La llamada +18

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NARRA MAIA

Era una imbécil.

Me habían sacado del campo por culpa de la niñata esta.

De Elena.

Me había puesto celosa.

Y ni siquiera entendía el porque.

Gavi solo era mi mejor amigo.

Eso lo tenía claro.

Y encima yo estaba con Pedri.

Con Pedri.

De quien llevaba tres años pillada.

Tendría que darme igual que Gavi saliese con otra chica.

Pero de alguna forma, ella no me gustaba, ella no era la indicada.

Y cuando me había dicho que yo tenía que quitarme de en medio, que dejase de hablarle a Gavi..

Me había vuelto loca.

Había perdido los papeles y me había abalanzado sobre ella.

Solo acabé con un arañazo cerca del labio.

Ella acabó algo peor.

Esa noche no había querido saber nada de nadie.

Pedri me había llamado.

Ari también.

Todos, menos Gavi.

Había dejado una notita en su bolsa y ni siquiera sabía si la había visto.

Yo sí había encontrado la que él metió en mi bolso.

Y de alguna forma nos estábamos diciendo algo que ninguno de los dos íbamos a admitir, que ninguno sabía como decir en voz alta.

Al día siguiente de eso, me pasé el día con Sira, tenía una competición importante y me pasé el día con ella.

Y cuando volvimos a casa, que ya era de noche y las dos estábamos haciendo la cena, con Ferran colaborando por ahí, tocaron al timbre.

- Voy yo, soy la única que tiene las manos limpias. -me reí al verlos llenos de harina y masa.

Corrí hasta la puerta y la abrí.

Era casi hora de cenar y no sabía quien podía estar ahí.

- Te echaba de menos y te he traído postre por si ya habías cenado. -la sonrisa de Pedri me hizo sonreír a mi.

- Estábamos haciendos pizzas con Sira y Ferran, ¿has cenado? -pregunté contenta de tenerle ahí.

- No, ¿me invitas a pasar la noche contigo, morena? -sonrió.

- Pasa, cansino. -me reí y cuando pasó por mi lado me besó, un beso cortito y rápido.

Pero me hizo sonreír sin dudarlo.

Ferran y Sira estuvieron encantados de que Pedri cenase con nosotros y cuando terminamos, me lo llevé arriba a mi habitación para estar los dos solos.

Le echaba mucho de menos y al cerrar la puerta no dudé en girarme hacia él y atraerlo hacia mi boca.

Él tampoco dudó en profundizar el beso y levantarme en el aire, enrendando mis piernas en su cadera.

- ¿Me has echado de menos, morena? -sonrió contra mi boca.

- Puede que un poquito. -contesté y su risa me hizo vibrar.

Caminó hasta mi cama y se dejó caer conmigo encima.

Nuestras bocas eran una sola y no podía dejar de tocarle y pasear mis manos por su pecho, debajo de la camiseta.

Desde que había empezado a salir con él, habíamos dejado un paquete de condones en mi mesita y Pedri estiró la mano para coger uno.

Fue quitándome la ropa mientras dejaba pequeños besitos por todo mi cuerpo y nuestras risas llenaban la habitación.

Hice lo mismo con la suya hasta que los dos quedamos desnudos enfrente del otro.

Sonreí al ver como se colocaba el condón y se acercaba a mi, colocándose encima.

Su manos acariciaron mi cuerpo y colocó su erección en mi entrada.

Gemí al sentirlo empujar hacia dentro y moví mis caderas para ayudarle.

Su cuerpo cayó sobre el mío cuando terminó de penetrarme.

- Joder, Maia. -gruñó con la voz ronca.

Yo me pegué más a él si es que eso era posible, llenándome de él.

Pedri empezó a moverse contra mi cuerpo, empujando y moviéndose a un ritmo que me estaba llevando directa a la locura.

Este chico era increíble.

Y al parecer, por fin era mío.

Porque de verdad que había cambiado.

Estaba atento, era detallista.

Y solo estaba pendiente de mi.

Y eso me encantaba.

Me movió quedando yo encima y fue mi turno de moverme contra su cuerpo.

No tardamos ninguno de los dos en perder totalmente el control de nuestros cuerpos.

Nos envolvimos en una ola de placer que nos golpeó a ambos con una fuerza brutal.

Y nos quedamos así unao minutos, hasta que él se levantó a tirar el condón y volvió a la cama.

Yo me envolví con la manta.

Y él simplemente se acomodó, tiró de mi hacia él y me abrazó.

Apagué la lucecita y cerré los ojos, aspirando su aroma y escuchando su respiración.

- ¿Maia? -murmuró en la oscuridad, su pecho subía y bajaba algo rápido.

- ¿Si? -pregunté casi en un susurro ahogado, me estaba durmiendo.

- Creo que empiezo a quererte.

Fue lo que creí escuchar antes de que mis ojos se cerrasen por completo y no fuese capaz de contestar nada.

No sé que hora era cuando la vibración de mi teléfono me despertó.

Me levanté, sentándome en la cama, intentando no despertar a Pedri.

Se removió a mi lado, pero no se despertó.

El nombre "Gaviota💜" iluminaba la pantalla y me preocupé al instante, así que no dudé en cogerlo.

- ¿Gavi? -pregunté al descolgar.

Hubo un pequeño silencio.

- Maia. -fue lo único que dijo, su voz sonaba algo ronca, como si acabase de despertar.

- ¿Está todo bien? son las cuatro de la mañana. -murmuré.

- ¿Estás con él? -preguntó.

- Sí, está durmiendo. -contesté.

- Joder. -gruñó.

- ¿Qué pasa, Gavi? -necesitaba que hablase, que dijese algo.

¿Por qué me había llamado a esas horas de la madrugada preguntándome si estaba con él? No lo entendía.

Un suspiro.

- Te quiero, Maia, llevo queriéndote desde hace tres años, cuando tu te enamoraste de Pedri, yo me enamoré de ti, creo que llevaba más tiempo enamorado pero no lo sabía, creo que esto que estoy haciendo es un error, pero no podía aguantar más, Elena está durmiendo arriba, en mi cama, y tu estás con él, cuando yo querría estat contigo, todo está mal y no sé como arreglarlo.

Y colgó.

Me quedé con el teléfono en la mano y despierta durante horas.

No sabía como procesar nada.

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Ahora tu +18 - Gavi y PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora