Alba

9 3 0
                                    

Camila estaba acostada en la cama de Lucía, inmóvil como una muerta. Tras tomar una muestra de sangre y otra de Marta, Lucarda se había ido "a hacer algunas averiguaciones urgentes"  según sus propias palabras, no sin antes decirles a Bice y Lucía que se bajaran todas las persianas y cerraran todas las ventanas de la casa.

Para alivio de las chicas, Camila volvió en sí al cabo de unos minutos.

-¿Dondé está Alba? -preguntó ansiosamente nada más al abrir los ojos.

-Supongo que te refieres a... la joven que te ha disparado. Lucarda la ha desarmado y la ha hecho huir -contestó Lucía.

-Lucarda... Ya sabía yo que era inocente  -dijo Camila con alivio.

-¿Cómo es posible que Alba sea su madre? -preguntó Bice.

-¿Alba es... la madre de Lucarda? -se sorprendió la vampira-. No lo sabía. Pero, después de todo, no es tan extraño. Tiene edad más que suficiente, y son de la misma estirpe...

-¡Pero si no aparenta más de veinte años! -exclamó Bice.

-Pues tiene algunos más.

-¿Hace mucho que la conoces? -preguntó Lucía.

-Hace mucho, sí... En un tiempo, fuimos amigas.

-¿Nos lo cuentas? -pidió Bice.

-De acuerdo  -dijo Camila tras una pausa-. Voy a contaros una historia que seguramente os resultará familiar... Hace mucho tiempo, una mujer de la nobleza centroeuropea murió al dar a luz a una niña muy pálida y muy hermosa a lo que llamaron Alba. Pasados unos años, el padre volvió a casarse, y la madrastra de Alba empezó a observar que la niña se comportaba de una forma extraña. Evitaba la luz del sol, se pasaba las noches en vela, a menudo desaparecía sin que nadie pudiera encontrarla, y tenía un carácter violento e irascible que contrastaba con su serena belleza... El mismo día que Alba cumplió los dieciséis años, su madrastra la sorprendió mordiéndole el cuello a un paje del castillo y, horrorizada, mandó al guardabosguardabosques que la matara y le arrancara el corazón, única forma, según se creía entonces, de aniquilar a un vampiro.  Pero el guardabosques se apiadó de Ala y le contó que su madrastra quería matarla. Alba huyó y el guardabosques le entregó a la madrastra el corazón de un cervatillo para que creyera que había cumplido su orden...

-¡Es el cuento de Blancanieves!  -exclamó Lucía.

-Sí. O, mejor dicho, es la historia real en la que probablemente se basó el cuento  -puntualizó Camila-, aunque cambiando unos detalles escabrosos... Alba huyó al bosque y se unió a una banda de despiadados forajidos enanos, que inmediatamente la aclamaron como jefa. Durante muchos años sembraron el terror en toda la comarca, pues los enanos, además de bandidos, eran caníbales. Hasta que la madrastra, ya vieja, se adentró en el bosque en busca de Alba, la encontró y le hizo comer una manzana envenenada. Los enanos guardaron el cuerpo de Alba en una urna de cristal, donde permaneció incorrupto durante mucho tiempo. Hasta que un príncipe la despertó. Pero no con un beso, sino como tú me has despertado a mí, Bic: depositando una gota de sangre en sus labios. Era el príncipe Vlad Tepes, más conocido como Drakul, el hijo del diablo.

-¡Pero Vlad Tepes vivió en el siglo XV, hace más de quinientos años! -exclamó Lucía.

-Nació en el siglo XV -puntualizó Camila-. Algunos creen que aún no ha muerto.

-Puede vivir tanto tiempo un vampiro? -preguntó Bice.

-Depende de lo que entendamos vivir -contestó Camila-. Un vampiro puede pasar mucho tiempo en estado de suspensión vital, como si estuviera en coma profundo, y durante ese tiempo no envejece. Es como si muriera y luego resucitara... Yo misma pasé una vez muchos años en ese estado, en un castillo abandonado e invadido por la vegetación...

-¡Eres la bella durmiente! -exclamó Bice.

-Digamos que mi triste historia dio lugar a una leyenda  -dijo Camila con expresión ausente-, y que esa leyenda acabó convirtiéndose en un cuento de hadas.

-¿Y también te despertó un príncipe? -preguntó Lucía.

-Parecía un príncipe, sí, y muy apuesto, por cierto -contestó la vampira con una extraña sonrisa-; pero en realidad era una mujer guerrera que llevaba el pelo corto y vestía como un hombre. Una mujer sanguinaria e implacable...

-¡Alba! -exclamaron en unísono las chicas.

-Sí, ella... ¿A qué nunca habríais imaginado que fue Blancanieves quien despertó a la Bella Durmiente?

El Mundo Inferior Donde viven las historias. Descúbrelo ahora