Capítulo 2

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Todas las tardes después de clase voy caminando hacia uno de los bosques que bordean mi barrio, el otro día descubrí un claro bastante tranquilo donde podía sentarme a leer, escuchar música o incluso a hacer los pocos deberes que no me da tiempo a acabar en mis horas de descanso, era un sitio que curiosamente me transmitía muchísima paz interior, creo que por eso los sustitutos me dejan ir allí todas las tardes en lugar de hacerme volver a casa directamente; sé que saben que las cosas en el nuevo instituto no están yendo tan bien como pensaban, pero disimulan lo mejor que saben e ignoran el tema esperando que yo decida sacarlo en algún momento.

Justo cuando giré la última arboleda para llegar al claro vi a una chica sentada en la orilla del lago, tenía la espalda apoyada en la misma roca en la que suelo apoyarme yo y por un segundo juraría que está llorando. Decidí alejarme despacio para que no me oyera y no interrumpir su momento de tranquilidad, pero mi intento fue en vano cuando pise sin querer una rama, tropezando y cayendo ridículamente de espaldas haciendo que la chica se diera la vuelta bruscamente.

Sus húmedos ojos verdes se posaron ante mi y la mezcla de sorpresa y miedo que se dibujó en su cara me alertó por un momento.

La chica desconocida se levantó y vino hacia mí corriendo, yo seguía en shock en el suelo cuando comenzó a examinarme de arriba a abajo concienzudamente, veía que me decía algo, pero no entendía muy bien qué porque me había quedado embobado mirándole a los ojos.

-¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? -su voz sonaba jodidamente bien-.

-Sí, creo que sí, aunque me duele un poco el culo -sonreí y ella me sonrió de vuelta-.

-Normal, menudo trompazo te has dado. Si llego a saber que estabas aquí te habría grabado y subido a internet. Seguro que me habría hecho famosa a tu costa.

-¿Y yo que habría ganado?

-Una fama fantásticamente tormentosa -sonríe- soy Riley por cierto, un placer -me tendió la mano esperando que respondiera proporcionándole mi nombre-.

-Hunter -se la estrecho- acabo de mudarme aquí hace poco.

-Sí, lo sé, te he visto por el instituto, vamos juntos a la clase de escritura creativa.

¿En serio había estado compartiendo clase con ella y no lo sabía? Me sentía un poco idiota, estaba claro que ella si se había fijado en mí. Creo que se estaba dando cuenta de mi duelo interno, porque su cara de confusión se transformó en una más relajada y empezó a sonreírme.

-Tranquilo, en tu defensa diré que me siento al fondo de la clase y no participo mucho, soy algo tímida.

Esta vez sí me molesté en mirarla un poco más, iba vestida con una mallas muy ajustadas, unos calentadores estilo de los 80s y un vestido por encima, a pesar de estar en abril, la temperatura aquí no era horrible, aunque creo que tiene que estar helada de todas formas porque la tela de su vestido es muy fina.

-¿Eres animadora?

-No -rió- aunque me hubiera gustado entrar en el equipo, soy bailarina en la escuela superior de danza de Quántico.

-¿En cristiano por favor? O para tontos, como tu veas.

Me encantaba su risa, no puedo describir como me sentía cuando lo hacía, solo sé que me encantaba ser yo el motivo por el que lo hacía.

-Hago danza clásica -dijo- Ballet. Comencé a los tres años, al principio fue un poco por obligación de mis madres, después acabó gustándome tanto que al final llegué a entrar en la mejor escuela de la costa oeste y estoy a punto de conseguir un papel como primera bailarina en una de las mejores compañías del país.

SoulmateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora