Riley
Me sentí realmente mal por tener que marcharme y dejar a Hunter ahí tirado, pero en cuanto vi el nombre de mi madre reflejado en la pantalla de mi móvil supe que las cosas no iban bien. Últimamente mi abuela Carol no estaba muy bien de salud, había estado algo desorientada todo el tiempo. Mi madre preocupada la llevó al médico, pero después de varias pruebas los resultados no fueron tan esperanzadores como creíamos, tenía principios de Alzhéimer.
Cuando llegué el caos era increíble, mi madre, Camila, estaba forcejeando con mi abuela mientras que mi otra madre, Meghan, vigilaba para que no se matasen entre sí.
-Má, ¿qué pasa?
Mi madre es mexicana, pero mi otra madre es americana. Por lo general cuando estamos las tres hablamos en inglés y cuando estoy sola con mamá en español, pero en ese momento mi cerebro me jugó una mala pasada y solo era capaz de hablar y maldecir en español.
-Cielo, en inglés por favor, sino no te entiendo.
-Perdón mamá. ¿Qué ha pasado?
-Tu abuela no nos reconoce -musitó-
-¿Cómo? Pero... no puede ser, esta mañana estaba perfectamente.
Sentí como mis ojos se empezaban a llenar de lágrimas, mi madre se dio cuenta enseguida porque vino corriendo a abrazarme.
-Lo sé cielo, pero ya sabes lo que dijo el médico, esta enfermedad es así, puede empeorar muy rápido o muy lentamente. Por desgracia a tu abuela le ha tocado empeorar rápidamente.
-Pero no es justo -no pude evitarlo más y comencé a sollozar como una niña pequeña-
-No, no es justo en absoluto pequeña.
-¿Y qué hacemos?
En ese momento el silencio inundó el salón, mi madre y mi abuela habían dejado de gritar. Esta última se me quedó mirando y sentí como por sus ojos se reflejaba un momento de lucidez.
-Hola angelito -mi abuela me llamaba angelito desde que tenía uso de razón, siempre he sido su protegida. ¿Quieres unos taquitos con salsita?
En ese momento todas nos quedamos a cuadros, mi abuela había pasado de no reconocer a su hija ni a su nuera a reconocer perfectamente a su nieta, no sé porqué pero me estaban entrando muchas más ganas de llorar que antes.
-¿Sabes quién soy abuela?
-Pues claro que sé quién eres mija. Ándale y ve al super a comprar unas papitas y una coca. Ten, solo tengo mil pesos.
No quise tentar a la suerte, decirle a mi abuela que aquí su dinero no valía para nada probablemente habría desencadenado en otra discusión así que sin que mi abuela lo viera, mi madre me dio un billete de veinte dólares y fui corriendo a la tienda más cercana a comprar lo que mi abuela me había pedido.
(...)
La hora de la cena fue muy incómoda, mi abuela no habló en ningún momento, y a nosotras nos daba miedo romper el silencio por si volvía a darle otro ataque. El hecho de que se tomase la medicación era otra historia, mi madre tenía que abrir las cápsulas y machacar las píldoras para mezclarlo con la comida, era la única forma de dárselas.
Cuando terminé de cenar me despedí de mis madres y de mi abuela y subí corriendo a mi estudio. Cuando era pequeña y empecé a bailar, mis madres decidieron adaptar una de las habitaciones que nos sobraban para que pudiera practicar. Pintaron las paredes con colores neutros y claros, pusieron un suelo adaptado, un gran espejo y una barra de ballet. Cuando lo vi no pude evitar sentir que era la niña con más suerte del mundo y desde entonces, cada vez que me sentía atrapada venía aquí y bailaba, bailaba hasta que me dolían los pies y mis pulmones eran incapaces de coger aire sin provocarme punzadas de dolor, era el único momento en el que me sentía viva de verdad.
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Soulmate
RomanceÉl luchaba día a día contra la depresión y el TLP. Ella se esforzaba día a día para ser la mejor bailarina del mundo de la danza. Hunter y Riley se cruzarán en el camino del otro para ayudarse a sanar mutuamente y darse cuenta de que las almas gemel...