde, se durmieron abrazadas. Alex tuvo un sueño extraño. Bonito, pero extraño. Estaban en una playa. El ambiente era bonito, con luces amarillas bajas, había mesas, cada mesa tenía una vela y había mesitas arrinconadas en la playa. Alex había elegido una de esas para esperar a Amy. Cuando llegó se miraron. Ella avanzó, tocó su cara, rozó con sus labios los míos. Entonce se hundieron en un profundo beso.

Sentía que iba a morir, ese aroma a canela, ¿salía de su boca o de la de Amy? Ella sentía escalofríos y a Amy le ahogaba el calor. De pronto levantaron sus miradas. Alex nunca le había pasado, sentiser así, no quería despegarse. Amy no podía respirar, el ritmo del corazón era cada vez más alto, invadió los espacios de su cerebro y sus pensamientos se enajenaron. Su sentir era tan intenso, su roja expresión titilaba. Desapareció toda la gente que les rodeaba, pero Alex no le dio importancia. Abrazadas cayeron en un sofá que apareció de repente. Sus emociones pasaron por variados niveles de conmoción: morir, revivir, angustia, alegría, nostalgia.

Ella era ternura, arrebato, pasión y mucho más, en ese encuentro puso todo lo que era, pero al final se fue sin respuesta y volvió a su casa.

Por parte de Alex, quedó rebosante de amor, solo, pero con imágenes en mis pupilas, que no se apagaran mientras viva.

Se despertó. Estaba sudando, y mientras se incorporaba de nuevo, miró a Amy con beatitud. 



Un disco más [relato lésbico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora