Parte II: Cena

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Saliendo del cine, el grupo metiche caminaba hasta sus respectivos medios de transporte.

Faira entablaba conversación con los abuelos del muchacho al que pretendía. Eran personas bastante amables, en verdad, le agradaban y ellos parecían estar a gusto con ella también; no podía evitar preguntarse si Mai también era de su agrado, pero no sabía cómo abordar el tema sin dejar a la luz sus intenciones. Especialmente no en frente de la pequeña Bulla, que la miraba con desconfianza. La princesa iba tomada de la mano de ambos abuelos, y a pesar de que la levantaban en el aire aquí y allá, seguía analizando a Faira con su mirada.

Daba un poco de miedo.

Goten, Shu y Pilaf se encontraban conversando también.

− Por un momento creí que lo iba a rechazar una vez más.

− Yo también, pero cuando un hombre quiere tanto a una mujer y se lo demuestra tanto con palabras como con acciones, no se puede dudar de sus intenciones. Al final ella lo comprendió y comprendió también que lo había juzgado mal – le respondía Shu al morocho.

− ¡Ay, por favor, Shu! ¿No le viste la cara cuando vio la tremenda casa que tenía? Por supuesto que se iba a casar con él, sólo se enojó un poco – interrumpió Pilaf, tomando un sorbo de la bebida que el hijo de su mayor rival le había compartido −. Nuestra Mai podría aprender de esa chica, ni siquiera tuvo que salir en citas para casarse con él – agregó luego de tragar.

− No lo sé, yo creo que ella también lo ama... es decir, la tensión se sentía mutua. No se veía como la clase de chica que se casaría sólo por una casa – dijo Goten.

− Sí, mi señor. Creo que usted malinterpretó a la muchacha.

− Ay, pero casualmente se va a enamorar del más ricachón. Yo sé de lo que hablo – se defendió el Emperador −, cuando yo era rico tenía muchas pretendientas. Nosotros los solteros adinerados siempre somos las presas de jovencitas ambiciosas.

− ¿Y se casó con alguna? – preguntó Goten con curiosidad.

− ¡Claro que no! Eran todas unas descaradas, siempre estaban enviándome besos y queriendo abrazarme ¡Ni les importaba si estábamos en público! Jamás podría casarme con alguien tan desvergonzado, eso está por debajo de mí.

− Lo recuerdo, era muy bochornoso – comentó el canino, sacudiendo su cabeza en horror.

Goten rio por lo bajo, ya sabía de dónde sacó Mai su inocente naturaleza, siendo que los tres crecieron juntos. Le deseaba suerte a su amigo, iba a tener que esforzarse mucho para conseguir siquiera un beso.

Pero si había alguien persistente, ese era Trunks.

Detrás suyo, Faira seguía hablando con los señores Briefs. Había conseguido que le cuenten más detalles sobre Trunks y su familia. Sobre sus padres, quería saber a qué se enfrentaría cuando Trunks se los presente. Especialmente sobre ese misterioso hombre que los paparazis y medios de comunicación habían identificado cómo el esposo de la Presidente de Corporación Capsula y padre de sus hijos. Había leído todo lo que se podía leer sobre la brillante Bulma Briefs, pero quedó insatisfecha con lo poco que consiguió sobre su marido. Se lo veía rara vez en eventos públicos, pero jamás hablaba o participaba. Se especulaba desde que había hecho un voto de silencio a qué había perdido la lengua en algún trágico accidente, qué tal vez podían estar relacionado con las intrigantes cicatrices adornando su cuerpo que pudieron observarse en la única foto sin camisa que existía de él; un camarógrafo intrépido logró colarse brevemente a la playa privada perteneciente a los Briefs y tomarla.

No había suficiente información sobre el hombre para negar o confirmar ninguna de las teorías descabelladas que existían sobre él. Ni siquiera su nombre estaba del todo confirmado, la muchacha se había encontrado con infinidad de pronunciaciones y versiones −incluso afirmaciones de que se llamaba de una completamente manera distinta− en su búsqueda de información.

Sólo tú y yo... y los demás [TRUMAI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora