SIN VOZ

ERES UN BUEN CHICO

Ya era martes y hoy Deidara iría a casa con Itachi. Deidara siempre caminaba a la escuela, pero ahora podía sentarse en el lindo auto de Itachi, aunque al rubio no podía importarle menos. Estaba lo suficientemente feliz con ser conducido. Itachi estaba inquieto detrás del volante. Le había preguntado a su padre si podían usar una habitación para pintar y su padre levantó una ceja antes de asentir lentamente con la cabeza. Luego recibió una reprimenda por no arruinar su alfombra y de será mejor que limpien todo después de que hayan terminado. Sí, se pondrían a trabajar en el garaje donde nunca venía nadie, por lo que Itachi no entendía por qué su padre le dio tanta importancia.

Itachi miró a un lado a Deidara que estaba mirando por la ventana con una suave sonrisa en su rostro. Itachi se preguntó en qué estaba pensando, pero preguntar ahora sería un poco incómodo. No eran realmente amigos, solo trabajaban juntos y tenían un amigo en común. Estaban un poco más cerca ahora que cuando se conocieron, pero no tan cerca, ¿verdad? Itachi ya no estaba seguro. Ya no le importaba la compañía de Deidara. Le gustó el silencio que trajo Deidara y como Deidara no estaba tan deprimido, también aligeró el ambiente. Incluso Itachi se sentía un poco mejor cuando Deidara estaba cerca.

El cuervo se detuvo en el camino de entrada y condujo todo el camino hasta su casa. Los ojos de Deidara se abrieron y miró con asombro la casa. Sí, era grande y el espacio era tan innecesario. La mayoría de las habitaciones nunca serían decoradas ya que ya se habrían ido para entonces. Itachi ya odiaba la casa y solo había vivido allí durante una semana o algo así. Realmente no recordaba.

Tan pronto como el auto dejó de moverse, Deidara saltó del auto y se quedó mirando la casa gigantesca. Lentamente se giró hacia Itachi y comenzó a señalar la casa de manera exagerada. Itachi se rió entre dientes suavemente ante la cara de Deidara, gustándole cómo sonreía el rubio.

Itachi luego comenzó a caminar hacia la casa, mirando por encima del hombro para asegurarse de que Deidara lo seguía. Deidara seguía mirando hacia la casa, sus ojos subían más y más mientras caminaba detrás de Itachi. De nuevo el cuervo se rió entre dientes, de repente encontrando a Deidara muy lindo. En el impulso del momento, Itachi agarró la mano de Deidara y tiró de él más hacia la casa, no queriendo quedarse afuera por más tiempo. Cuando llegaron a la puerta, Itachi volteó y vio un gran sonrojo en el rostro del rubio, ojos azules bajos. Entonces se dio cuenta de que todavía estaba sosteniendo la mano de Deidara y rápidamente la soltó, sus propios ojos negros se abrieron como platos en estado de shock. ¿Por qué había hecho eso?

Rápidamente abrió la puerta, sin mirar más a Deidara. Estaba seguro de que ahora llevaba un rubor propio. Itachi se quitó el abrigo y lo colgó en el perchero, Deidara hizo lo mismo. Por el rabillo del ojo, Itachi miró a Deidara, queriendo saber si el rubio todavía se sentía avergonzado, pero en realidad ya se veía bien.

-¿Quieres algo de beber?- luego preguntó, viendo a Deidara asentir con una suave sonrisa. De alguna manera esos ojos azules brillaron de nuevo y a Itachi le encantó, pero no lo admitiría pronto.

Itachi caminó hacia la cocina, abrió la puerta y luego la mantuvo abierta para Deidara. Se dio cuenta de que su madre estaba de pie detrás del refrigerador, tratando de elegir algo para beber.

-Madre-dijo Itachi, tratando de llamar su atención. Mikoto se enderezó de nuevo y se volvió hacia su hijo, con una gran sonrisa en su rostro.

-Hola cariño. ¿Cuando llegaste a casa?- preguntó ella, luego notando que alguien más estaba en la cocina también-Ah, ¿y quién eres tú?-

Deidara se veía un poco incómoda ya que él no podía responderle de inmediato y agarrar su bolso sería raro ahora. Le lanzó a Itachi una mirada suplicante y el cuervo le devolvió la sonrisa a Deidara como si dijera, entonces me necesitas, ¿eh?