Ayer me preguntaron,
si se podía saber, -con todo respeto-
qué onda con mi viejo
que siempre me escuchan hablar de mi vieja
pero nunca de mi viejo
Me preguntaron si estaba vivo
o
si ya no estaba
y yo me perdí en lo mismo
que repito desde siempre:
la verdad, no tengo idea.
No conozco la o exclusiva
entre estar vivo o no estar
cuando se trata de mi viejo
por eso me sorprendía tanto
él
conocía muy bien la indiferencia
entre precisión y exactitud
sabía cuando algo pasabay sabía exactamente lo que me pasaba
Con apenas tomarte el pulsode lejos bastaba
para darle a la pregunta correcta
yo no tenía que mostrarle mis arterias.
La pregunta,
no tenía ningún secreto:
Cabeza, ¿qué pasa?
Con solo una vezque le hablara directo a mi cabeza
ya era suficiente
para abrir una represa
de lamentos
los de él eran suyospero los suyos
eran suyos y míos por herencia
Esa pregunta,
Cabeza, ¿qué pasa?
que hoy me la repito yo solo
pero antes valía para las dos cabezas
me sorprendía.
Un domingo tras otro
cuando salía a patear las veredas
a los gritos entonando su tango favorito
los sábados
con una armónica
asfixiada a su pecho
y un blues atrofiado en su garganta
golpeando veredas con el ruido
de botellas golpeando otras botellas
vacías o escupiendo la espuma
del borde de su boca.
Sonidos tan característicos
que hasta el día de hoy siguen
haciendo mucho ruido.
Salía a girar por el barrio
y parecía que lo vestía de pueblo