Capítulo #1

12 4 26
                                    

El sol se asomaba por mi ventana obligándome abrir los ojos con dificultad. Un nuevo día en el cual otra vez despierto con los gritos de mi madre desde la cocina anunciando que llegaré tarde al instituto sino me apresuro.

Con total vagancia saco mi cuerpo de la cama y me encamino al baño a tomar una ducha. Veo mi reflejo en el espejo y me río de mi misma al ver mi horrible aspecto mañanero. El cabello rojo que me caracteriza, apuntando hacia todas direcciones, la ropa toda desajustada y arrugada, incluso casi tengo un pezón fuera de mi diminuto pillama. La cara toda hinchada y los ojos somnolientos, pues si, un total desastre.

Me lavo los dientes y tomo una rápida ducha para luego bajar con la mochila al hombro a desayunar con mamá. Mariam me da los buenos días mientras nos sirve el desayuno a mamá y a mí y de lejos logro ver la figura de Frank, mi chófer, entrando por la puerta dando también sus buenos días a las tres.

—Recuerda no demorarte en llegar hoy, hay cosas que hacer y quiero que me ayudes —me reprocha con razón, ya que soy la reina de la impuntualidad, y las veces que acordamos en hacer algo ha sido en vano, porque siempre llego tarde.

—Esta bien, no me demoraré hoy, te lo prometo —le digo para que se esté tranquila y se calle, porque si no me da la charla del siglo.

—Frank hoy no requiero de tus servicios para ir al instituto, Archie prometió acompañarme hoy —le informo para que se tome la mañana ya que sé que mamá tampoco saldrá hoy.

—Solo cumplo mis horarios señorita Ashley —contestó con su típica costumbre de poner las manos detrás de la espalda cada que habla con mamá o conmigo.

—Como quieras —termino mi desayuno y me despido de los tres con el comienzo de un nuevo día. Al salir la residencia Rose me da los buenos días, pero sus inquilinos no, se hacen llamar gente de clase y ni modales tienen.

Salgo de casa dirigiéndome a la escuela la cuál no queda tan lejos. Camino por las calles y me detengo frente a la casa que ha sido dueña de toda mi infancia, me aproximo a la puerta y antes de tocar se abre dándome la hermosa imagen de mi mejor amigo sonriéndome.

Como siempre su cabello regado forma parte de su día a día, nunca se ha molestado en peinarlo, su ceja derecha con esa pequeña cicatriz que lo caracteriza la cual fue hecha por mi culpa, un terrible accidente de hecho, y su atuendo no cambia, usando unos pantalones ajustados, camisa, botas y chaqueta.

Se acerca a mi mientras abre sus brazos envolviéndome por completo, como si lleváramos tiempo sin vernos y apenas anoche mismo se encontraba en mi casa molestándome y acabando con la comida de mi hogar.

—Buenos días señorita Ashley —dijo con total alegría separándose de mi y dejándome respirar.

—Buenos días señorito Archie —le devolví el saludo imitándolo pero en un tono burlón. Se quejó con una mueca para luego pasar su brazo por encima de mis hombros mientras yo sonreía al verlo.

Y así empezo mi día, en una caminata entretenida al lado de una de las personas mas importantes de mi vida, mi mejor amigo. Desde que tengo uso de razón Archie a estado a mi lado, siempre conmigo, y al ser ambos hijos únicos somos como hermanos prácticamente. Caminábamos por las calles y yo solo podía escuchar a Archie hablar, una vez que comienza a hacer cuentos e historias no sabe cuando parar.

La caminata seguía y ya llevábamos unas cuantas cuadras en las que Archie no paraba de hablar, pero no me molestaba, de hecho amo que me hable de todo de lo que le pase, me agrada y me hace reír bastante ya que a él le pasaban cosas tan locas que a veces creo que se las inventa.

—Un segundo —Archie detuvo nuestra caminata para sentrarse en lo que había detrás de nosotros, "no otra vez por favor"

—Archie ¿sucede algo? —pregunté preocupada aunque ya sabía que era.

Dobles CondenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora