Como guste Su alteza

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Y si muero, Hyrule mío, corazón mío
Y si muero sin mirarte, moriré
Y desearé, desearé volver a ti
Pero mis letras se quedarán aquí.

Las voces melancólicas de algunos soldados entonaron una canción en honor a sus compañeros caídos.

Link, sentado en el sitio de honor, agachó su cabeza y esperó a que siguieran cantando.

Y moriré, yo moriré aún con frío,
pues mis canciones serán para mí
Aún mis besos su dueña no verán,
la que deseaban mis amores perderé.
Yo moriré aún sin morir moriré,
moriré, moriré...
Sin mi Hyrule, mi tierra moriré.

Algunos soldados bebieron un trago del licor que el gobierno les ofreció luego de terminar de cantar, otros guardaron silencio.

—Esta canción se cree fue escrita por un soldado de antaño, quien la dejó plasmada en un árbol que luego sería petrificado en algún punto de su historia; sin embargo, hoy día la usamos como coro fúnebre para aquellos compañeros de armas que murieron en combate y no pudieron volver a su hogar. Larga vida a nuestros héroes caídos, larga vida a nuestro reino de Hyrule —habló el general de las tropas del reino.

—¡Larga vida! —gritaron en respuesta mayoría de los soldados.

Link solo levantó su copa.

El bullicio posterior solo las diosas sabían en qué iba a resultar, pero mientras tanto, él iría a ver a la persona que sabía, era la más afectada por la victoria.

Caminó por el desordenado y destruído castillo, y al llegar a una de las puertas, un militar le abrió para que pasara.

Cada persona que lo veía inclinaba su cabeza, los de clase menor incluso se detenían a hacerle una reverencia; sin embargo continuó su camino sin prestarles atención.

Fue hasta la puerta que muchas noches insistió en cuidar, y luego de tocar con un ritmo específico, abrió y miró por dentro.

—Su alteza ¿está despierta? —preguntó mientras miraba la oscura habitación que era tenuemente iluminada por la luna llena.

No preguntó más, sino solo entró y se acercó a la alcoba.

—¿Gusta que le traiga algo para beber?

—No —respondió cortante.

—Alteza, estoy bien ¿quiere beber algo conmigo?

—¿No estabas con los otros soldados?

Una sonrisa agria se formó en la cara de Link.

Se quedó quieto, de pie junto a la cama de su maestra mirándola en la oscuridad.

En algún momento de tan extenso silencio, Zelda se levantó de un salto de la cama.

—Me incomodas, salgamos a caminar.

—Como guste, Su alteza.

[ . . . ]

—Pensar que en solo diez días el castillo sería devuelto a su estado anterior... los constructores de la capital son increíbles —cometó Mipha hacia la princesa.

La rubia sonrió algo cansada.

—Papá me encargó una parte del trabajo y ahora siento que podré dormir desde la cena hasta el almuerzo...

—La princesa debería cuidar su salud.

Ambas compartieron una risita.

—Li-, El caballero honorario no está con usted hoy, Alteza.

Como guste Su alteza - ZelinkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora