Un tercio de nuestra historia

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15 de noviembre de 2017 (1 año antes de la historia principal)

El sol se estaba poniendo en el horizonte, y sus rayos dorados iluminaban el paisaje, creando sombras alargadas en el suelo. La brisa fresca del atardecer soplaba suavemente, llevando consigo el aroma de las flores silvestres y el sonido de las hojas al moverse. Pero a pesar de la belleza del momento, Sarah no podía evitar sentir una profunda tristeza en su corazón.

Había pasado una semana desde que se enteró de que tendría que mudarse a otra ciudad debido al trabajo de su padre. Ella estaba emocionada por la oportunidad de conocer un lugar nuevo y hacer nuevos amigos, pero también estaba triste por tener que dejar todo lo que conocía detrás. No podía evitar sentir que una parte de ella se quedaría atrás para siempre.

Mientras caminaba por el campo, Sarah se detuvo en un pequeño puente de madera que cruzaba un arroyo. Se apoyó en la barandilla y miró el agua que fluía debajo de ella. Cerró los ojos y respiró profundamente, tratando de capturar este momento y guardarlo en su memoria para siempre.

sintió una mano en su hombro. Abrió los ojos y se dio cuenta de que su mejor amiga, Emily, estaba de pie a su lado.

¿Estás bien? -preguntó Emily con una voz suave.

Sí, estoy bien -respondió Sarah con una sonrisa triste-. Solo estoy un poco triste por tener que irme.

Lo sé -dijo Emily mientras se apoyaba en la barandilla a su lado-. Yo también lo estoy. Pero sabes que siempre estaremos juntas, ¿verdad?

Sarah asintió con la cabeza, agradecida por tener a alguien como Emily a su lado. Juntas habían pasado por tantas cosas: las risas, las lágrimas, los primeros amores y los corazones rotos. Y aunque estuvieran separadas por la distancia, sabía que su amistad era lo suficientemente fuerte como para superar cualquier obstáculo.

Siempre estaremos juntas -dijo Sarah con una voz suave, mientras una lágrima rodaba por su mejilla.

Actualidad 20 de noviembre de 2018
( un año exacto de la muerte de sarah)

El sol se filtraba por la ventana del aula, iluminando el escritorio vacío de Sarah. Un año había pasado desde que Emily perdió a su mejor amiga en manos de su propio profesor de literatura. Emily aún recordaba cada detalle de aquel fatídico día, cuando la noticia de la muerte de Sarah se extendió por toda la escuela como un reguero de pólvora. La tristeza se instaló en el corazón de Emily y no la había abandonado desde entonces.

A pesar de los esfuerzos de los padres de Sarah por llevar al asesino ante la justicia, aún no se había logrado ningún progreso significativo en la investigación. Emily se sentía impotente, como si todo lo que pudiera hacer fuera llorar por su amiga perdida.

Emily se sentó en su escritorio y miró hacia la ventana. Se preguntó cuánto tiempo había pasado desde que había dejado de sentirse viva, cuánto tiempo había pasado desde que había sonreído de verdad. Incluso las cosas más simples como caminar por los pasillos de la escuela o sentarse en clase se habían vuelto insípidas y sin sentido.

Esa noche, Emily se sentó en su habitación, con las luces apagadas y la música sonando en su teléfono. Miró el retrato de ella y Sarah que estaba en su escritorio y recordó las veces que habían pasado juntas. Las risas, las lágrimas y las promesas de amistad eterna. Emily cerró los ojos, tratando de encontrar consuelo en los recuerdos, pero el dolor era demasiado fuerte.

El punto más alto del poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora