Hate about me

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Al día siguiente Alex se despertó más animada de lo normal. Estaba deseando ver de nuevo a Amy. Esta vez se despertó a las 8:30. Hoy si que le iba a dar tiempo a llegar al instituto. Se vistió diferente a otros días: se puso la ropa que mas le gustaba de modo que todo su outfit combinara. Salió de casa y se dirigió rápidamente al instituto. 

Allí se encontró con Sofía como no. Estaba en la puerta, esperándola. 

-Hola pringada. Espero que con esto aprendas la lección- Dijo hablándole a toda la gente que estaba mirando. 

De pronto, un cubo de pescado cayó en la cabeza de Ale. Todo el mundo empezó a reír. Alex se sentía como una puta mierda. Salió corriendo a su casa llorando cuando, por el camino, se encontró con Amy.

-Oh dios, ¿qué te ha pasado? ¿Estás bien?

-Es Sofía. Me ha tirado un cubo de pescado en la entrada del insti y todos se han reído de mi. Me voy a casa, no puedo soportar estar con ella, en el mismo edificio. Además estoy muy cansada y a mi madre solo le importa que apruebe. Nunca me pregunta ni cómo estoy ni si he comido; solo un "¿qué tal las notas?" No. No pienso volver. Estoy agotada.

-¡Espera! No te puedes marchar así y quedarte sola en casa. Te acompaño. ¿Te parece bien?

-Pues sinceramente, no me vendría mal un poco de apoyo emocional. 

-Vamos.- Dijo Amy. Amathist sabía más o menos lo que le pasaba a Alex. Estaba un poco preocupada porque cuando se cayó encima suyo, pudo ver unas cicatrices en su brazo. Amy solo quería ayudarla. No sabía las cosas que le habían ocurrido a Alejandra en el pasado así que le preguntaría.

De camino a casa, Amy le secó las lágrimas con un pañuelo de seda. Tenía grabadas a hilo el nombre de Amy: "Amathist"

-Toma. Cada vez que te pase algo puedes usar este pañuelo. Ya sé que suena cursi pero no se qué más hacer para animarte.

-Muchas gracias. Nunca nadie se había preocupado nadie por mi de esta manera. 

Se miraron. Amy no se había fijado en lo bonitos que eran los ojos de Alex. Aún estando llorosos. Una constelación ardiendo. Un golpe de suerte, atardeceres rojos. La luz de la luna, el cantar de las aves. No había en cielo o tierra algo que se compare con el brillo de sus ojos. 

Cuando llegaron a casa, Alex entró a su habitación y se tumbó en su cama. Amy se sentó a su lado, en una silla que había frente a ella. La habitación era pequeña pero cabías muchas cosas. Amy se fijó en todos los discos que tenía. Las paredes eran verdes, ni muy oscuro ni muy claro. Había algo de ropa por el suelo. Los muebles eran todos de madera color cereza. Era como si estuviesen en una biblioteca. 

-Lo siento mucho. Tengo el cuarto muy sucio y desordenado. 

- ¡Uf! Si vieras el mío...

-Mi madre se va a enfadar conmigo... Otra vez. 

-No te preocupes. Seguro que podemos decirle algo como que estabas enferma.

-No sé si tu madre te creerá. Si le dices que sacas buenas notas seguro que te cree. Diría "coge de ejemplo a esta chica. Saca buenas notas, estudia... no como tú." A veces no la soporto.

-Está bien. Puedes confiar en mi. 

-No. La última vez que confié en alguien, puso a todos en mi contra y utilizó los secretos que le conté para chantagearme. No dejaré que eso vuelva a ocurrir.

-Tengo una idea: ¿qué te parece si te cuento un secreto y luego tu me cuentas otro?

-Vaale.- Dijo Alex con un tono cansado. 

-Cuando era pequeña no me gustaba lavarme el pelo, así que siempre lo tenía sucio. Te toca Alex.

-Aghh. Pues, no sé. En tercero de primaria fue la primera vez que me enamoré de alguien de verdad.

-Ooh.- Respondió sorprendida Amy.

-¿Quién fue?

-Eso si que no te lo voy a decir. Ya te expliqué que no cojo confianza muy rápido.

-Lo entiendo. Dime, ¿qué puedo hacer para ganarme tu respeto y seguridad?

-Pues... No sé, no se me ocurre nada. Dime tu mayor secreto.

-Está bien. Mi mayor secreto es que parece que siempre estoy feliz pero en realidad no es así. A veces siento que soy una insignificante mota de polvo en el universo y que no sirvo para nada. Ni siquiera sé cómo apruebo si ni estudio. A parte de todo eso, te voy a contar una cosa que nunca se la he dicho a nadie: me gustan las chicas.- Dijo vergonzosamente Amy.

-Veo que tu si que me tienes confianza a mi así que yo también te contaré uno de mis mayores secretos. Bueno, es básicamente lo mismo. Es que soy lesbiana.

-Con que no cogías confianza rápido ¿eh?- Dijo Amy entre risitas.

-Oye, déjame en paz jsjsjs. ¿Quieres un batido? Tengo en la nevera.

-No, gracias. Muy amable. Oye, ¿te puedo preguntar una cosa?

-Vale pero no te aseguro que te vaya a responder.

-Cuando Sofía dijo que no me habías contado lo que había pasado entre vosotras, ¿a qué se refería?

-Pasaron muchas cosas en los anteriores cursos. No sé si quiero explicártelo. Quiero decir, nos conocimos ayer.

-Oye, tú cuéntame lo que quieras. No se lo diré a nadie a menos que me lo digas, ¿ok?

-Vale, de todos modos casi todo el mundo en el colegio sabe lo que pasó... Todo empezó en primero de primaria, hace tres años. Todos mis amigos de primaria se fueron al colegio Soto Mayor, mientras que yo, fui a Claresfield. Mi madre estaba convencida de que una escuela privada iba a aumentar mis capacidades y bueno... Pasaron muchas cosas. El primer día conocí a Sofía. En esos momentos ella era una chica muy amable conmigo y sacaba buenas notas, no como ahora. En fin, nos hicimos bastante amigas y como nos pusieron en la misma clase, estábamos todo el rato hablando. Poco a poco, nuestra relación fue siendo cada vez más íntima. Ella me dijo que yo le gustaba. Yo en esos momentos estaba enamorada de actrices, no te personas reales. Eso ahora me hace gracia y me da cringe a la vez. Bueno, que lo que pasó fue que cuando estábamos en tercero de la ESO yo le rechacé. Ella me cogió mucho rencor. Así que se convirtió en una chica de plástico sin corazón. Desde mediados del curso pasado, escaló en la montaña de  la popularidad, haciéndome la vida imposible. Yo la rechacé porque simplemente la veía como una de mis mejores amigas. Pero lo de las bromas no es lo peor, lo peor fue lo que hizo a finales de curso. Teníamos un examen global muy importante. En él entraban todos los temarios de matemáticas de ese curso. La muy cabrona robó las hojas de la profesora, donde estaban las respuestas. Justo antes del examen me puso la hoja debajo del cajón. Yo estaba segura de que no tenía nada sospechoso así que hice el examen con normalidad. De pronto Sofía gritó: ALEJANDRA ESTÁ COPIANDO. Yo negué todo. Pero cuando me revisaron el cajón... Me expulsaron una semana. Ese examen iba a ser parte de mi entrada a la selectividad y saqué un puto cero. ¡UN PUTO CERO!- Alex comenzó a llorar. 

-Amy, lo siento mucho. Es que me fastidia tanto esa puta zorra...

Amathist le dio un cálido abrazo que Alex aceptó con gusto. Alejandra lo sintió como si fuera el primer abrazo que dio en su vida. Cálido, amistoso, acogedor. Las dos se sintieron como esa típica tarde de verano, cuando estás paseando por la playa y el frío de las olas llegan a tus pies, haciendote sentir escalofríos y fervor.

Un disco más [relato lésbico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora